jueves, 25 de marzo de 2021

UNA TACITA DE TIERRA

Desde el primer 8M venimos reflexionando sobre distintos aspectos de la relación ‘mujeres y trabajos’. Este último en particular propusimos extender el intercambio hacia una tercera dimensión de nuestras ocupaciones: los trabajos comunitarios y políticos. Al igual que los domésticos y los de cuidados, estos tampoco son remunerados. Lo potente que tienen es que los asumimos por el deseo mismo de participar en acciones colectivas.


MOTIVOS PARA PARAR

Los paros de mujeres y disidencias que se hacen en el mundo desde el 2017 escapan del imaginario sindical, en el sentido de que no son huelgas en las que afectemos ‘la producción’ en forma tradicional, como puede ser parar una planta industrial o cortar una ruta. La energía está puesta en visibilizar historias de obreras, dar cuenta del valor de nuestros trabajos y actualizar la agenda de reivindicaciones sobre violencias y desigualdades. 



Los 8M en el museo van en esta dirección. Nos sumamos teniendo en cuenta nuestros intereses y realidades que, podemos reconocer, son diversas. Paramos para que emerjan memorias familiares e historias de la vida cotidiana. Paramos para conocernos un poco más desde las ideas y las palabras.

MUJERES Y TRABAJOS COMUNITARIOS

Este año vinculamos la efeméride con los proyectos comunitarios que están en marcha en el Prende. Lo que comparten todos ellos es que, justamente, fueron pensados, organizados y sostenidos por mujeres. Y pensar cómo continuarlos en el tiempo, también es parte de las tareas que nos damos. 

Otro de los elementos comunes de estos proyectos es que la tierra se hace presente. En las huertas, en los plantinazos, en las construcciones de hornos de barro y estufas de adobe, en el territorio que habitamos, la tierra está nutriendo cada experiencia, haciéndonos vivenciar aprendizajes personales y grupales. Y hay algo que es aún más importante: la confianza y los vínculos entre nosotras se fortalecen.

 

MUJERES Y TIERRA

Esa mañana invitamos a pensar situaciones en las que las mujeres y la tierra se conectan. ¿Qué historias trae esta tierra? fue la pregunta disparadora en esa ronda de mujeres.


Una mezcla, parte es de White y otra del nuevo patio en Bahía (Lorena A.)

Me conecta con el juego, la infancia, los camiones de mi papá (Silvia)

La traje de la Ecoplanta de Cerri (Graciela)

Son los desechos que se vuelven abono (Emilie)

Es tierra de la huerta de mi mamá (Yesi)

Es compost que hice en pandemia (Analía B.)

De una huerta compartida, una tiene zapallos y la otra, tomates (Gisela y su vecina)

De la tierra de mi papá y el abuelo, donde ahora tenemos la huerta (Analía S. y Camila)

Es de mis vecinxs porque yo no tengo patio (Nora)

De la huerta que se comieron los perros (Alejandra)

Es del compost que arranqué con mi papá (Yanel)

De la huerta donde planté tomates (Malena)

Viene de una obra que papá hizo en casa y la clausuraron (Viky)

La compré para compartir, tiene perlitas, turba y nutrientes (Titi)

Cuando trabajo la tierra me acuerdo de mis abuelos, decían que si cuidaba bien el jardín iba a tener lindas flores (Marcela)

 














En el encuentro también dimos inicio al proyecto de distribución de bolsones de verduras, junto a compañerxs del Área de Nutrición del Hospitalito y del INTA, quienes nos compartieron experiencias de agroecología y comercio justo, sostenidas por productorxs locales y regionales.





Después de escucharnos, salimos al parque para mezclar cada tacita de tierra que habíamos traído de casa. Esa tierra que lleva las marcas de nuestros trabajos, se mezclará en futuros cajones de cultivo que fabricaremos las familias del Prende.


  


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