En la Rambla de Arrieta la ruina se enreda con la obra en construcción. Una obra que se parece muy poco a nada. Que se hace con lo que se tiene a mano. Y con lo que otros tienen para dar. La noticia de esta semana es que aparecieron estas enormes torres de porcelana y que las fuimos a buscar. Las plantamos en nuestro paseo extraño, como si fueran troncos de palmera de los trópicos marcianos.
Pero, en realidad, ¿Qué son? ¿Columnas? ¿Menhires? ¿Pagodas? ¿Chimeneas? Roberto Salvucci, que trabajó en la usina, aclara: "son aisladores eléctricos para alta tensión". Estas torres sostenían gruesas barras de cobre por las que corrían millares de volts. Por eso es que están hechas de cerámica, un material que no es conductor de electricidad. Como el jarrón de la abuela pero muchísimo más grandes. Todavía se las ve en las estaciones de transformación de energía de toda la región. "También había en la usina castillo -agrega Roberto- justo en la sala que hoy ocupa el taller Prende y al lado de La Casa del Espía". Ahora son otra vez parte de un lugar que se gana a pulso, día a día.
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