¿A dónde lleva la escalera de La Casa del Espía? La verdad que nunca se sabe. Ayer la planta alta del café de Ferrowhite se llenó vagones y pajaritos. Inauguramos dos muestras: "Stops", de Mariano Constantini y "Dibujos de pájaros", de Juan Luis Sabattini. Mariano y Juan Luis no sólo son dos estupendos artistas. Son, además, dos trabajadores municipales. Dos tipos ocupados en el cotidiano sostén de la cosa pública, en tiempos en que el sentido de lo público es cualquier cosa menos evidente. Nos gusta pensar sus obras no al margen sino en vínculo con esta condición.
Algo de eso revolotea por la cabeza de Matías Matarazzo cuando invita a leer en la "línea pausada" de los dibujos de Juan Luis "el peso de una época fuera de quicio". "Desde un escritorio, de manera silenciosa, estos dibujos le hacen preguntas a una época que descansa en la tranquilidad de una red de palabras y algoritmos: ¿Son pájaros o adornos? ¿Es una paloma vestida para actuar en un cuento infantil o una luz que se prende en la nada? ¿Son ramas o naves espaciales? ¿Nacen cisnes de esa planta? ¿Esas gallinas están empollando un tirano?"
Y quizás algo de eso pesca también Silvina Evangelista cuando se pregunta por los modos en que Mariano representa el universo ferroviario: "Pareciera que el artista, a través de imágenes creadas y montadas, quisiera algo más que sólo enfrentarnos a un objeto que nos es conocido, porque sabemos todos los significados con los que carga. Los vagones de trenes argentinos literalmente cargan poderes, luchas, victorias, fracasos, servidumbres, dominaciones, ideales, utopía y saqueos, que se mantienen ahí, latentes en su visibilidad."
Artistas al pie del "primer mostrador del Estado", Juan Luis y Mariano saben que la tinta sobre el papel puede ser ligera como un ave, pero también pesada como un vagón. Para descubrirlo, señoras y señores, hay que animarse a trepar por los escalones de La Casa del Espía.
A Luca Raimondi que le puso música a la tarde, a Rodolfo Díaz y Cachito Mazzone que, como cada domingo, sirvieron el mejor café, a Carlos Mux y Pablo Oviedo que pusieron el hombro y dieron en el clavo, y a Ramiro Ravasi que ideó e hizo posible esta muestra, gracias.
A Luca Raimondi que le puso música a la tarde, a Rodolfo Díaz y Cachito Mazzone que, como cada domingo, sirvieron el mejor café, a Carlos Mux y Pablo Oviedo que pusieron el hombro y dieron en el clavo, y a Ramiro Ravasi que ideó e hizo posible esta muestra, gracias.
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