lunes, 14 de septiembre de 2020

EL MISMO QUE VISTE Y CALZA


La historia del ferrocarril se cuenta también a través de la ropa de sus trabajadores. Además de facilitar la tarea, los uniformes ferroviarios, y sus transformaciones a lo largo del tiempo, ayudaron a definir una identidad laboral, un común sentido de pertenencia que, a la vez, traducía a un código de vestimenta las diferencias entre los oficios y las jerarquías que organizaban a las empresas de trenes.



Botas, botines, blusas, ambos, overoles, chaquetas, camperas, sacos, sobretodos, trajes impermeables, gorras... el guardarropas ferroviario es tan amplio como diverso. Su desarrollo dio impulso y sostén a un buen número de fábricas textiles (en otras, De la Garma, Grumete, Meller, Mercurio, Milano, Monsil, Raies, Tres Gorditos, y en Bahía Blanca, Torello Hnos.). De una de aquellas firmas proveedoras, Suministros Hecar S.A., proviene esta publicación, editada en 1953 por la Empresa Nacional de Transportes, que nuestro amigo Ezequiel Semo recuperó para su colección de uniformes de las empresas públicas.

Este "Vestuario para el personal de los ferrocarriles nacionales" busca unificar la variedad de indumentarias que caracterizó a las distintas líneas hasta su nacionalización, en 1948. En su minuciosa preceptiva de chapas, botones y colores, un Estado forja su heráldica. En el museo conservamos algunas de estas prendas. Otras tantas guarda el archivo textil de Ezequiel, un archivo en el cada pilcha no cuelga de una percha sino de la historia de quien la portó, no sin cierto orgullo, porque para un ferroviario la pinta nunca es lo de menos.







Agradecemos a Sonia Marina Domínguez y Hector Trajtenberg, de Suministros Hecar S.A., una empresa que según nos cuenta Ezequiel tuvo sus orígenes en Bahía Blanca.

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