Este fin de semana en el museo celebramos un nuevo aniversario del puerto y el pueblo de Ingeniero White, presentando la estación ferroviaria que el whitense Ernesto Micucci construyó con materiales de su propio patio, réplica en miniatura de aquella que se quemó hace ya 17 años.
Conocemos la estación Garro, o lo que queda de ella. Pero ¿Dónde está la estación ferroviaria Ingeniero White? ¿Como es posible que un puerto atravesado por tantas vías no tenga una estación con su nombre? En realidad, la estación existió. Y no fue hace tanto. Ernesto Micucci la recuerda, con tanta firmeza y esmero, que decidió reconstruirla, hasta el último detalle, en el living de su casa.
“¿Cómo me puse a a hacer esto? Yo trabajé en la estación, del año 61 al 68. Tenía quince años cuando entré. Catorce para quince. Mensajero en la estación de White."
En su tarea, Ernesto enfrenta dos problemas capitales. Por un lado, el edificio que su maqueta debe reproducir ya no existe. El 21 de diciembre de 1991, un incendio devoró la construcción de chapa y madera que los obreros del Ferrocarril Sud habían levantado allá por 1900. Por el otro, él no se atreve ni siquiera a acercarse al lugar en donde estaba.
“Cuando me largué a hacer la maqueta quería ir a medir la plataforma, y pasaba y pasaba y pasaba y no podía medir. Sinceramente, después del incendio no pude ir ni a ver la estación. Había un choque. Un rechazo. Llegaba hasta el mástil y para atrás.”
Micucci me muestra las fotocopias de algunas fotos que le prestó un amigo bombero. En ellas pueden verse nubes de humo, chapas retorcidas como papelitos y un montón de rostros incrédulos, pero la estación no. Si Ernesto fuera un artista, cosa que ninguno de sus amigos duda, la manera que encontró de resolver esta doble dificultad podría ser bautizada el "procedimiento Micucci". Aunque parezca imposible, Ernesto construye su flamante estación desde adentro de la vieja. Él no se anima a pararse ante la estación que ya no existe pero, cerrando los ojos, puede volver a estar adentro de la que alguna vez existió.
“Empecé a hacer un dibujo de memoria... y después caminaba. En casa, yo me contaba los pasos. Decía: la oficina de carga tenía más o menos así, y caminaba diez metros por, que sé yo, doce. Iba contando, uno, dos, tres, miraba la distancia y ahí estaba el armario y atrás del armario, yo sabía, quedaban otros cuatro metros… así se fue haciendo esta estación.”
Desafiando su ansiedad ("y la paciencia de mi señora"), la nueva Estación Ingeniero White lleva más de dos años en obra. A medida que crece va mudando de lugar. De la piecita de atrás fue a parar a la cocina, y de ahí al living. Es que su construcción no parece responder a un plan previo, a esa visión anticipada del conjunto propia del pensamiento proyectual. El "procedimiento Micucci", diría un aprendíz de linguísta, opera por metonímia. Una cosa lleva a la otra. La aparición de la mesa del jefe revela de pronto la ausencia de las sillas. El carro valijero convoca a la balanza de encomiendas. Ahora, dice Ernesto, solo faltan el tren, las vías, más allá la arboleda... La maqueta se expande como un pequeño imperio. Es el sigiloso desembarco de un mundo en otro que, ¿lo habíamos olvidado?, son el mismo.
“De Luca, Girotti, Mauri, Belmonte, Rossi, Cayaranzo, Bedovaldi, Casiali, De Palma, Sánchez, Manzano, Bocca, Morán, Oliva, Toch, Perez, Santucci, Dáas, Scabarda, Ríos, Faillá, Tauro, Marzulo, Seijas, Vicente, ¿Quién más estaba? En la estación había mucha gente. Eramos casi 100.”
La miniatura no es la representación de un pasado ideal, y por tanto aislado, sino una manera de empezar a configurar, a través de la historia personal, un relato colectivo. Otra manera de comprobar que la historia de uno solo de los habitantes de este pueblo, de uno solo de los empleados de aquel ferrocarril, implica siempre, al mismo tiempo, la de todos nosotros.
"Esto lo hice en un momento bravo. Estaba sin trabajo y accidentado, me había quebrado, no tenía trabajo, así que estaba con tiempo, en casa, y digo, ¿Qué hago?”
Entre la estación que recuerda y la circunstancia que lo llevó a reconstruírla, está la extensa historia de trabajo de Ernesto. Los tiempos buenos y los malos. El primer empleo formal en el ferrocarril, los años en YPF -"donde también eramos muchos"-, las desventuras, ya en los 90, como distribuidor de pilas y hojitas de afeitar, las changas como pintor, el desempleo, el actual patrón, la jubilación para la que solo faltan "367 días".
Escuchar a Ernesto implica empezar a hacer propio su "procedimiento", la manera en que este vecino intenta materializar su punto de vista sobre la historia común a través del artefacto que construye. Es a partir de prácticas como la suya que Ferrowhite se reconoce como un "museo taller".
En estos años, Ernesto no tuvo que ir muy lejos para encontrar los materiales apropiados para su obra.
“La base es el esqueleto de un cajón. La chapa acanalada son latitas de arvejas, los laterales y el techo están hechos de pinotea, algunas tablas de esta casa que desarmé en una reforma, pinotea centenaria como la estación.”
Incluso si intenta disimularlos, el bricoleur sabe que es imposible borrar la huellas de los materiales a partir de los que trabaja. En las tablas de pinotea, Ernesto encontró no solo la materia prima para dar forma a sus recuerdos, sino además la definición más simple de lo que una estación de trenes pudo, alguna vez, ser: "una estación ferroviaria es una casa".
"Cuando me fui dejé un cartel en el sector encomiendas: «ganamos poco pero nos divertimos mucho». Se debe haber quemado con el incendio también, pero está acá: [Ernesto Micucci levanta el techo desmontable de su maqueta, y señala con el dedo el interior de una de las habitaciones, me inclino]
¿Ves?.”
EL TRABAJO ES EXTRAORDINARIO, PERO ME FALLA LA CALCULADORA O ESTAN POR CUMPLIRSE 17 AÑOS DESDE QUE QUEMARON LA ESTACION?
ResponderEliminarSE PUEDE IR PARA TOMAR FOTOS DE LA MAQUETA?
GRACIAS
TINO
Tenés razón Tino! Ya estamos corrigiendo el error. Y aprovecho, de paso, para invitarte muy especialmente a la presentación de la maqueta de Ernesto, este sábado 4, a las 19 hs. Sabemos que también vos tenés que ver con la historia de la estación Ingeniero White.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura atenta.
Un abrazo,
Nicolás