Este fue el momento previo a rendir el examen del curso de manipulación de alimentos.
Durante la cursada, Javier nos acercó a la legislación que en Argentina regula su tratamiento, partiendo de la noción de que tenemos que ser responsables cuando los manipulamos "por la salud de las otras personas y la de nosotrxs mismxs”.
Aprendí cosas que quizás no
tenía idea.
Y otras que recordamos del
curso de conservas. (Irene Carrasco)
Había cosas que
hacía mal,
como por ejemplo sacar la carne a descongelar arriba de la mesada. (Analía Saldaño).
Soy del barrio Saladero.
Aprendí muchas cosas, cómo prestar atención cuando uno cocina,
cuando uno manipula los alimentos, los utensilios y todas esas cosas. (Néstor Peralta)
A
Alejandra Gallardo, por ejemplo, inscribirse le significaba continuar con la
venta ambulante de rosquitas y tortas; el interés de Camila Melcon tuvo que ver
con que hace poco arrancó con un comercio de viandas para una empresa del
puerto; para Bruno Mondora, la posibilidad de seguir probando recetas desde su
tienda ‘Rústico panes’.
Cinco clases geniales y muy
bien explicado,
y la prueba con miedo a no
rendirla, pero pude,
y un genio el profe, me ayudó
en algo que no entendí. (Alejandra Gallardo)
Cuando vi el aviso del curso le comento a Camila, ella está haciendo viandas
y se re engachó, y nos
anotamos las dos porque yo la ayudo.
Camila también lo
necesitaba porque en la esquina de Guillermo Torres y San Martín está armando
una
miniemprendimiento con su familia, van abrir un restaurante.
Está quedando hermoso, esperamos que para fin de año se pueda concretar el proyecto familiar, el
‘restaurante taller’, como se va a llamar. (Angélica 'Titi' Sedrani)
Las ganas de aprender en buena compañía hizo que algunas participantes del taller de serigrafía del Prende se sumen en esta segunda capacitación formal. Mónica, Vanina, Graciela y Rosa, por ejemplo, contaron que "lo tenían hecho de otros años"; el deseo de actualizar saberes en grupo fue más fuerte que las exigencias de la asistencia completa o el hecho de pasar por una instancia de evaluación obligatoria.
La experiencia no solo fue positiva para reforzar hábitos que incorporamos durante la pandemia, como el tiempo de lavado de manos, que no puede durar menos que veinte segundos; por qué es necesario mantener los alimentos a temperaturas seguras o qué quiere decir la sigla ETAS: enfermedades transmitidas por los alimentos. A las prácticas y saberes que venimos incorporando a través de las huertas agroecológicas, el cuidado del invernadero en el parque del museo y el acceso de verduras de estación a precios justos -que tienen en común el ejercicio del derecho a una alimentación saludable- pudimos cruzarlas con su tratamiento seguro. Como escribió Priscila en su perfil de Facebook: “me emociona haber aprendido buenas prácticas de manipulación de alimentos tanto por el bienestar de mi hijo y por quien siempre viene a comer a casa”.