viernes, 8 de noviembre de 2024

DE SUR A SUR

A comienzos de este año, la Secretaría de Cultura de Río Negro nos invitó a realizar una serie de capacitaciones sobre “museos y comunidades”. Anteriormente, los museos de la provincia habían participado de talleres afines a la temática junto a Juan Ignacio Muñoz, director del Museo Nacional Terry. Esto, como parte de una política cultural destinada a la formación de trabajadorxs de museos municipales y provinciales, y a la vez, con un claro criterio regional: priorizar que los encuentros se realizaran en localidades pequeñas a las que pudiesen viajar compañerxs no solo de museos sino también de bibliotecas, centros culturales y establecimientos educativos cercanos.

En septiembre recorrimos la “la línea sur”, con estaciones en Los Menucos y Viedma. Allí, los museos anfitriones fueron el Museo Municipal y el Museo Tecnológico del Agua y el Suelo. Al mes siguiente, viajamos por “la línea del valle” y los museos que nos recibieron fueron el Museo Histórico Regional de Choele Choel y el Museo Provincial de Ciencias Naturales de Gral. Roca.


¿Qué llevamos?

En la valija pusimos: publicaciones del museo, estampitas de San Atilio, locomotoras para armar y dos archivos digitales. Estos últimos se trataron de una selección de fotos y videos de la historia de Ferrowhite y, en el otro, una secuencia de diapositivas sobre algunos hitos de la Museología Social.

En esta vertiente de la Museología fuimos encontrando herramientas conceptuales y metodológicas para nutrir el trabajo comunitario. Lejos de considerarnos especialistas en la materia, en las capacitaciones intentamos transmitir aquello que fuimos aprendiendo a través de lecturas, cursos y espacios de reflexión: esos tiempos preciados, tan excepcionales como necesarios, porque se habilita a la pregunta y a la posibilidad de reformular las cosas.

 

Cartas, itinerarios, fotos, mapas y contratos

Para iniciar las conversaciones mostramos una serie de documentos y fotografías del Archivo de Ferrowhite que pudiesen dar cuenta de las vinculaciones que unen a Bahía Blanca y Río Negro. Como una serie de telegramas, cartas y memorándums, escritos entre el ‘85 y ‘86, entre el Jefe de la estación de Los Menucos y el Jefe de Superintendencia de Transporte de San Antonio con motivo del extravío de “una bolsa de recaudación”. En Viedma, un itinerario de servicio, con los horarios, tarifas y recorridos del Ferrocarril Roca. El ejemplar que llevamos, recientemente donado al archivo, tiene anotaciones y cuentas matemáticas de Pedro Valverde, encargado en la oficina de “Control trenes", sobre los días acumulados de vacaciones de 1981. En Choele, proyectamos una serie de mapas de la red general dónde, justamente, puede observarse la imagen “De sur a sur”. Otra vinculación, de gran importancia entre los años ‘30 y comienzos de los ‘80, estuvo dada por la salida de frutas del valle a través de los puertos de White, Galván y Cuatreros. En la carpeta de contratos del Dpto. Comercial del FCS, por ejemplo, encontramos el contrato que la empresa ferroviaria firmó con la exportadora Argentine Fruit Distributor para instalarse en un galpón de la estación Cipolletti.



Derivas de la Museología Social (ideas)

En el encuentro nos detuvimos en hitos y procesos de la segunda mitad del siglo XX, como fueron los revueltos años ‘60, que empujaron a los museos a transformarse o, a lo que Mario Chagas enuncia como “la constitución de la imaginación museal”: aquella que se alimenta de prácticas culturales desalineadas con la idea de la acumulación patrimonial y que, en vez de orientarse hacia las grandes narrativas, se vuelve hacia las “narrativas modestas” y valoriza la relación entre los seres y entre ellos y las cosas. 

En el contexto del Mayo francés y ante la crisis del museo tradicional, referentes del ICOM como Hugues de Varine, George Henri Rivière y Serge Antoin dieron origen a la palabra ‘ecomuseos’, para pensar en una institución orientada por una pedagogía del medioambiente. Ecomuseo nace de un juego de palabras y desde un posicionamiento ideológico; en este sentido, Chagas agrega “no se debe tener ingenuidad al respecto, se trataba de imaginar una nueva posibilidad de acción museal libre del culto al pasado empolvado y abierta a las conexiones entre cultura y naturaleza, entre museos y medio ambiente”1. En la misma sintonía, los museólogos de la generación del ‘68 vieron la importancia de desarrollar proyectos experimentales que tuvieran como eje el concepto de “museo integral”, es decir, acercar el museo a las comunidades para que asuman un papel protagónico en su diseño y operatividad.

Entre mayo y junio de 1972 se llevó a cabo el Seminario sobre la Importancia y el Desarrollo de los Museos en el Mundo Contemporáneo, más conocido como la ‘Mesa Redonda de Santiago’ y que fue organizado por el gobierno chileno y la UNESCO. Chile se encontraba en un momento especial de su historia, en medio de un proceso revolucionario democrático con el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Este encuentro es considerado un hecho emblemático en las derivas de la Museología Social por su enfoque regional y porque “trajo un sur a una museología que antes se había guiado por el norte"2. Fue una chispa de todo lo que sobrevino al concebir a los museos como agentes de cambio social.

 “Aunque este seminario ha sido concebido para museos y museólogos latinoamericanos, creemos que sus resultados serán en gran parte válidos y aplicables a todo el Tercer Mundo y quizás también a los países desarrollados cada uno de los cuales tiene su propio tercer mundo en algún rincón de sus territorio”. Esto escribió Grete Mostny, quien fuera la directora del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, para el noticiario mensual del museo de 1972.  


Los museos comunitarios de México de los años ‘80, que siguen alumbrando experiencias de patrimonialización en la región, fueron otras de las experiencias recuperadas. Un nombre que surge casi naturalmente es el de la antropóloga contemporánea Teresa Morales, quien tuvo un rol fundamental en la creación de los museos comunitarios de este país. Desde 1988 promovió reuniones entre museos comunitarios de Oaxaca, que desembocaron en la Unión de Museos Comunitarios de Oaxaca. A comienzos de los ‘90 publicó la guía “Pasos para crear un museo comunitario” destinada a comunidades rurales y urbanas que tuviesen interés por crear un museo propio.
 

Repensar “lo común”

A este relato histórico intentamos cruzarlo con aportes de algunas disciplinas: ¿qué define a una comunidad, qué la diferencia del término ‘sociedad’, cuáles son los límites al relato esencializador y armónico que conlleva la palabra ‘comunidad’? El filósofo italiano Roberto Esposito, al analizar el individualismo en las sociedades contemporáneas, nos invita a pensar “lo común” no como lo específico de un grupo sino como una posibilidad de entrar en relación. Es decir, podemos pensar en una comunidad como en un grupo ya definido por algún lazo común (una institución, una asociación que funciona en nuestra localidad) o podemos pensar que no está “en ningún lado”, sino que es una dimensión potencial, que se puede gestar3.


 

Derivas de la Museología Social (práctica)

La parte práctica de los talleres consistió en diseñar “comunigramas”, una suerte de piezas visuales que pudiesen recuperar los marcos teóricos, entrecruzados con una mirada sobre las colecciones y exhibiciones de los museos sedes. Para ello, Ricardo (Los Menucos), Mariana y Edgardo (Viedma) y Liliana, Pucho y Mary (Choele Choel) oficiaron de guías para conocer las colecciones, los temas y las historias detrás de los objetos. ¿De quiénes y a quiénes habla este museo? ¿Encontramos pistas comunitarias?

Estas preguntas buscaban ir más allá de la materialidad de las instituciones y de sus objetos, para recordar las conversaciones previas en las que planteamos que “los museos pueden ser lugares de participación colectiva, intersección de saberes y prácticas pedagógicas, contramemorias, narrativas poéticas y políticas”. En agradecimiento por habernos cobijado esas mañanas, los comunigramas fueron un regalo hecho por esa comunidad efímera de trabajadores “sureñxs” que fuimos.  

A los comunigramas los fuimos armando en capas, discriminando contexto y relaciones sociales del museo (vínculos con personas, instituciones, colectivos…), las cosas en común (acciones concretas, proyectos, producciones…), aquello que falta (memorias, pendientes, problemáticas..) y tareas y acciones para que el museo se abra al entorno y construya con otrxs. Los pensamos como una herramienta de balance, para dar cuenta de todo lo que el museo tiene y hace, y a la vez como una hoja de ruta para posibles acciones por venir.  


20 años ¿no es nada?

Un segundo relato intentó sintetizar 20 años de historia de Ferrowhite desde los anteojos de la Museología social. Compartimos una serie de experiencias, de los comienzos del museo, junto a las memorias de lxs trabajadores ferroportuarios y, un segundo momento, con lxs participantes de los talleres Prende. 

Para dar cuenta de las “comunidades” que han habitado el museo taller, pusimos la atención en las cosas, grandes o pequeñas, efímeras o duraderas, que en estos años pudimos construir: un libro,  una obra de teatro documental,  una salida al balneario Maldonado, una taller huertero, una entrega de bolsas de verduras o una residencia artística de la mano de Isla invisible… Porque nuestras comunidades no pueden darse por descontadas, sino que “existen” en la medida en que nos encontremos trabajando, o haciendo, teniendo entre manos algo juntxs. 


Analía Bernardi y Julieta Ortiz de Rosas

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Un agradecimiento especial a Leandro Gaviño por motorizar esta iniciativa, que fue de mucha formación para nosotras. También por acompañarnos en las distintas etapas de este ciclo y sortear imprevistos varios.

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Referencias:

Chagas, M. (2007) La radiante Aventura de los Museos. Ponencia presentada en IX Seminario sobre Patrimonio Cultural “Museos en obra” celebrada el 20 y 21 de noviembre de 2007 en el Centro Patrimonial Recoleta Dominicana por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile.

2. Raquel Pontet, Manuelina Maria Duarte Cândido (eds.) (2024) Museología Multivocal en América Latina y el Caribe desde la Mesa Redonda de Santiago de 1972. ICOFOM-Barbados.

3. Testoni N., Bernardi A. y Beluzo G. (2022) Un museo común: museos y comunidades. Ministerio de Cultura de la Nación. Secretaría de Patrimonio Cultural. Disponible en: https://rmabackend.cultura.gob.ar/media/publicaciones/UnMuseoComun_Cuadernillo2.pdf


miércoles, 26 de junio de 2024

MUSEOS Y EDUCACIÓN AMBIENTAL

Enfoques, particularidades y finalidades que presentan las propuestas sobre Educación Ambiental Integral en Ferrowhite Museo Taller desde las diferentes vistas del estuario de Bahía Blanca.

Este fue el eje que lxs docentes Oscar Benítez Jara y Ludmila Zabala me propusieron para participar en el 3° Ciclo de Conferencias del Instituto Avanza: "La centralidad de la enseñanza". 

Y lo que sigue fue lo que intenté poner en común con estudiantes y docentes de distintos profesorados. Un relato a partir de la experiencia y de lo aprendido de compañerxs que pasaron por el rol de educadorxs de Ferrowhite. En la mesa también participó la Lic. y Prof. en Geografía Lorena Espasa quien hizo aportes sobre la implementación de la Ley de Educación Ambiental Integral.

Recorridos conversados

A los grupos de las escuelas que nos visitan solemos recibirlos en el portón de ingreso y proponerles un “recorrido conversado” por el parque del museo. 

Una de las consignas a la que siempre volvemos dice “el museo empieza afuera”, a ese afuera  lo consideramos casi o tan igual de importante como el adentro, con sus muestras de objetos vinculadas con la historia ferroviaria local. El museo no está aislado, tampoco se hace puertas hacia adentro: está ubicado en una localidad que tiene un puerto; un puerto que a su vez tiene una función específica y una larga historia; ubicado en un estuario, ría o bahía; en un humedal como ambiente; en el barrio del "Boule".

Y compartimos la propuesta de intentar ser perceptivxs a ese paisaje en el cual el museo está emplazado, en el cual, como siempre decimos, hay “mucha información", muchos estímulos como el movimiento de barcos que entran y salen, los ruidos de los silos que en estos días están levantando Cargill y Viterra, las chimeneas humeantes, las grúas sacando los barcos hundidos, los sonidos de las sirenas de los jueves a las 11; ejemplos de un espacio en transformación en el presente y esa dimensión del ambiente como algo en tensión.

En ese afuera también hay mucho de lo concreto y de la experiencia de la tactilidad, de entrar en contacto con huellas de la historia ferroportuaria de la ciudad: están las materialidades de la historia del ferropuerto, de distintas épocas, algunas de las cuales continuaron siendo utilizadas por las empresas transnacionales que, en los años ’90, durante el período que llamamos “la gran transformación”, se volvieron actores socio-económicos claves de esta franja costera. 

Es decir, está lo histórico, en relación con lo ferroportuario y están los elementos que podemos asociar con el ambiente, con el entorno natural: una enorme cantidad de cuises, por ejemplo, habitó el parque en 2019 y desconocemos los motivos de por qué así como llegaron, se fueron; un panal de abejas –en crecimiento- en el frente de la usina; bandadas de palomas que toman agua en los charquitos del parque… Y ya, caminando un poco más, en el  sector de la ex playita de la usina, si la marea está baja, podemos contemplar las cuevas de los cangrejos cavadores y las gaviotas cangrejeras en distintas situaciones…

En este panorama sociocultural y natural, entonces, está Ferrowhite, 

un museo de gestión  pública, que intenta, en el ejercicio cotidiano, 

crecer en relación con las comunidades que allí  participan. 

Playita

Hacer una pausa en el sector de la ex playita de la usina es un tiempo al que le damos importancia. Intentamos condicionar lo menos posible esa primera mirada que se construye del lugar, respetar el derecho de lxs visitante a la contemplación, en  este caso, de la biodiversidad. La vida es diversa, puede manifestar distintas formas. Después de esa experiencia proponemos un espacio de escucha e intercambio. 

En este espacio que muchas veces llamamos ¡qué  panorama! intentamos transmitir una lectura situada que dé cuenta que los elementos naturales y sociales que allí se articulan son el resultado de un conjunto de transformaciones ocurridas a lo largo del tiempo.

Ese espacio, puntualmente, atesora muchas historias, de vecinos de White y de Villa Rosas que  dispusieron de ese espacio contiguo a la usina, hasta principios de los ‘80, como un balneario.  Una playa que se formaba por el agua salada que había ingresado a la usina por un sistema  subterráneo de canales para enfriar las maquinarias y después descargaba en la ría. Los  vecinos, con piedritas armaban una especie de piletón circular y se quedaban ahí, sintiendo el agüita termal. Recuperamos las historias de los trabajadores como Angelito Caputo, ex  trabajador de la usina, quien recuerda en sus memorias sobre las personas que allí se bañaban, de día y de noche, que las podían ver desde las calderas, que a veces incluso ellos también se bañaban en algún cambio de horario. La identificación entre historias de trabajadores del  puerto, ferrocarril y usinas, que aborda el museo y, los balnearios de White, se da, paradójicamente, casi en forma natural.


Rambla de Arrieta

Como un modo de desnaturalizar estos cambios, cómo un modo de posicionarnos, de poner  en común un planteamiento de este quiebre entre comunidad y mar, desde el museo, desde sus comienzos en el año 2004, recuperamos el proyecto de un intendente local, de ideología socialista, Agustín de Arrieta: en el año '34, Arrieta, sensible a esta identificación entre pueblo y playa, proyectó un balneario popular junto al barrio Bulevar Juan B. Justo, donde hoy  se encuentran la central termoeléctrica Luis Piedrabuena (Pampa energía) y la trasnacional  cerealera ADM.  

La Rambla de Arrieta, justamente, nos permite repensar la palabra ‘territorio’ como algo que  no está dado, siempre está en proceso de formación, en devenir, nunca acabado, nunca  cerrado.

 

A su vez, en las intervenciones y gestiones que allí se van haciendo, nos vamos reapropiando como comunidad. En este sentido, dar cuenta de lo físico (que concretamente posibilita “el hacer” en  comunidad) y también, de que es un espacio socializado y culturalizado. Que reúne las  palmeras artificiales que imagina nuestro compañero Pol Ovideo en unos viejos aisladores de  energía para jugar con las playas de Hawaii y las de White; con la frase que armó un residente de Isla Invisible (por la necesidad de visibilizar ese espacio vedado Vs. “bahía le da la espalda al  mar”) en uno de los tejidos que nos separan de la ría y enuncia “de qué está hecha la espuma de mar”, con las choripaneadas de la comunidad Prende chicxs para dar inicio al taller anual de artes plásticas. Todo pasa ahí, junto al mar.

