Este año, en el ámbito de los museos, “educación” fue una palabra candente. En parte, por la polémica definición de “museo” que el Consejo Internacional de Museos perteneciente a la UNESCO (ICOM) propuso discutir en la reunión que se realizó a principios de septiembre en Kyoto. Por primera vez en mucho tiempo, se dejaba de mencionar explícitamente a la educación como una de las funciones centrales de un museo. Se podría pensar que la omisión correspondía a que ese aspecto ya se da por sobreentendido; pero también sabemos que hay una tensión entre lo que se nombra (y de esa manera la palabra constituye) y lo que queda oculto.
La propuesta finalmente fue
rechazada por el 70% de los asistentes a esa Conferencia, además de haber
recibido muchas otras críticas por parte de instituciones no hegemónicas y de
personas que no pudieron (y/o no quisieron) participar del encuentro. Desde los
espacios vinculados a la Museología Social, por ejemplo, se señaló que más que en
‘definir’, esto es fijar sentidos con palabras idealizadas que distan de la
realidad, el interés debería estar más bien en ‘proponer’, es decir en orientar
la acción de los museos hacia nuevos horizontes. Y que en esa línea, la discusión
teórica y semántica nos distrae de otras urgencias que suceden día a día en nuestros
territorios y con las que los museos, como instituciones públicas, debieran
implicarse.
Mucho de eso se discutió en las Jornadas de Educación en Museos en Tucumán,
¡las primeras!, donde participamos llevando la propuesta “Andá a laburar al
puerto” en su versión portátil e imantada. Un obrero, tres atuendos y un montón
de objetos-ícono son parte del material que usamos con chicxs y grandes a la
hora de jugar y reflexionar sobre las transformaciones históricas en el trabajo
ferroportuario. ¿De qué pueden ser metáforas el escudo del Club Barcelona, el
lobo marino de Mar del Plata o el panfleto anarquista de la huelga de 1907? ¿Con
qué trabajador los asociamos y por qué? son algunas de las preguntas que
dinamizan el ejercicio.
Contrariamente a lo que el imaginario
común propone, el puerto no fue (y no es) sólo “un lugar de hombres”. Por eso,
este año llevamos adelante una serie de conversaciones y talleres junto con
todas las Amigas del museo para intentar responder a la pregunta ineludible
sobre qué trabajos hacían y hacemos
las mujeres a la par que los varones. La señorita maestra, la bolsera y la
microemprendedora resultaron las “obreras para armar” que, salidas de esta tarea colaborativa, pronto van a
incorporarse a la muestra.
Obreros y obreras son y serán parte
de los recursos que usamos durante las visitas educativas. Esas que comienzan
con la inquietud de lxs docentes por venir junto con sus grupos a trabajar sobre
“el modelo agroexportador”, “el impacto del neoliberalismo en el puerto” o
“cómo funciona un museo”. Docentes corajudxs que siguen buscando presupuestos de transporte, completando interminables planillas para salir de la escuela y convocando a otras divisiones para que el viaje salga más barato.
Pero si llegar al museo es todo un albur (a buscar en el diccionario), una vez acá, los derroteros de la fortuna continúan marcando el camino: que si la marea está baja, bajamos al humedal; que si la muestra ya está inaugurada, entramos en la Casa del Espía; que si el shablon quedó bien revelado, hacemos algún ejercicio de impresión serigráfica en el Prende. No hay dos visitas que se parezcan.
Pero si llegar al museo es todo un albur (a buscar en el diccionario), una vez acá, los derroteros de la fortuna continúan marcando el camino: que si la marea está baja, bajamos al humedal; que si la muestra ya está inaugurada, entramos en la Casa del Espía; que si el shablon quedó bien revelado, hacemos algún ejercicio de impresión serigráfica en el Prende. No hay dos visitas que se parezcan.
Lo que pasa en una visita educativa es difícil de transmitir por lo intangible de su condición, por lo imprevisible de sus efectos, por todo lo que en ella nos excede. Acá, habida cuenta de tantos años de trabajo, creemos en ese desborde, en la potencia de lo que entra en relación en el encuentro. Y esta intuición se volvió certeza al ponerla en común y compartirla con los grupos que participaron de las “Jornadas de Intersección de saberes” que organizó el Programa Arqueología en Cruce de la UNS.
De uno de estos ‘desbordes’ surgió “Fábrica tomada”, una pieza de danza realizada por un grupo de estudiantes de la carrera de Expresión Corporal acerca de la historia de las ‘Bolseras’, al cabo de una visita por el museo dedicada a analizar la relación entre los movimientos de la danza y los del trabajo. Otro ejemplo: luego de una visita de un 3er año de La Piedad, se nos ocurrió convocar al taller de hojalatería de esa escuela para que sus integrantes nos ayudaran a fabricar un molde con forma de foquito. Y de
esa manera, continuar la producción de baldosas que arrancamos este año en el
Prende como parte del proyecto de extensión universitaria “Crece desde el pie”.
