viernes, 5 de agosto de 2011

¿QUÉ TIENE QUE VER EL REACTOR TUBULAR DE DOW CHEMICAL CON LA MÁQUINA DE COSER DE UNA FÁBRICA DE BOLSAS?

Últimamente en el museo nos andamos haciendo una pregunta. La abordamos por un lado y por el otro, la damos vuelta, la desplazamos, la deshacemos y volvemos a esbozar. Es que aproximarnos a una respuesta no nos parece simple.

Ida Muhamed, ex trabajadora de la fábrica de bolsas para cereal C.A.D.E., 
durante el último encuentro de "Cambiá la cabeza. Peluquería y debate." 

  
La pregunta nace de la tarea cotidiana de continuar pensando el museo, observando el espacio que ocupa, mirando los objetos que almacena. El suelo del taller, la tenaza de herrería, el crisol de fundición llevan las marcas del desguace. Nos hablan de un mundo productivo hoy deshecho, que ya no existe. Sin embargo ¿de qué modos podrían ayudarnos a comprender lo que vino luego, lo que ahora tenemos?

La destrucción del anterior sistema productivo implicó la construcción de uno nuevo. O más bien, ¿no habrá sido que para continuar por las sendas del “imperioso desarrollo”, se logró presentar como ineludible la necesidad de acabar con lo que había? El actual complejo industrial y portuario se erigió a partir, por sobre e incluso a pesar de lo que existía previamente.

Al mismo tiempo que se puso en funcionamiento ese dispositivo que la muestra del museo llama Bomba de Evaporación y Vaciamientocon el cual se ejecutó la privatización de los ferrocarriles, la reestructuración del puerto, el desguace de la usina… comenzó a operar otra máquina, a la que generalmente se conoce con el nombre de globalización o neoliberalismo. Desde entonces, arribaron a White grandes empresas transnacionales, el puerto se llenó de camiones, los procesos industriales sufrieron una fuerte automatización, y hasta se puso en marcha una ingeniería social de especiales características que hoy reconocemos en el término Responsabilidad Social Empresaria. Todo lo anterior ocasionó enormes cambios no sólo en los modos de producir las cosas, también en el día a día de la vida de la gente.

Esta Gran Transformación es la que ahora nos proponemos trabajar en el museo. Abordar estos cambios no es más ni menos que pensar, charlar y debatir sobre muchos de los problemas que White y la ciudad de Bahía Blanca toda atraviesan hoy.

Es por eso que para empezar fui a hablar con Ida, porque si alguien conoce de lo que pasó en White, pero además de sus luchas actuales, es ella.

Me encontré con que en el relato de Ida es posible señalar con el dedo este cambio de época del que venimos hablando. Ida me habló de la marea debajo de la casa de chapa en la que vivió durante su niñez donde ahora está la Termoeléctrica, de su padre que trabajaba en la Junta Nacional de Granos, de su propio trabajo como costurera en las fábricas de bolsas para cereal, de su esposo que era maquinista, de las tardes de playa en el zanjón y en Galván junto a familia y amigos… de lugares, oficios y tardes que hoy ya no son igual. Pero además, y sobre todo, me contó de los olores y ruidos que producen las empresas petroquímicas que se encuentran a poco más de una cuadra de la que es ahora su casa en el 26 de Septiembre, de los frecuentes reclamos al 911, de la tristeza por la falta de trabajo. Lo admirable en Ida es que el recuerdo de lo que fue White es actualizado desde los problemas y las luchas del presente y, así como aparece la nostalgia por lo perdido, también se hacen presentes el amor que tiene por White y la esperanza por que las cosas puedan estar mejor.









Acá Ida nos comparte un texto escrito por ella, que leyó en abril pasado en la Sociedad de Fomento de Ingeniero White ante autoridades del Consorcio de Gestión del Puerto, para pedir por la preservación del frente marítimo de la ex usina General San Martín.


Ah, hoy la señora Muhamed cumple años. ¡Feliz cumple, Ida! 

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