miércoles, 2 de mayo de 2012

LA BALSA DE ANGELITO

El miércoles 28 de marzo, Nicolás Ángel Caputo, Angelito, trajo a Ferrowhite una maqueta de la balsa que él y otros buzos de la usina ‘General San Martín’, usaban para sumergirse en los canales submarinos que unen al castillo con la ría. De inmediato, la miniatura pasó a integrar la colección de artefactos documentales del museo, junto con los barcos de Roberto Conte, las locomotoras de Domingo González, los elevadores de Héctor Guerreiro, los pasajeros de Carlos Di Cicco y la estación ‘Ingeniero White’ de Ernesto Micucci.

Ocho bidones de agua destilada, celosías viejas, precintos de plástico, fierros, clavos y tuercas, dos portarretratos, un retazo de lona de tapicería, tres arandelas de madera para cortinas, un cartón de 100 x 75 centímetros, siete letras soldadas, pintura verde, celeste, blanca y roja, sogas y una bandera argentina son algunos de los elementos que componen esta balsa maqueta.


CECI N'EST PAS UN RADEAU (ESTO NO ES UNA BALSA)


Las maquetas muestran lo que no son, esto es así. Su función suele ser representar a escala lo que en la realidad ocupa dimensiones menos manejables. En este caso, la maqueta de Angelito (85 x 70 x 50 centímetros) refiere a una balsa que, si pudiera ser exhibida, ocuparía gran parte del SUM del museo.

Una maqueta no es una balsa, y sin embargo, al ver la maqueta es posible imaginar una balsa. A partir del modelo podemos inducir las características de la embarcación representada: 8 tambores, 2 vigas largas que sostienen un piso de madera, una escalera, cuatro anclas, un toldo. En un museo taller, sin embargo, la maqueta vale además por lo que no enseña por sí misma, pero permite articular a través del acto de su construcción. La balsa maqueta es la excusa para ensamblar y mantener a flote una historia, la historia de la usina General San Martín desde la perspectiva de uno de sus trabajadores.

El artefacto se une, entonces, a lo que su constructor nos cuenta: “En el trabajo de limpieza, el buzo cerraba las compuertas desde afuera y se bajaba al canal que tiene más o menos 1,50 de diámetro. Se ponía la compuerta en el pontón para que entraran los electricistas que ponían una portátil... cada 20 metros una luz... entrábamos con rastrillos, palas, y todas esas cosas para sacar el barro. Adentro de la central, estaba una bomba que cuando nosotros arrastrábamos el barro de la limpieza del canal, lo chupaba, como era licuado, y lo mandaba al mar. Una vez nosotros hecho el trabajo, dos meses y pico, se limpiaba uno y después se limpiaba el otro.”


MAQUETA, ARTE Y DOCUMENTO

Sin necesidad de conocer o ver una fotografía del objeto “original”, cualquier visitante podría decir que la maqueta presenta algunos elementos que no se corresponden con la balsa original, y estaría en lo cierto. Pero lejos de pasar por errores, estas incorporaciones marcan, en realidad, una intención expresa.

Al margen, en parte, de un propósito meramente mimético, la maqueta se vuelve un objeto plástico. Angel colorea los bidones de verde y celeste, agrega un cartón pintado que simula el fondo de la ría, incorpora dos portarretratos (uno con su foto, el otro con una imagen de su compañero Atilio Miglianelli), y una leyenda: “fue construida el 22 de febrero de 2012” rematada por las palabras “Angel y Atilio”, soldadas en hierro, sobre el toldo de la maqueta.

Es en la supuesta falta de fidelidad o precisión técnica (la balsa no llevaba inscripto un nombre ni una fecha de construcción y no tenía dos grandes gigantografías sobre la cubierta) en donde reside, paradójicamente, el vínculo de este artefacto con su original. Porque la maqueta no refiere a una embarcación genérica, una balsa para buceo”, sino todo lo contrario: se trata de la balsa que Ángel, Atilio y el equipo de buceo utilizaban en la usina Gral. San Martín.

La maqueta de Angelito es plástica porque no responde a un uso y un sentido precisos, sino a muchos a la vez. Porque sirve tanto para describir una embarcación, como para explicar un trabajo, contar anécdotas, recordar a los compañeros…


MI AMIGO SUBMARINO

Para Ángel, la maqueta materializa su experiencia de trabajo, pero también una parte de su historia personal. De modo que podríamos decir que Angelito la compuso al tiempo que compuso un relato en el que trayectoria laboral y vital van de la mano. Veamos cómo.

Angel decidió comenzar a construir esta maqueta el 22 de febrero de 2012, día en que cumplió cincuenta años de casado. La balsa se llama “Angel y Atilio” en clara referencia a la dupla de buceo que Atilio Miglianelli y él conformaron durante casi treinta años. Sobre la cubierta, dos fotos que los muestran en traje de buceo, dan testimonio de las tareas que realizaban. Pero la foto de Atilio no está en la maqueta para acreditar el trabajo compartido, sino también para homenajear a quien fue su amigo desde la infancia. Por eso Angelito se alegra al notar lo que hizo de casualidad: dejar el portarretrato que tiene un detalle en color negro para la foto de Atilio, ya que a su amigo le gustaba del sol y estar siempre bronceado.


EL PROCEDIMIENTO CAPUTO

En principio, la operación de construir la maqueta se asemeja al procedimiento utilizado para armar la balsa original. Ángel ajustó lo que tenía a los requerimientos de la tarea: recicló viejas celosías, retazos de tela de tapicería y un pedazo de madera de su casa como antes se reutilizaban los tambores de combustible o se calculaba la distancia conveniente entre unos y otros, según la longitud del tirante que conseguían.

En el gesto del rebusque, la maqueta de Ángel dialoga no sólo con la balsa que intenta representar, sino también con las locomotoras de “Patucho” González, el portacontenedores de “Bocha” Conte o la estación de “Pupi” Micucci, artefactos de su misma especie. Pero la maqueta de Ángel se diferencia de las otras por una cosa. No se trata solamente de una maqueta que documenta algo del pasado.

Es, al mismo tiempo, el prototipo de una balsa que Angel se propone construir junto a nosotros, acá en el museo, para acompañar a “La Celestina” en el zanjón de la usina. Una balsa que, promete Angelito, sería la carroza ideal para pasear a las reinas del Camarón y el langostino y del Humedal en los próximos festejos de carnaval, o el escenario perfecto en el que cualquiera de las bandas de Rock in Ría podría tocar, con batería y todo. 

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