viernes, 26 de febrero de 2021

PLANTAS QUE PRENDEN

¿Quién dijo que las plantas se quedan quietas? El diente de león vuela en el viento, el abrojo se agarra a nuestras zapatillas y ese maíz crece en la banquina porque cayó de un camión que remontaba el puente. Las plantas se mueven todo el tiempo. Como cada cosa en este puerto, forman parte de un constante ir y venir en el que incluso lo que parece inmóvil resulta de una dinámica compleja, que no distingue al territorio local de los flujos de la economía global, a lo humano de lo no humano o a la naturaleza de la historia.






Las plantas que llegaron hoy hasta nuestro camino de acceso lo hicieron en manos de quienes las cuidan. Graciela trajo lazos de amor, Caro una oreja de elefante. A Lucas su mamá Gisela lo mandó con una amarilis y Nahiara, que llegó más tarde porque se quedó dormida, se apareció con un cactus que es sensación. Ahora prenden en nuestros canteros, tan distintas entre sí como distintxs somos en este museo. Sembrarlas es un poco una aventura. Una apuesta por lo incierto.






Echar raíz en un suelo de sal, soportar la helada, abrirse paso entre las juntas de una loza de cemento... acá las plantas no la tienen fácil. Si en los jardines se sueña con el Edén, con un mundo al margen de la penuria y de los conflictos, en nuestros canteros crece la certeza compartida de que para vivir en este lugar hay que aprender a plantarse ante lo adverso.




A Graciela, Patricia, Analía, Titi, Norita, Gisela, Katty, Caro, Daiana, Yesi, Grecia, Vicky, Lucas, Julieta, Melody, Nahiara y Martina que hundieron las manos en la tierra; a Silvia, Anita, Juli, Camila y Carlos que hicieron posible este segundo plantinazo; al Vivero La Familia, a Cristian Roiz, vecino solidario que nos dejó arrancar todos los rayitos de sol que nos hacían falta, y a Tita, la mamá de Silvia, que a esta altura ya es una integrante más de nuestro equipo (¡Tita conducción!), GRACIAS. 

jueves, 18 de febrero de 2021

NOTICIAS DESDE INGLATERRA

El cartero nos trajo "Museums and Design for Creative Lives", un libro editado por Routledge en el que Suzanne MacLeod se pregunta cómo hacer museos que hagan nuestra vida un poco mejor. Entre casos de estudio de todo el mundo, la publicación dedica uno de sus capítulos a Ferrowhite. Es raro verse ahí, entre museos que admiramos y otros que apenas conocemos, pero con los que tal vez formemos parte de una misma historia.





miércoles, 10 de febrero de 2021

SE PUDRE TODO

La cuestión es aprovecharlo. En el museo fabricamos esta súper compostera para convertir en abono el pasto que a diario se corta en el parque de la usina. Acá vendrán a parar la yerba de los mates matutinos y los restos de alguna comilona, para volverse humus de nuestras huertas. Nada nuevo para Ale Gallardo, Gisela López, Caro Pagela y tantas otras mujeres del Prende, que así mejoraron la tierra salada de sus patios, aprendiendo de los más grandes maneras de hacer que parecen prolongar en los barrios un remoto saber campesino.



Si le creemos a Wikipedia, "composta" deriva del latín "compositus" que significa "poner junto". En esta figura de lo que fermenta al entrar en contacto y así se transforma en materia fértil, una pensadora como Donna Haraway invita a imaginar nuevas formas de relación con el mundo. "Comunidades del compost", las llama, en las que antes que humanos nos reconoceríamos "terrícolas", seres en simbiosis con otros bichos, y en las que el suelo ya no sería ese recurso que algunos se apropian, explotan y agotan en busca de beneficios que se distribuyen de modo muy desigual, sino un lugar maravilloso y a la vez difícil, a veces incluso terrible, pero en el que aún serían posibles parentescos inesperados, lazos de co-creación y co-devenir.





(Sí, en un museo también se lee, y el verano es un momento propicio para dejar que el gusano de la duda nos coma la cabeza, la pudra y, con algo de suerte, la fecunde).

miércoles, 3 de febrero de 2021

NADA ES PARA SIEMPRE


En el archivo generamos la posibilidad de documentar el pasado. Pero esos documentos que son "fuentes" para la historia, no existen fuera del tiempo. Tienen ellos mismos una historia. Pasaron por muchas manos, se salvaron de la basura o el fuego, y en su larga peripecia se llenaron de mugre, de marcas, de agujeros. En cada papel ajado no es difícil reconocer a un sobreviviente. Por eso, en el orden racional del archivo, en la precisión con la que Ana y Julieta confeccionan carpetas y cajas con materiales neutros, se pueden ver los procedimientos de la archivística, pero también apreciar un gesto de cuidado, de amor por lo que, sabemos, desaparece tarde o temprano. El trabajo de archivo nos recuerda que, para bien y para mal, nada es igual para siempre. Y que en su intento de preservar las cosas, es el propio archivo el que se transforma.