A principios de noviembre, Julieta Ortiz de Rosas y Analía Bernardi participaron del X Congreso Internacional de Socialización del Patrimonio en el medio rural (SOPA), que reunió a representantes de museos y espacios culturales de México, Chile, España, Noruega, Grecia y Argentina en las localidades de Melincué, Labordeboy y Hugues, tres pueblos del sur santafesino.
Fueron días intensos, de compartir experiencias. Aunque su población no supera las mil personas, Hugues, Melincué y Labordeboy están llenos de guardianes de la memoria. Gente que no sólo atesora su historia sino que la activa para todo aquel que esté dispuesto a prestar atención. Disfrutamos de su música y sus bailes, escuchamos los relatos de sus mujeres, y nos dimos una panzada en la "fiesta del asado a la estaca".
En las mesas del congreso aprendimos sobre iniciativas culturales que suceden en escuelas y jardines de infantes, en casas de puertas abiertas y estaciones ferroviarias devenidas en museos. También visitamos establecimientos de producción y aprendizaje, como la Escuela Agrotécnica de Labordeboy, el espacioagroecológico Brote Soberano, o el campo de la familia Gori, donde el equipoarqueológico del museo Gallardo trabaja en busca de los restos de la que, sesospecha, fue la casa del fundador de Hughes.
En ese contexto, Analía y Julieta presentaron ‘La siembra que surca lo que hacemos’, un trabajo que reflexiona sobre los proyectos de huertas domésticas y de distribución de verduras que surgieron del taller Prende en plena pandemia y nos llevaron a repensar, a escala barrial, nuestra relación con la tierra y los alimentos.
Escribir este trabajo nos motivó a preguntarle a algunas personas ¿qué las une a la red que vamos conformando? Así escuchamos a Herminio que dijo “Yo vengo a buscar las bolsas hace ya más de un año porque vienen cosas abundantes, y a mí me sirve porque en los tiempos que corren tenés que elegir, y yo elijo esto”, o a Mónica que asegura: “la verdad que no tiene nada que ver el sabor a la que vos comprás en la verdulería habitual y es económica y muy, muy, linda”. También sirvió para observar cómo fueron cambiando las cosas a lo largo de estos dos años y para preguntarnos qué mejorar para que las actividades se sostengan en el tiempo y, en lo posible, ganen alcance.
En cada lugar, fue cálido el abrazo y muchas las ganas de conversar. Como dijo Nadia, la directora de la Escuela Agrotécnica de Labordeboy, este congreso "nos da la posibilidad de que otrxs miren todo lo que acá pasa”. Agradecemos la posibilidad de ese intercambio que abre perspectivas para nuestro trabajo cotidiano. En el corazón de la pampa sojera, en pleno "desierto verde", el SOPA nos convidó maneras más felices, ojalá más justas, de entender la vida en los territorios.
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