Este domingo de pascua, la Casa del Espía te espera, de 15 a 19 hs., con café espresso, tarta de frutos rojos y masitas griegas recién salidas del horno.
jueves, 29 de marzo de 2018
lunes, 26 de marzo de 2018
jueves, 22 de marzo de 2018
AL PUERTO A LABURAR
"¡Andá laburar al puerto!" Picante, la frase reaparece, cada tanto, en la conversación cotidiana, un aguijón en la punta de la lengua de todo aquel que, con sarcasmo, tilda a algún otro de vago, perezoso o haragán. En sólo cinco palabritas, condensa las premisas de una ideología que se hace llamar cultura, la "cultura del trabajo". Asume, por un lado, que un trabajo sólo es verdadero en la medida en que involucra una exigencia física de carácter agotador ("¡Dejate de embromar, laburar es hombrear bolsas en el puerto!") y, por el otro, que en el puerto siempre hubo, hay y habrá trabajo para todo el mundo. O sea, para decirlo con otra frase del mismo repertorio meritócrata, "que el que no trabaja es porque no quiere", y que eso, claro, está mal, muy mal, porque cuando no contagia el deseo que convendría, el trabajo representa un deber, y su falta, una falta de índole moral. ¿Pero es así? ¿Es el puerto ese lugar en el que pleno empleo y pleno esfuerzo, en el que salario y sudor, van felices de la mano? ¿Acaso lo fue alguna vez? ¿No fue siempre también territorio para la farra corrida y la vagancia, un sitio lleno de expertos en pasarla bien?
Ferrowhite nació como un espacio dedicado a la vivencia de personas que podían llegar a trabajar en un mismo lugar durante décadas. En el ferrocarril, en la Junta Nacional de Granos, en las usinas no sólo se aprendía un oficio. Ahí los laburantes también se volvían "socios", "camaradas", "correligionarios", "compañeros", para defender un reclamo, gestionar un comedor o levantar un hospital.
Hoy los trabajadores de este puerto compiten por ser el empleado del mes, se rigen por convenios que ya no son colectivos sino "por sector", y comen lo que otros preparan. Hace rato que en la "sociedad de consumo", el proletariado se convirtió en "precariado". No es sólo que el empleo de calidad se reduce y los niveles de informalidad crecen. El mundo laboral, a su vez, se diversifica. Astilla la imagen monolítica de la vieja "clase trabajadora" en mil identidades que no siempre encuentran en la arena sindical o política su plena representación. Hoy, el trabajo resulta más incierto que nunca. En particular, si hablamos del trabajo de las mujeres, estadísticamente peor rentado y, en muchos casos, ni siquiera reconocido como tal.
¿Se podrá llevar algo de todo esto a las salas de un museo? En eso estamos.
lunes, 19 de marzo de 2018
ISLA INVISIBLE
El domingo el museo se volvió campamento. Presentamos "Isla invisible", un proyecto de residencias en las islas de la Bahía Blanca, que iniciamos junto a Laura Biadiú, Massi Díaz, Julieta Gomez, Guido Poloni y Juliana Ramadori, a fines del año pasado.
Para compartir la experiencia, los expedicionarios levantaron en el parque del castillo una carpa llena de tesoros, testimonio de que en la isla (¿pero sólo en la isla?) eso que llamamos trabajo artístico puede parecerse bastante a un acto de supervivencia. Allí la escritura o el dibujo, la escultura o el video, son actividades que se desarrollan a la par de otras, como la fabricación de un banco hecho con maderas que arrastró la marea, imprescindible a la hora de escribir, dibujar, modelar, filmar o tirarse a descansar un rato.
Daniel Porte y Patricia González, guardaparques de la reserva natural "Bahía Blanca, Bahía Falsa, Bahía Verde" y socios, junto a Martín Sotelo, en esta aventura, guiaron al público por el cangrejal que rodea a la usina. En este sitio, alcanzar el mar siempre tiene algo de raro privilegio. Hacía frío, así que a la vuelta hicimos ronda, y en el centro, un fuego, para que Silvana Cinti nos cuente algunas de las historias que recopiló en su libro sobre la bahía, mientras la tarde se iba y la oscuridad nos volvía invisibles de a poco.
La isla a la que viajamos no tiene un nombre. Tiene dos. Algunos la conocen como la "Isla de la gaviota cangrejera". Otros, como el "Islote del puerto". Cada denominación recorta un modo muy distinto de mirar el mismo pedazo de tierra. La "Isla de la gaviota" induce a contemplar un santuario de la naturaleza, y a soñar en él con un mundo ajeno a la huella del hombre. En cambio, el "Islote del puerto" lleva nuestros ojos hacia las luces del polo petroquímico que, justo ahí enfrente, convierten en día a la noche, y a las aves en seres insomnes.
Pero, si lo pensamos un poco, tampoco esa bahía que en 1822 los tripulantes de la goleta Warp bautizaron "blanca", parece ser una sola. Es una si, con los últimos pescadores artesanales, la llamamos "ría", y otra cuando, junto a los geólogos, la nominamos "estuario"; otra incluso en la voz del Licenciado en Comercio Internacional que distingue en ella "un puerto de aguas profundas"; y aún otra para quienes, como Ida Muhamed o Juan Carlos Alesoni, fue alguna vez el patio de su casa.
