Octubre y Noviembre de 1896:
Desde “El puerto”, que aún no había recibido el nombre de Ingeniero White, la empresa Ferrocarril Sud organiza la logística para la construcción de la vía que unirá Bahía Blanca y Neuquén. A cargo está un grupo de cuatro o cinco ingleses, y uno de ellos, el escribiente de turno, completa, puntilloso, las listas de personal y las tareas realizadas, mes a mes, en dos enormes libros contables de Almacenes que, al cabo de una larga peripecia, están hoy en el archivo de Ferrowhite.
En cada una de esas listas va registrando los nombres, la ocupación y el monto que se le paga por jornada y por mes a cada uno de los aproximadamente cuarenta hombres -peones, apuntadores, carperos, machucador y serenos- que forman parte de la obra: algunos de ellos permanecen, en tanto que otros se agregan a las nóminas, o ya no vuelven a aparecer mencionados con el correr de los meses.
Aunque a veces no es fácil entender qué dicen estos papeles, porque la tinta se acumula, la caligrafía es esmerada y el hecho de que estén escritos en castellano demuestra un cuidado por las formas. Pero no olvidemos que el escribiente es inglés (él registró su propio nombre y función en la planilla de sueldos), y ferroviario, no filólogo: usa un diccionario, es evidente, ya que el léxico es en general preciso y correcto; sin embargo, apenas empezamos a leer, nos encontramos con la palabra "apropiación" empleada como un título para enumerar las tareas realizadas durante un determinado lapso. ¿Apropiación? ¿De qué se apropiaban? La clave está en que "appropriation" en inglés significa, además, “distribución, asignación”. El escribiente entonces lo que hace es utilizar el término inglés dándole, sin embargo, forma castellana. Las tareas mencionadas son: "Descargando ladrillos, masillando techo, despachando comestibles." Pero…. ¿es que todavía están ahí trabajando? Lo que hace es dar al verbo en castellano la forma del infinitivo que él conoce: "descarganding, masillanding, despachanding".
Transcribe, claramente legibles, su propio nombre y los de sus jefes, ingleses todos ellos. Además, mes a mes, le es necesario copiar y ampliar con los nuevos ingresos la lista de apuntadores, carperos y peones: los apellidos españoles como por ejemplo Martinez, Goñi o Beltrán no ofrecen problemas ortográficos, pero los apellidos italianos, en cambio, parecerían estar transcriptos al dictado, escritos una y otra vez de todos los modos posibles o como suenan: Bollati, Bolatti, Bollatti; Gattafone-Gattafonez-Gattafoni; Pedrotti-Perotti y nombres apellidos como Giovaneangelo-Giovannangelo.
Son esos nombres justamente los que nos interesan, porque una cosa es decir “se construyó la línea a Neuquén”, o “el Ferrocarril Sud construyó …” y otra encontrar el sujeto plural de ese verbo, con nombres y apellidos: son cada uno de ellos, concretamente, los que están acá, en White, entre 1896 y 1897, y descargan ladrillos, comestibles y muebles, acarrean herramientas y durmientes, techan depósitos y galpones, apilan carretillas, pesan alambre, miden desvíos, o ayudan con la fotografía.
Es probable que la mayoría permanecieran en esta zona por breve tiempo. Estos nombres que nos resultan casi todos extraños, son como un destello en la oscuridad que nos ilumina y nos muestra por un momento, un mundo de trabajo poblado por cientos de hombres que vivieron y trabajaron aquí hace mas de cien años, un mundo que, aunque nos empecinemos por describirlo a imagen y semejanza de nuestras fantasías, siempre se resiste y de vez en cuando se nos manifiesta así, en toda su potencia y extrañeza.
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