martes, 25 de marzo de 2014

UN BUQUE ZARPADO

En Ferrowhite terminamos marzo botando el Dundrum Bay, un nuevo buque archivo de Roberto Conte, parte de una flota que transforma la memoria en acto constructivo.



Junto a llaves, martillos y tenazas, Ferrowhite presenta en sus salas artefactos que no provienen del pasado ferroportuario sino que han sido producidos por los propios trabajadores para contar ese pasado, problematizar el presente e imaginar el porvenir. Los barcos de Roberto “Bocha” Conte son buques archivo. Cargan con sus recuerdos, y con los recuerdos de los familiares y amigos que colaboran en su armado. Cada maqueta vuelve palpable la historia de sus constructores, pero también la idea de que toda memoria depende de actos presentes que transforman necesariamente lo recordado.

Allá por 2008, en coincidencia con el arribo del primer buque regasificador, botamos el Ingeniero White, la réplica de un portacontenedores que, como un arca, pone a salvo los nombres de clubes, bares, peluquerías y negocios que animaron la vida de este puerto. Tras la crisis y la "reconversión" de la pesca artesanal, llegó el San Silverio, un barco de ultramar que reúne el inventario de aquellas pequeñas embarcaciones que casi nunca se alejan de las aguas de la ría.

Ahora es el turno del Dundrum Bay, la réplica de un carguero “de la vieja escuela”, que convoca la historia de los whitenses que se subieron a él para recorrer el mundo cuando la navegación comercial podía ser también una aventura: la del “Chapa” Orzali, con barba y turbante, rezándole a la salida del sol en un cabaret de El Callao; la de “Pastilla” Rodríguez, “Pechito” Mancinelli, “Pinda” Siepe y el ururguayo “Kukú”, perseguidos por la policía de Los Angeles. “Otros tiempos de estadía en puerto, otras condiciones de trabajo”*, apunta el propio Orzali.

¿Pero cómo es que Bocha sabe tanto de barcos? Roberto fue patrón de las chatas barreras de la Dirección Nacional de Vías Navegables, esas mismas que ustedes pueden ver cortadas en pedazos al costado del museo. “Y… en la draga se contaban estas historias… se pasaba mucho tiempo entre barcos…” dice Bocha, para dejar en claro que cada buque transporta años de experiencia vivida. Cajas de vino, tijera y plasticola, con esos elementos Bocha produce su flota. Su hacer es el de un bricoleur que emplea materiales de descarte, con una historia de uso. “Nada se tira, todo se transforma”: sobre ese principio de economía doméstica, Bocha produce el retrato de una comunidad agitada por los vaivenes de la economía mundial.

* Ver al respecto el posfacio de "Flying fish. Los viajes de Roberto Orzali", editado por el museo en 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario