miércoles, 27 de noviembre de 2013
TODOS CANTAN
Se viene el último encuentro de ¿Lo decímos cantando?, el ciclo que reúne a la pianista Sarita Cappelletti con sus alumnos del taller de canto de la Asociación "La Siempre Verde". A esta fiesta de fin de curso nadie quiere faltar: grandes y chicos, gente de White y de toda Bahía Blanca llegan para enseñarnos por qué a veces las cosas se cuentan mejor con música. Anoten: domingo 1/12, a las 19 hs.
martes, 26 de noviembre de 2013
LOS TALLERES INTERMINABLES
El libro "Los talleres invisibles: una historia de los Talleres Ferroviarios Bahía Blanca Noroeste" está en la imprenta, y ya es imposible agregar nada, ni media coma.
El domingo vino Abel Suanes, fundidor que trabajó en Talleres entre 1947 y 1979, y nos estuvo contando varios detalles más sobre cómo era el trabajo en su sección. De esto también nos hemos de seguir enriqueciendo todos, de todas estas cosas: encuentros, testimonios, fotos posteriores a la publicación. El libro es un nuevo punto de partida que nos permite avanzar, pensar con más detalle algunos aspectos que solo es posible considerar cuando ya otras cuestiones están más o menos despejadas.
lunes, 25 de noviembre de 2013
miércoles, 20 de noviembre de 2013
MÚSICA DE LOS PUERTOS
lunes, 18 de noviembre de 2013
domingo, 17 de noviembre de 2013
EL LEGAJO QUE SE SALVO DEL FUEGO
Como si de algún modo esta historia pudiera tener un final feliz.... Hace siete años empecé a indagar sobre la historia de los Talleres Noroeste partiendo de una anécdota que me contó Ricardo Schettini: que todos los legajos de personal del taller habían sido incinerados en el horno de la herrería en el momento en el que los talleres eran transferidos a manos privadas.
El jueves pasado fui a entrevistar a Venicio Andreocci (1938) quien se retiró como supervisor de montaje en Talleres Bahía Blanca en 1991, después de 38 años de trabajo. Durante la conversación, lo primero que recuerda Venicio es que el día que llevaban en carretillas los legajos al horno de la herrería, un compañero le avisó que por allí estaba el suyo, y que así logró rescatarlo de las llamas.
Y de pronto ahí estaban, delante mío, los exámenes de ingreso, las solicitudes de vacantes, los famosos "expliques", las actas por accidentes, los certificados de nacimientos y defunciones, los documentos que acreditaban ascensos, reclamos, todo junto abrochado en ese legajo, testimonio de la trayectoria laboral de Venicio pero también de esa inmensa maquinaria administrativa que fue reducida a cenizas.
Mañana va a imprenta el libro "Los talleres invisibles: una historia de los Talleres Ferroviarios Bahía Blanca Noroeste", y lógicamente, de las historias que me contó Venicio, de sus exquisitas maquetas, de su cordialidad y la de su señora, ya no voy a poder hablar en el texto, pero muchos otros trabajadores podrán leer en esas páginas su propia versión de los hechos.
Un libro no es más que una etapa en un proceso de búsqueda, un intento de sistematización y reflexión sobre la información recabada, es decir, un "legajo" permanentemente incompleto porque, claro, la historia nunca puede darse por cerrada. Bienvenidas entonces las próximas entrevistas, y las discusiones y las revisiones que seguirán, a partir de ahora.
El jueves pasado fui a entrevistar a Venicio Andreocci (1938) quien se retiró como supervisor de montaje en Talleres Bahía Blanca en 1991, después de 38 años de trabajo. Durante la conversación, lo primero que recuerda Venicio es que el día que llevaban en carretillas los legajos al horno de la herrería, un compañero le avisó que por allí estaba el suyo, y que así logró rescatarlo de las llamas.
Y de pronto ahí estaban, delante mío, los exámenes de ingreso, las solicitudes de vacantes, los famosos "expliques", las actas por accidentes, los certificados de nacimientos y defunciones, los documentos que acreditaban ascensos, reclamos, todo junto abrochado en ese legajo, testimonio de la trayectoria laboral de Venicio pero también de esa inmensa maquinaria administrativa que fue reducida a cenizas.
Un libro no es más que una etapa en un proceso de búsqueda, un intento de sistematización y reflexión sobre la información recabada, es decir, un "legajo" permanentemente incompleto porque, claro, la historia nunca puede darse por cerrada. Bienvenidas entonces las próximas entrevistas, y las discusiones y las revisiones que seguirán, a partir de ahora.
jueves, 14 de noviembre de 2013
PARENTELA FERROVIARIA
miércoles, 13 de noviembre de 2013
TRAS LA HUELLA DE LA PRIMER MOTO BAHIENSE
¿La primer moto hecha en el país se fabricó en Bahía Blanca? Ferrowhite invita a sumarse a su búsqueda.
Se trata de una iniciativa impulsada por la casa de coleccionismo "El Viejo Garage", que intenta recuperar una pieza clave de la historia del motociclismo nacional: la moto R.P.F, construída en nuestra ciudad hace 64 años por Juan Raffaldi, Carlo Preda y Roberto Fattorini, tres mecánicos italianos llegados a nuestro país en tiempos de la primera presidencia de Perón.
Durante la investigación que nos llevó a presentar hace un par de semanas la charla “Ma, come siamo arrivati qui? Inmigrantes italianos de la segunda posguerra en Bahía Blanca", Héctor Guerreiro y Ana Miravalles dieron con un artículo publicado por el diario La Nueva Provincia el 4 de octubre de 1949, en el que se anuncia la presentación de una "motocicleta netamente bahiense": "Con los medios más rudimentarios, sin aquellas maquinarias que se estiman poco menos que imprescindibles para la elaboración de las distintas piezas, esos técnicos han hecho el milagro de darnos la primera motocicleta íntegramente construída en Bahía Blanca". Una nota posterior, fechada el 12 de octubre de ese mismo año, da cuenta de que el invento fue exhibido en el marco de la 1ª Exposición Regional de Economía realizada en el Mercado Victoria.
Si bien la producción en serie de la R.P.F no prosperó, años más tarde, Raffaldi y Fattorini mudaron su actividad a Buenos Aires, donde comenzaron a fabricar las motos Tehuelche y, luego, las Legnano Tehuelche, que sí lograron comercializarse. En su libro "Historia del motociclismo argentino", Juan F. von Martin menciona a Roberto Fattorini como el constructor de la primer moto nacional, aunque sin precisar el nombre de aquel primer modelo. Por otra parte, Alberto London, reconocido especialista en el tema, conserva un folleto en el que puede constatarse que la R.P.F. era una moto de 250 centímetros cúbicos de cilindrada, con dos cilíndros separados y ventilados, y llantas talladas por Carlo Preda a partir de bloques sólidos de aluminio. Según Alberto, se habrían construido en la ciudad 2 o 3 unidades. ¿Existirá alguna todavía? Tras su rastro estamos, con el objetivo inmediato de exhibirla pero, en un sentido más amplio, de empezar a preguntarnos a partir de este objeto por la historia de la industria mecánica en Bahía Blanca. Cualquier información sobre las características y el paradero de la primer moto bahiense nos ayudará en tal sentido.
Se trata de una iniciativa impulsada por la casa de coleccionismo "El Viejo Garage", que intenta recuperar una pieza clave de la historia del motociclismo nacional: la moto R.P.F, construída en nuestra ciudad hace 64 años por Juan Raffaldi, Carlo Preda y Roberto Fattorini, tres mecánicos italianos llegados a nuestro país en tiempos de la primera presidencia de Perón.
Si bien la producción en serie de la R.P.F no prosperó, años más tarde, Raffaldi y Fattorini mudaron su actividad a Buenos Aires, donde comenzaron a fabricar las motos Tehuelche y, luego, las Legnano Tehuelche, que sí lograron comercializarse. En su libro "Historia del motociclismo argentino", Juan F. von Martin menciona a Roberto Fattorini como el constructor de la primer moto nacional, aunque sin precisar el nombre de aquel primer modelo. Por otra parte, Alberto London, reconocido especialista en el tema, conserva un folleto en el que puede constatarse que la R.P.F. era una moto de 250 centímetros cúbicos de cilindrada, con dos cilíndros separados y ventilados, y llantas talladas por Carlo Preda a partir de bloques sólidos de aluminio. Según Alberto, se habrían construido en la ciudad 2 o 3 unidades. ¿Existirá alguna todavía? Tras su rastro estamos, con el objetivo inmediato de exhibirla pero, en un sentido más amplio, de empezar a preguntarnos a partir de este objeto por la historia de la industria mecánica en Bahía Blanca. Cualquier información sobre las características y el paradero de la primer moto bahiense nos ayudará en tal sentido.
lunes, 11 de noviembre de 2013
METELE QUE SON PASTELES
Los Amigos del Castillo haciendo buenas migas con un montón de gente, ayer a la tarde, en el parque de la usina.
jueves, 7 de noviembre de 2013
ESTAMOS AL HORNO
Si la tradición se festeja todos los años será porque hay que reinventarla cada tanto, ¿no?. Este domingo, a partir de las 17 hs., los Amigos del Castillo invitan a compartir la tarde en Ferrowhite con pastelitos caseros, empanadas criollas, danza y las guitarras folcklóricas del herrero Jorge Holzmann.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
martes, 5 de noviembre de 2013
DESHACER LA AMÉRICA
El pasado viernes nos mudamos al auditorio de la Asociación Dante Alighieri para presentar, junto al Hospital Italiano Regional del Sur, “Ma, come siamo arrivati, cui?”, una charla en la que Ana Miravalles reconstruyó, a partir de su trabajo con entrevistas y documentos de archivo, parte de la historia de la inmigración italiana de la segunda posguerra en Bahía Blanca, acompañada por el dúo musical “Los Nonos de Atilio”.
