domingo, 4 de septiembre de 2011

TRES POSTALES

Sol tibio de una primavera que se anuncia y una atmósfera tranquila: sin viento y sin el ruido de los camiones (no hay actividad en la terminal cerealera Toepfer y muy poco movimiento en Terminal Bahía Blanca), se escucha clarito el aleteo de las gaviotas en el zanjón de la usina. La marea está bajísima y la tarde arranca despacito. En el museo, los Amigos y quien escribe, esperamos las visitas. 


Uno. Los primeros en llegar son Mariano y Juan, trabajadores del diario La Nueva Provincia, quienes vienen a fotografiar las arenas de Everest Mario Forte. Es que la gacetilla de prensa que enviamos días atrás desde el museo, anunciando el trueque del barco portacontenedores “San Silverio” por la colección de distintas arenas del mundo, llamó la atención del cronista. En la ajetreada tarea del periodismo, el viernes entrevistaron a Mario en su sastrería y sólo restaba conseguir una imagen y algunos datos para completar la nota que se puede leer en la página número 48 de la edición del domingo y también acá. 


Dos. Al rato de esta visita, y sin estar al tanto de ella, aparece Mario Forte. Viene a traer la torta que su esposa Anita Cholakis prepara cada fin de semana para acompañar el café, el té o el chocolate que se sirve los domingos en la Casa del Espía. Y de paso, respirar un poco de aire de mar. Con Roberto Orzali y Pedro Caballero lo acompañamos: damos una vuelta por el parque y llegamos hasta la Rambla de Arrieta. Gracias a un relato a tres voces vuelvo a imaginar un día de playa en el zanjón de la usina: el agua que sale calentita del castillo, los vestuarios municipales, los cangrejos asomando de sus cuevitas. Miramos para atrás: los vidrios rotos, las paredes fisuradas y los fierros oxidados del castillo. “Esto no puede estar así”, se indigna Mario. ¿Pero quién dijo que en un museo sólo hay espacio para las anécdotas del pasado o para los lamentos de por qué las cosas están como están? También hay propuestas para el presente y el futuro. “Hay que hacer algo”, se entusiasma Roberto. Y en seguida, una idea. “Salvemos al castillo. ¿Qué te parece? Haceme un cartel para poner en la vidriera.” 
  

Tres. Cuando nos despedimos de Mario, llegan Ignacio Guerrieri y Agustín Sbrighi, acompañados por Sandra Chuliver, Valentina y Jorge Guerrieri. Es que los chicos, que van a la escuela Santa María de los Apóstoles, tienen que hacer un trabajo sobre el ferrocarril para la hora de historia. De todo lo que la profesora les pidió, faltan dos cosas: hacer una entrevista a un ferroviario y tomar algunas fotografías. Y a Sandra se le ocurrió que en el museo pueden completar ese ítem de la tarea. ¡Y cómo no!, si acá tenemos a nuestro Amigo Pedro Caballero, el ferroviario que puede medir su saber y memoria con cualquier enciclopedia. En una visita ajustada a lo que los chicos necesitan, Pedro les enseña las herramientas de su cajón de mecánico (en especial la que se utilizaba para ajustar la bola universal), les cuenta cuántas locomotoras salían diariamente del Galpón de Ingeniero White (y hacia dónde iban) y en qué consistía el irrisorio trabajo que llevaban adelante los obreros que integraban las cuadrillas espanta loros.
  

Así, entre visita y visita, la tarde va pasando.

2 comentarios:

F O L E N dijo...

Hola gente:
Un grupo de chicos que integraron el espectaculo "Canzonetas y Rock" en el Museo del Puerto, está iniciando un proyecto cultural para juntar en una jornada una movida multicultural de grupos, artistas, poetas y fuerzas vivas para tratar de viabilizar y actualizar la idea tantas veces postergada rehabilitación del castillo, con la puesta en valor, de sus instalaciones. Están también recabando información de acciones similares efectuadas en otras partes de la provincia y del país.
En el curso de la semana, va haber una primera reunión a tal efecto.
Con afecto
Tino Diez

Ferrowhite dijo...

Genial Tino! Contanos dónde se juntan. Y desde ya, cuenten con el espacio del museo para la reunión.
Abrazo!