El navegante aventurero que llevamos dentro no grita "tierra al tacto", "tierra a la nariz" o "tierra a la lengua". Exclama: "¡Tierra a la vista!", como si los ojos fueran el órgano primario de todo descubrimiento. Ver puede parecernos una facultad espontánea, el asunto más elemental de la existencia, pero quizás pocas cosas resulten tan marcadas por la historia como nuestra condición de observadores del mundo.
Durante el segundo encuentro de TERRITORIOS SENSIBLES nos preguntamos qué sentidos pone en juego el acto de mirar con atención un lugar que a menudo pasa desapercibido, tal vez no porque no lo veamos sino porque sólo lo vemos de determinada forma. Caro Andreetti, Julieta Zubiri, Leo Perrotta, Javier Barrio y Eduardo Martins Cunha ensayan al respecto respuestas muy distintas, pero que sumadas colaboran a entender que nuestra imagen del estuario de la Bahía Blanca se compone de la mirada de los otros, de interacciones y de tiempos que, solapados, nos invitan a repensar la relación con el entorno.
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