Ninguna de las islas de la bahía es invisible. Figuran en mapas y cartas de navegación desde hace siglos. Sin embargo, resulta difícil establecer a qué prestamos atención en ellas y a qué somos ciegos, cuáles son los intereses que, de manera abierta o solapada, tabican nuestra mirada. A contrapelo de aquellos discursos que pretenden asignarle una identidad y un destino unívocos, "Isla invisible" invita a reimaginar nuestra relación con este territorio, a ampliar el margen de lo que podemos ver, decir y hacer en ese lugar incierto.
jueves, 15 de marzo de 2018
UN ESPACIO EN BLANCO
Nuestra ciudad toma su nombre de un lugar al que apenas conoce. Para la mayoría de nosotros la Bahía Blanca es, justamente, eso: un espacio en blanco. Un sitio tan ajeno como, pongamos, los mares de la luna, esa luna que mece las mareas que cubren y descubren el enigma de un paisaje tan cercano como remoto, tan a mano como difícil de entender.
A fines del año pasado, nuestros compañeros Agustín Rodríguez y Guillermo Beluzo viajaron a la Isla de la gaviota cangrejera, acompañados por un grupo de artistas de distintas disciplinas. Este domingo, a las 18 hs., presentaremos en La Rambla de Arrieta los resultados de esa primera experiencia, a la espera de nuevos viajes por venir. Vamos a pasear con los guardaparques por el cangrejal que rodea al castillo, Silvana Cinti nos contará parte de la historia de las islas del estuario, y Laura Biadiú, Massi Díaz, Julieta Gomez, Guido Poloni y Juliana Ramadori, los residentes, nos mostrarán su producción y contarán qué pasó durante su viaje.
"Isla Invisible" es un proyecto organizado por Ferrowhite y el Servicio de Guardaparques de la Reserva Natural de Usos Múltiples “Bahía Blanca, Bahía Falsa, Bahía Verde”, bajo la coordinación de Agustín Rodríguez.
jueves, 8 de marzo de 2018
MUJERES EN MARCHA
Durante este segundo Paro Internacional de Mujeres, nos sumamos a dos convocatorias. Una, organizada por la Asociación de Trabajadores de Museos, llama a visibilizar el trabajo que las mujeres llevamos adelante en una institución cuyo nombre evoca, según cuentan, la antigua "casa de las musas". (¿Por cierto, quién lavaba y cocinaba en aquella casa?). Propuesta que, en un museo comunitario, implica atender no sólo a la labor de aquellas que somos remuneradas por nuestra tarea, sino también a la de todas las mujeres que colaboran con nosotrxs de manera voluntaria y no paga. La otra convocatoria, organizada por el Museo del Puerto, invitó a un "Delantalazo" que diera cuenta de todos los trabajos domésticos que muchas veces no son reconocidos como tales. Así que hacia allá fuimos las mamás de lxs chicxs del taller Prende, las amigas de la Asociación y las trabajadoras de Ferrowhite, con los delantales que confeccionamos el año pasado, esa prenda que además de herramienta de trabajo puede convertirse en bandera para nuestros reclamos.
365 días atrás nos reuníamos para participar del primer Paro Internacional de Mujeres, marchábamos bajo la consigna “No estamos a la sombra" y empezábamos a darle forma a eso que más tarde llamamos "Las amigas del Prende". Hoy nuestro abrazo cumple años. De aquel 8 de marzo a este pasaron un montón de cosas. Miramos para atrás, vemos todo lo que hicimos, y eso nos da fuerza para encarar lo que se viene.
Como dijo Titi, "nos vemos en la calle".
miércoles, 7 de marzo de 2018
martes, 6 de marzo de 2018
LOS NOMBRES DE LA HISTORIA
El otro día pasamos por la casa de Hebe Perez Botter. De sus manos recibimos tres libretas que pertenecieron a su padre Francisco, quien fue jefe de personal en el Mercado Victoria hasta 1952. Las libretas contienen un registro manuscrito de los trabajadores de la sección Tráfico del Ferrocarril Bahía Blanca Noroeste, de 1891 a 1904: 56 argentinos, 49 italianos, 24 españoles, seis ingleses, tres suizos, tres uruguayos, dos franceses, un alemán, un belga, un noruego y un canadiense, que se desempeñaron como telegrafistas, guardas, cambistas, jefes o inspectores en estaciones de la región; como peones, barrenderos, serenos, pesadores o capataces en el Mercado Victoria; o como marineros y patrones de lancha en un puerto que todavía no se llamaba Galván. Constante Casella, Thomas Shoobridge, Manuel Salguero, Enrique Lisotti, Pedro Dauphin... en total, 147 hombres de los que conocemos poco, pero antes sabíamos menos, o no sabíamos nada.
La nuestra, ya saben, es la historia de los anónimos. La historia de los que, ignorados, casi no dejaron huella. Una historia sostenida en la sospecha de que esa multitud de remotos desconocidos tiene algo para decir sobre quienes somos o, mejor, sobre quienes podemos llegar a ser. Por eso, ante nuestros ojos, cada palabra de estas libretas es capaz adquirir la dimensión de un descubrimiento. Porque no representan sólo datos para la estadística, información, sin duda valiosa, sobre el funcionamiento del ferrocarril, la composición de las clases trabajadoras o el despliegue de la economía de agroexportación en este lejano paraje del capitalismo periférico, sino también la aventura de ganarle un nombre al olvido.
lunes, 5 de marzo de 2018
SALIR A LA CALLE
El 1 de marzo, Día del Trabajador Ferroviario, la locomotora Manifiesta volvió a salir a la calle para acompañar a los trabajadores de Ferrobaires.
jueves, 1 de marzo de 2018
DOMINGOS
Ferrowhite comunica que, a partir del próximo fin de semana, el museo y La Casa del Espía abrirán sus puertas también los días domingos, en el horario de 16 a 20 hs.
En cambio, los días sábados Ferrowhite permanecerá cerrado, dado que la restricción en el pago de las horas extras del personal continúa vigente.
En cambio, los días sábados Ferrowhite permanecerá cerrado, dado que la restricción en el pago de las horas extras del personal continúa vigente.