De manera imprevista sucedió también que, con un grupo de adolescentes que de manera apresurada habíamos juzgado de “apáticxs”, se nos ocurrió usar el shablon de “Sin mí, tampoco hay historia” con el que hace un tiempo habíamos impreso unas cuantas bolsas. Entonces ocurrió algo increíble: al terminar el recorrido, un piercing que se había roto en al camino hacia el museo, apareció prendido en una percha del taller. Esa mañana uno de los pibes creyó importante dejarlo ahí, como reliquia de una historia compartida de “aventuras, travesías y peleas”, que ahora pasaba a ser parte del patrimonio de nuestro museo.
Lo que pasó aquella vez fue tan
vibrante que decidimos seguir usando ese shablon para otras visitas. Muchas de
ellas salieron ‘bien’ a la hora de poner manos a la obra, vencer el miedo de
que “me salga mal” e imprimir; pero hubo una en la que, a pesar de los
intentos, no podíamos. Se ve que lo habíamos usado tanto que se había tapado de
tinta y no imprimía.
Ese día nos visitaban de la
Escuela Primaria de Adultxs Nº 705 (de las sedes de los barrios Villa Delfina y
Noroeste) y tras el enorme esfuerzo que significa llegar hasta el museo, no queríamos
quedarnos con un sabor amargo. ¿Qué hicimos? Nos propusimos “devolver la visita”
y por una tarde trasladar el taller a la escuela que, cabe decir, no tiene sede
propia, sino que funciona en los espacios que le presta una Sociedad de Fomento
y la murga “Los pibes del Machimbre”.
Nos parecía importante imprimir esta
frase sobre el bucito de un bebé que va a clases con su mamá y sus hermanxs, un
cartón para ser regalado al verdulero del barrio o un pedazo de tela que, labor
mediante, se volverá una carpetita con puntillas para la mesa de la cocina. Replicarla
una y otra vez en los soportes que tenemos a mano y que pueblan nuestros
espacios cotidianos.
Porque, aunque suene anticuado, algo que aprendimos en este museo taller tiene que ver con la importancia de la repetición y la insistencia. Las marcas
de los incontables golpes de la maza sobre la bigornia, las decenas de copias de
los dibujos de los chicxs que hacemos en el Prende, la cantidad de RITOs (Reglamentos
Interno Técnico Operativo) que pueblan el archivo del museo con el nombre propio
de cada trabajador en la primer página. Pequeños gestos sobre los que se funda la singularidad y se afirma la existencia. Sin los cuales no sería posible aprender y sin los cuales, tampoco habría diferencia.
Queremos agradecer a lxs
docentes, chicxs, adolescentes, jóvenes, estudiantes, acompañantes
terapéuticos, familiares, trabajadores sociales y adultxs mayores que nos visitaron
este año. Eriza la piel repasar cuántas personas pasaron por este museo
público. ¡Que se repita!
Hogar 'Don Orione' - Incudi – Programa Envión
de Harding Green - Salud Mental del MBB – Programa U-PAMI – Centro de Formación
Profesional Nº 401 - Escuela Nº 41 de Alférez San Martín – Jardín Nº 944 – Escuelas Primarias de Adultxs Nº 703, Nº
705 y Nº 721 – Escuela de Artes Visuales “Lino Spilimbergo” – Escuela de Danzas
“Alba Lutecia” – Instituto de Formación Profesional “Julio C. Avanza” – Grupo
de investigación en historia de la Universidad Nacional de Cuyo – Escuelas de Educación Primaria Nº 1
(Macrocentro), Nº 2 (Microcento), Nº 15 (Ing. White), Nº17, Nº50 (Rosendo López),
Nº39 (Patagonia), Nº 52 (Villa Serra), Nº58 (Vialidad) – Colegio Marina Copa –
Colegio Don Bosco – Colegio María Auxiliadora – Colegio Rosario Vera Peñaloza-
Escuela de la UNS - Escuelas de
Educación Media Nº 3 (Hospital), Nº 5 (Noroeste), Nº 10 y Nº 13 (ex Nacional)
– Escuela Técnica Nº 1 (Ing. White), Nº
2 (Tiro Federal) y Nº 4 (San Cayetano)– Escuelas
de Educación Secundaria Nº6, Nº16 (Cooperación) Nº 19 (Pacífico), Nº 21
(microcentro), Nº 22, Nº 29 (Maldonado), Nº33 (Cabildo), Nº 34, Nº 39, Nº 43 -
Escuela Normal de la UNS – Escuela de la Universidad de La Pampa - Colegio Victoria
Ocampo (Microcento) – Colegio Sarmiento (Ing. White) – Colegio La Piedad (Noroeste)-
Colegio Americano (Kilómetro 5) - Escuela Secundaria de Trenque Lauquen, Nº 2
de Mayor Buratovich, Nº 1 de Pedro Luro, Técnica Nº 1 de Patagones, Escuela
Secundaria Nº 8 de Hilario Ascasubi.
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