sábado, 1 de abril de 2017

RECLAMOS HISTÓRICOS

Teníamos todo listo. Semanas nos había llevado encontrar una fecha, coordinar con todxs los que íbamos a formar parte de esta actividad y pensar en cómo llevarla adelante con chicxs y grandes a la vez. Estábamos con ganas de arrancar de nuevo el taller de los sábados Prende, de volver a vernos con lxs chicxs y el equipo de trabajo del Programa Envión Saladero- Bulevar, de encontrarnos por primera vez con Alejandra Santucho y Anahí Junquera de la agrupación H.I.J.O.S. que se habían hecho un hueco en sus agendas para venir a compartir con todxs nosotrxs sus historias de vida.

Teníamos todo listo. Habíamos ordenado y limpiado el taller, acomodado las estanterías recién terminadas, puesto caballetes y tablones, traído sillas y trasladado los banquitos. Habíamos preparado los lápices de colores, las tijeras y los cartones. Habíamos dejado listas las galletitas y las leches para que las amigas de la Asociación, que habían confirmado su presencia, prepararan la chocolatada que les sale tremenda. 

Teníamos todo listo. Pero eran las 8.30 de la mañana y no paraba de llover. Suavecito, pero constante. Había llovido prácticamente toda la noche y por esa razón parte del taller Prende amaneció inundado. Porque aunque esté en la planta baja del castillo, el agua de la lluvia, en teoría arriba, en el techo, por algún lado se va filtrando. Y entonces es en días como este, cuando llegamos y nos encontramos con este panorama, en que nos preguntamos por qué no habrá llegado el subsidio que si bien no alcanzaba para reparar todo el techo, al menos hubiera servido para limpiar las canaletas de este Monumento Nacional y Provincial. 

También las calles de tierra del Boulevard y el Saladero amanecieron hechas un barrial. Un lodo patinoso con olor a cereal podrido que hace muy difícil que puedas salir de tu casa sin resbalarte, caerte o ensuciarte. Un barro que con estos días de calor y de humedad, además, se llena de moscas y mosquitos. De modo que, aunque el taller hubiera estado en condiciones, lo que habría fracasado igual, y muy a pesar de la convocatoria, es la asistencia. Porque lxs chicxs y las familias del taller Prende y de Envión no podían salir de sus casas, no podían caminar el barrio, no podían llegar hasta el museo.

Dirán que son estos días grises los que generan un particular estado de ánimo y estimulan una mirada particularmente negativa sobre la realidad. Puede ser. Pero hay veces en que las cosas que andan mal se acumulan. Como el deterioro de este edificio patrimonial y emblemático de esta localidad portuaria, el barro con el que convivimos tras cada lluvia, el cartel que nos sacaron cuando repararon una sección de cableado eléctrico y no volvieron a colocar, las cloacas que desbordan, el colectivo que tiene que cambiar el recorrido para evitar encajarse en el lodazal… En este museo y en estos barrios de los cuales formamos parte, también los reclamos son históricos.

Hoy la lluvia nos aguó la mañana, el barrio y el taller. Un día de perros, como se dice. Pero la culpa o la responsabilidad no es ni de la lluvia, ni de los perros. “¿Jorge, se suspendió?- preguntaba temprano una de las chicas del Envión- Si no, esperemos hasta las nueve de la tarde, capaz que no llueve más, mejor. Así que hacelo, hacelo, porque capaz que no llueve más después… Y aparte a mí me reencantó la idea de ir allá.”

La actividad de hoy era sobre derechos humanos. Y así nos quedamos todxs, con las reganas y la rebronca.

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