Esas apropiaciones múltiples, de voces superpuestas, nos permiten construir, materialmente, el lugar que queremos habitar, con la certeza de que otras personas también tienen que pasar por la experiencia, en este presente y en el futuro. A su vez, podemos pensarlo como un lugar singular y específico, que se relaciona con la forma de percibirlo de la comunidad que lo habita y lo transforma.  


Educación ambiental en museos 

Este espacio, a la vez, presenta una serie de tensiones sociales y ambientales, vinculadas  fuertemente con la actividad económica y comercial del puerto. Cuenta con carteles que dicen ‘no pasar’, está cercado, hay alambres de púas y tejidos. Hay límites definidos al uso de un espacio  que fue común. 

Allí podemos reflexionar sobre los motivos que desencadenaron en las fuertes transformaciones de ese espacio que, sin caer en idealizaciones, se presentaba más  equilibrado entre la función productiva y los márgenes para el disfrute social. Buscamos recuperar la dimensión política de esos cambios y las continuidades del extractivismo en la Historia económica del país, problematizar la imagen del embudo del puerto.

Propuesta educativa 1: El granero del mundo

Mostramos unos tubos de granos, de los principales productos que se  exportan, ¿qué nos dice la situación operativa del día que publicó el CGPBB? 

Intentamos construir una mirada crítica y un discurso autónomo alrededor de esa información y no quedarnos en las cifras siderales que nos resultan difíciles de dimensionar: “analizar los  intereses de los distintos actores sociales, sus argumentos y propuestas, favorece la  construcción de un posicionamiento propio por parte de las y los estudiantes, promoviendo el  pensamiento crítico, ampliando y complejizando la mirada que traen de su realidad social”  (Propósito de la Educación ambiental: la sensibilización ambiental) 

Preguntas que surgen: Las semillas que se exportan, ¿bajo qué procedimientos se obtienen? El  concepto de bienes comunes, “aquellos que se hereden y se transmiten en una situación de  comunidad”, parecería no cumplirse. // ¿Qué sucedería con el empleo si alguna de estas  empresas decide retirarse del país por los cambios en la normativa? // ¿Qué conflictos ambientales conlleva? // ¿Cómo seguir como comunidad? 

Propuesta 2: Arqueología de la marea: 

Arqueología de la marea: ¿qué estudia la Arqueología? Somos arqueólogos, en cada hallazgo minúsculo podemos dar cuenta de procesos económicos, sociales y ambientales que afectan nuestra vida. 

 ¿Qué es basura y qué no? Depende de cómo lo miremos 

 Un plato roto con una descripción china en la parte de atrás / una soga / una red / una pluma ¿Por qué en este mar? 

 ¿Qué impactos tiene este modelo, este “puerto cada vez más eficiente y competitivo” en la  economía urbana? ¿Qué pasa con las riquezas que aquí se producen y comercializan? 

¿Qué ventajas y desventajas encontramos sobre la presencia del polo petroquímico? 

¿En qué situación se encuentra la pesca artesanal? A sabiendas de que está atravesando un conflicto profundo con las actividades industriales, petroquímicas y petroleras. ¿Cómo la afecta el dragado y la contaminación del agua, suelo y aire? ¿Qué pasa con los procesos judiciales que  se inician desde los damnificados?

Nos hacemos preguntas sobre la fauna y la flora del estuario. Estar ahí, en la costa del estuario, nos acerca a problemáticas medioambientales y de la mano de eso, a la posibilidad de cuidarlo, de poder poner en práctica el cuidado y la defensa de lo ambiental.