Entre 1947 y 1960 llegaron al país alrededor de medio millón de italianos. No pocos se radicaron en Bahía Blanca. Aquí encontraron una ciudad constituida precisamente durante otro período de gran afluencia de trabajadores europeos, entre la última década del siglo XIX y las primeras tres del siglo XX. A menudo, sin embargo, la historia de ambas migraciones se cuenta como si fueran la misma, como si se hubiese tratado de un flujo humano continuo y uniforme, indiferente a las circunstancias personales pero también a los cambiantes contextos históricos, en el que el proceso migratorio es entendido como un simple “trasvase” de gente que llegó para quedarse y prosperar, asimilada sin problemas a una “sociedad de puertas abiertas”.
Las cosas, desde luego, fueron más complejas. Tanto la partida como la llegada solían estar plagadas de inconvenientes. El camino no sólo era ida, ni siempre ascendente. La realidad contradijo en más de una ocasión las expectativas, e incluso el margen para las decisiones individuales fue menos amplio de lo que a muchos de nosotros, hijos y nietos de aquellos “gringos”, nos gusta reconocer. Paralelas al deseo o la necesidad de emigrar de miles de italianos durante la segunda posguerra, las circunstancias políticas en sentido amplio (fascismo y miseria en Italia, peronismo e industrialización en Argentina) y políticas en sentido específico (determinados acuerdos entre los gobiernos de Argentina e Italia, influencia de instituciones como la iglesia católica o los partidos políticos, o de organismos internacionales como el CIME) fueron tan determinantes como las propias circunstancias personales a la hora de partir, de radicarse o decidir la vuelta.
Muchas veces se busca definir la imagen de nuestra ciudad poniendo de relieve las figuras de quienes, habiendo nacido acá, se destacan afuera, si es en el extranjero mejor. Como si su éxito exaltase una marca de origen, pero al mismo tiempo subrayase nuestra incapacidad para entender a la propia ciudad como un lugar memorable, donde también sucede la historia. “Ma, come siamo arrivati, cui?” invitó al ejercicio alternativo de comenzar a trazar el perfil de Bahía Blanca en base a las figuras de quienes, aún habiendo nacido en otros lugares, vinieron, vivieron y eventualmente murieron en este sitio. Morir en un lugar después de una vida de trabajo, puede darnos pistas, indicios, para pensar la ciudad no desde la pureza prístina de un origen esencial que se imprime en los genes de sus “hijos”, sino desde la multiplicidad de proveniencias de quienes a lo largo del tiempo han confluido en ella. El punto de vista de los que llegaron tal vez nos ayude a vislumbrar quienes somos sin renunciar a comprender las tensiones que nos constituyen.
Entre 1947 y 1960 llegaron al país alrededor de medio millón de italianos. No pocos se radicaron en Bahía Blanca. Aquí encontraron una ciudad constituida precisamente durante otro período de gran afluencia de trabajadores europeos, entre la última década del siglo XIX y las primeras tres del siglo XX. A menudo, sin embargo, la historia de ambas migraciones se cuenta como si fueran la misma, como si se hubiese tratado de un flujo humano continuo y uniforme, indiferente a las circunstancias personales pero también a los cambiantes contextos históricos, en el que el proceso migratorio es entendido como un simple “trasvase” de gente que llegó para quedarse y prosperar, asimilada sin problemas a una “sociedad de puertas abiertas”.
Las cosas, desde luego, fueron más complejas. Tanto la partida como la llegada solían estar plagadas de inconvenientes. El camino no sólo era ida, ni siempre ascendente. La realidad contradijo en más de una ocasión las expectativas, e incluso el margen para las decisiones individuales fue menos amplio de lo que a muchos de nosotros, hijos y nietos de aquellos “gringos”, nos gusta reconocer. Paralelas al deseo o la necesidad de emigrar de miles de italianos durante la segunda posguerra, las circunstancias políticas en sentido amplio (fascismo y miseria en Italia, peronismo e industrialización en Argentina) y políticas en sentido específico (determinados acuerdos entre los gobiernos de Argentina e Italia, influencia de instituciones como la iglesia católica o los partidos políticos, o de organismos internacionales como el CIME) fueron tan determinantes como las propias circunstancias personales a la hora de partir, de radicarse o decidir la vuelta.
viernes, 1 de noviembre de 2013
GRINGO
Raimondo Gallo filmado por Ana Miravalles durante una de las entrevistas preparatorias de "Ma, come siamo arrivati qui?", la charla que presentamos hoy, a las 20 hs., en el auditorio de la Asociación Dante Alighieri.