viernes, 28 de octubre de 2011
"SALVEMOS EL CASTILLO"
Con la nueva vista a la ría, llegaron hasta este museo los chicos de "Salvemos el castillo", un grupo de Facebook que nuclea a integrantes de varias bandas de rock whitenses unidas a partir del proyecto "Canzonettas & rock" iniciado por el Museo del Puerto en 2009. La idea de los pibes es organizar un festival con músicos y artistas locales en busca "de la puesta en acción de los postergados proyectos de recuperación de la ex usina". Así que en eso estamos. ¡Novedades en breve!
Esta foto de nuestro primer encuentro, que incluyó un rápido ascenso a la torre del castillo, es de Marcelo Lirio.
martes, 25 de octubre de 2011
¡QUÉ CARA CONOCIDA!
Ponéle que estás en este museo trabajando y notás que te quedaste sin papel, sin pintura, sin tal clase de tornillos. Ponéle que salís entonces por las calles de White en busca de eso que hace falta, y en el camino empezás a cruzarte con un montón de caras conocidas, tantas que te sorprende, de pronto, saludar a casi todos y que casi todos alcen la mano para decir "hola". Y ponéle que ese mismo día, o al otro, decidís, llevar una cámara encima y retratar al paso cada uno los rostros de esa pequeña multitud de la que, tardaste un poco en darte cuenta, también formás parte. Bueno, eso más o menos es lo que le pasó a nuestro compañero Rodolfo Díaz. El resultado, desde el próximo domingo 29, sobre las paredes de La Casa del Espía.
martes, 18 de octubre de 2011
LA HISTORIA SE ARMA CON LO QUE SE TIENE A MANO
Angel Caputo, ex trabajador de la Usina General San Martín, escribe la historia del castillo en su libreta El Rejunte. ¡Ampliaremos!
viernes, 14 de octubre de 2011
SIEMPRE FUIMOS COMPAÑEROS
No nos íbamos a quedar con Peñacorada llorando sobre los escombros derramados.
Fuimos a entrevistar a su amigo y compañero Roberto Brizio, 74 años, tornero y técnico, primero del Nomenclador Único de Materiales, y luego, de la oficina de Producción hasta su retiro de Talleres Bahía Blanca, en 1979.
Y son amigos entrañables no solamente porque Peñacorada cumple el 8 de noviembre, Brizio el 18 de noviembre (tienen los dos la misma edad) o porque Brizio tenía el número de chapa 802 y "Peña" el 813, o porque se ríen juntos con sólo mencionar un nombre o un lugar. Contaron bromas y anécdotas graciosas, hablaron de la solidaridad (ya sea en cuestiones de salud, o de milonga), del valor de la palabra y la lealtad entre los compañeros del taller, y de la huelga del 61:
Yo tenía puesta una escalera, porque te venían a buscar, ¿te acordás?, una escalera para saltar, para irme a la miércoles, contaba Brizio. Con 42 días de huelga, cuando Frondizi puso los camiones, que sacó los ferrocarriles, por eso soy un firme defensor del almacén de barrio, el almacenero me dijo: "Roberto, llevá lo que precises", por eso soy un firme defensor del almacén de barrio.
Ahora bien, quienes hayan estado en Talleres Bahía Blanca a fines de los años 60 sabrán por qué fui a entrevistar a Brizio. Pero él, hombre de ingenio brillante, a quien su capacidad para la respuesta rápida y mordaz frente a la ignorancia y la prepontencia casi le cuesta muy cara, sobre lo que le pasó no quiso hablar.
De esto ahora pasarán a ser los talleres: de lo que cuenten, de lo que callen, de lo que inventen o idealicen, de lo que olviden o repitan cien veces quienes constituyeron -como los ladrillos- el cuerpo mismo del taller.
Esto me escribió Mario De Simón el día que vio las fotos:
He visto en el blog del museo la demolicion del taller, ahora pasaran a ser realmente invisibles, se reconstruirán en la memoria por los testimonios de los que formamos parte de él.
viernes, 7 de octubre de 2011
DEMOLICION
Fuimos con Roberto Peñacorada, 71 años de vecino del barrio y 39 de ferroviario, a ver cómo quedó el paredón de los Talleres Bahía Blanca Noroeste abierto a la altura de calle Blandengues:
En ese momento estaban empezando a demoler lo que quedaba del Almacén Local (construido en 1978):
Parece que los galpones centrales tampoco se van a salvar. Ya desapareció el frente de la tornería:
Las construcciones, de última, no son más que eso que ve con avidez el vecino-bombero que nos acompaña, una magnifica cantera de ladrillos. Pero si se borran totalmente los edificios se va a borrar -como me dijo alguien para quien también estos talleres fueron parte fundamental de su vida- "la prueba del delito". Se va a borrar además la base material para la memoria y la identidad de la ciudad y el barrio, se van a perder definitivamente unos edificios que en otros lugares habrían conservado y refuncionalizado con materiales y diseños de última generación, en un predio inmenso, arbolado, céntrico. No solamente por los varios miles de ferroviarios obreros, técnicos, ingenieros que trabajaron durante más de cien años en este lugar, sino también por todos nosotros, habitantes de esta ciudad amnésica, a los que no nos queda otro remedio que seguir reconstruyendo estos talleres a través de la palabra y el testimonio de sus protagonistas.