Cruzamos este eje con la línea de trabajo comunitario del Prende. ¿Qué hace un proyecto de huertas agroecológicas en un museo “ferroviario”? La supuesta  dicotomía naturaleza-cultura se cae, podemos ver cuán conectadas estén. Es parte de un  proyecto comunitario, en articulación con el INTA Y Prosauchis, vinculado con el enfoque de la  Soberanía Alimentaria y con las ideas del ambientalismo integral de las que habla Chiqui  Gonzalez: “una vocación que venga a atravesar transversalmente la cultura, los aprendizajes, el cuerpo y la calidad de vida, el desarrollo humano y un concepto de naturaleza del que  formemos parte”.  


Que en escala pequeña puede presentarse, en un mismo territorio portuario, este gesto de  producción sensible y soberana de los alimentos, que cuida la salud de las personas y a la  naturaleza -en contraposición con el modelo cuantificado, racional, calculable del  extractivismo-, es algo que nos parece importante de recuperar. 

Recuperar la escala pequeña, de intervención, con estos proyectos que no pretenden cambiar  la vida pero sí ensayar otras posibilidades. Que eso lo hacemos mientras se discute si se instala  acá o en Río Negro la planta de GNL. Y aunque, frente a esos problemas tan grandes o al hecho de que las empresas no han internalizado el daño ambiental, volver posible la comunicación ahí, situada, con quiénes nos visitan, con nuestrxs vecinxs. Y poner al museo como un espacio disponible para pensar en esos bienes comunes. 

 

Para ir cerrando: Por modos de vida ambientalmente justos  

Me gustaría traer el concepto de Buen Vivir, un posicionamiento político que defiende que las  personas somos parte integral y no dueñas de la naturaleza. Nos enseña a mirar con  cuestionamientos que los conceptos de ‘progreso’ y ‘desarrollo’ son, justamente, indiscutibles. El Buen vivir nos ofrece herramientas teóricas para profundizar en lo que hacemos en un mundo desigual y es una tarea a largo plazo, apropiarnos cada vez más de sus postulados: “los  saberes comunitarios, muchos de ellos ancestrales constituyen la base para imaginar y pensar  un mundo diferente, en tanto camino para cambiarlo” (Acosta A., 2014).


jueves, 25 de enero de 2024

UN BUEN PLAN

La idea surgió en una capacitación del INTA en el Prende, sobre diseño y planificación de huertas agroecológicas. Pocos días antes había empezado el otoño. Belén Giacotto y Silvina Bracamonte nos propusieron reflexionar sobre el cuidado de las huertas con una serie de imágenes circulares y el calendario de cultivos que armaron para el sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
 

Fanny Maciel, una de las participantes del taller, se ofreció a reunir en un programa de diseño digital informaciones y conocimientos incorporados estos años de experiencias huerteras. Belén y Silvina acompañaron de cerca el proceso de trabajo y despejaron las dudas que surgieron en el devenir del invierno. El tiempo cíclico vio llegar a Carlitos Mux con nuevos diseños gráficos.

En un nuevo encuentro, ya entrada la primavera, pusimos en común los avances del planificador. Pensamos ideas de nombres, tonalidades de colores y modos simples de vincular íconos de verduras, con tipos de tareas y épocas del año. 

Desde un punto de vista formal o estético, nos gustaba la idea de imaginar círculos de diversos tamaños, colores y temas colgados en las paredes del Prende. A la vez, esta forma se ligaba con “Darnos las manos”, el último 8M y el círculo que muestra los haceres y herramientas que nos identifican a las mujeres del Prende; lo mismo, con el proyecto de museografía mutante que emprendimos junto a la Fundación Williams para convertir algunos espacios del taller en salas de muestras.

Un círculo, de personas que no se conocían, por el ejercicio de compartir modos de mirar y permeables a comprender las miradas del entorno, deja a disposición Un buen plan para accionar en diversos contextos:

 

Un buen plan ensambla nuestras experiencias huerteras

en la tierra y el clima whitenses.

Expresa una ecología de saberes populares y científicos

que fuimos aprendiendo desde que

iniciamos el proyecto de las huertas en el Prende de Ferrowhite.

 

Su forma es circular para dar cuenta de otras representaciones del tiempo.

Como sucede con las semillas que vemos brotar y nos dan el alimento,

el tiempo transcurre a través de ciclos de quietud

y movimiento, de nacimientos y muertes que vuelven a generar vida.

 

Una invitación para pasar de la productividad acelerada

a la calma de la autoproducción y la

soberanía de los alimentos.