miércoles, 25 de febrero de 2015

ESTACIÓN GRÜNBEIN

Las jornadas arrancaron hoy en estación Grünbein.


Grünbein es en la actualidad una estación sin pasajeros. Pero a diferencia de muchas otras, no se encuentra abandonada. Desde allí opera Ferrosur Roca su playa de maniobras. Hugo Torresi, Jefe de Zona, nos muestra amablemente la estación que oficia ahora como centro administrativo. Nos cuenta sobre las reformas que la empresa encara en el edificio. Bajar techos, reemplazar pisos, levantar sobre los zócalos una capa aisladora que siempre faltó. Al marco del nomenclador de Grünbein le falta un pedazo, así que le pedimos prestado a Hugo un listón de pinotea desechado durante las reformas para completar nuestro trabajo, y ahí va Guillermo Beluzo, caladora en mano, a realizar los ajustes pertinentes.


El nomenclador en cuestión es un típico cartel enlozado del Ferrocarril Sud, con varias manos de pintura sintética encima y unos cuantos abollones. Al rato, cae Ariel Scolari, un Fanático del Ferrocarril que no tiene pereza en agarrar la espátula ni necesita escalera para llegar con macilla a dónde haga falta. También se arrima Cesar Guillen, trabajador de Ferrosur y miembro de la "Asociación Amigos de las Zorras de Vías", quien nos cuenta sobre los preparativos para su próxima travesía sobre una dresina.






Enfrente, sobre una vía secundaria, espera para partir un tren de contenedores. Pero no es polietileno o policloruro de vinilo del polo petroquímico lo que transporta esta vez. Esos contenedores están llenos de arena. Arena en sacos que viaja hacia un destino hasta hace poco desconocido: "La arena se va para Vaca Muerta", nos cuenta el maquinista de la formación, que pide mantener su nombre en reserva, como si al haber aceptado conducir ese tren participase de un complot para traficar dunas a través del desierto argentino. "Es arena para fracking", el discutidísimo proceso por el cual -arena, mucha agua, y un combo químico mediante-, YPF y Chevron extraen el petróleo y el gas impregnados en las profundidades de la "cuenca neuquina". Y todavía hay más: si esta arena tiene por delante un largo viaje, ha llegado hasta aquí aún de mucho más lejos. "Como las locomotoras que trae Randazzo, es arena que viene de china", dice el maquinista misterioso y agrega: "no es como la que se ve en la playa". Al parecer es roja, tal como corresponde al color de la bandera del país del que proviene, y tiene un granulado especial. "Quién sabe como la fabrican". El cartel que reparamos, en cambio, fue fabricado en Birmigham, en una época en la que casi todas las manufacturas industriales no venían de China sino de Inglaterra. Por la forma de la G y de la R, Patricio Larrambebere supone que fue horneado por la compañía The Patent Enamel Co. De todos modos, en la pieza no figura ninguna inscripción que permita identificar con certeza al fabricante.


Ya es casi de noche cuando dos siluetas cruzan el patio de maniobras de Ferrosur. ¿De dónde salieron? Parados sobre el andén a unos cincuenta metros del edificio de la estación, con la formación que va para Vaca Muerta a sus espaldas, Brian y su abuela esperan el paso del tren que va para Buenos Aires. ¿Pero no es que por esta estación hace años ya que no circulan pasajeros? Sí, pero "el maquinista de Ferrobaires nos hace la gauchada", responden ellos con calma, y todos en la estación Grünbein hacen, al parecer, como que no se dan cuenta. Los despedimos. Ahí viene el tren.

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