miércoles, 13 de octubre de 2021

IDAS Y VUELTAS

Patricio se viene a pie, con los perros, desde una casa que queda al fondo del Bule. Nos cuenta que usa la granza del cereal como un sustrato para las plantas porque, a diferencia de lo que creen muchos, la granza tiene todos los nutrientes que se te ocurran. La busca en el secadero y con esa cascarilla, de a poco, rellena un terreno tan bajo que en algunos lugares brota el agua. Mete de todo: cartones, latas, basura y, por encima, capas y capas de granza que riega para que la cosa asiente. Luego de hacer eso durante años, ahora en ese sitio se puede plantar. Nos habla de sus árboles y de las rosas terciopelo que nadie más tiene por aquella zona del barrio, y acepta asesorarnos con el suelo de la huerta que queremos arrancar en la Junta Vecinal del Saladero.



Nathy llegó con su familia desde Neptunia. Neptunia no es otro planeta, sino un pueblo de Uruguay en el que Nathy cultivaba frente al mar unos zapallos gigantes nacidos de semillas del Perú que le regaló un vecino. Está contenta porque acá, en White, las que brotan solas son las Orejas de Elefante. También estuvo Manu con un amigo. Se ofreció a dar una mano en la huerta que atienden Juanita y América al lado de la Iglesia Adventista. Manu nos hace saber que siempre podemos contar con él los días en que no labura.


Titi hizo la de siempre. Apareció temprano, se fue a trabajar a la peluquería y volvió sobre las doce a poner a punto el Prende para el encuentro del sábado con lxs más chicxs. Gise, Andrea, Dylan y Lucas estuvieron a la mañana y retornaron a la tardecita para regar los plantines del invernadero y trasplantar a los canteros de la entrada los malvones que mandó la mamá de Silvia. A la entrega de semillas del INTA asistieron pocos pero, pensándolo bien, fue un día bastante movido. En los senderos que traza este ir y venir, es el propio museo el que va encontrando su fisonomía.

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