viernes, 20 de junio de 2008

FONOPLATEA EN FERROWHITE

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El sábado 14 de junio, cuando se hizo la botadura del "Ingeniero White", el barco portacontenedrores de Bocha Conte, Pedro Caballero y yo subimos al escenario de Ferrowhite. Con la voz de Pedro Fontana Reyes, él hizo los anuncios de los bailes de primavera, las obras de teatro del grupo de Gianetto Bellavigna; y conversamos, como tantas otras veces pero en público, sobre esa oportunidad en que estuvo Donald en el club Comercial, y sobre las mujeres que corrieron a paraguazos al actor que hacía de Facenzo el Maldito en la radionovela de LU2, y sobre el teatro vocacional whitense, y sobre María Luz...

Después dije algo así como: "El barco de Bocha Conte parte y todo White va cargado en él: 194 contenedores con los nombres de bares, clubes, almacenes, sindicatos y peluquerías. Pedro los recuerda todos, y uno por uno los anuncia. "

Después, Pedro invitó al público a pasar a la otra sala, donde estaba el barco, todos cantando: partirá la nave partirá, a donde llegará, eso no lo sé...


A la izquierda, proyección con contenedores que parten de Puerto Galván. A la derecha, María Agnelli, bañista eterna, frente a los elevadores de chapa.

El navegante Roberto Orzali comprueba la solidez del casco del "Ingeniero White"


"Un genio, este Bocha"


Además de fonoplatea, hubo teatro de sombras, video, vino caliente y picada ferroviaria.
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martes, 10 de junio de 2008

SÚBETE A MI BARCO

La botadura de un barco es siempre un acontecimiento significativo, de modo que para darle el marco que se merece a la "botadura" del Ingeniero White, el sábado 14 de junio a las 19 hs. Ferrowhite estrena su fonoplatea con el esperado regreso a los micrófonos de Pedro Fontana Reyes, la voz cordial y amiga del éter whitense. Quien fuera celebrado en la pileta de Comercial cuando anunciaba los estrenos del conjunto de teatro de Giannetto Benavigna, o la programación de los cines Monumental y Jockey Club, o las palabras de El Arca de Noé (Una ciudad se ha perdido en el desierto / Partirá, la nave partirá...) en versión de Iva Zanicchi, se encuentra en pleno proceso de ensayo y programación musical junto a Natalia Martirena y Ana Miravalles, para ofrecer una velada inolvidable.

'INGENIERO WHITE' SE HACE A LA MAR

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Mientras el Excelsior se dedica a convertir en gas su carga, y los argumentos a favor y en contra van levantando presión, en Ferrowhite se prepara la botadura del Ingeniero White, el buque que Roberto Bocha Conte construyó a partir de decenas de envases tetra brick, y que realiza la operación inversa: convierte algo tan intangible como la memoria de un pueblo en una sólida carga de contenedores.
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miércoles, 21 de mayo de 2008

LOGÍSTICA Y BRICOLAJE

En coincidencia con la llegada a puerto del primer buque regasificador, Ferrowhite recibe en sus salas al "Ingeniero White", el barco que Roberto "Bocha" Conte, trabajador marítimo, construyó a partir de materiales de descarte con la intención de documentar parte de la historia de este puerto. Mientras el Excelsior se dedica a convertir en gas su carga, una actividad cuyo riesgo para la población e impacto en la balanza comercial resultan difíciles de ponderar, el arribo al museo del buque de Bocha Conte concreta la operación inversa: convierte algo tan intangible como la memoria de un pueblo en una sólida carga de contenedores.


La casa queda en una esquina de las calles Brihuega y Avenente y, a juzgar por su aspecto, nadie diría que allí funciona un astillero. Adentro, Roberto "Bocha" Conte trabaja en la construcción a escala de un buque portacontenedores. Sin considerar concluída su labor, él y su mujer Alicia aceptaron prestarnos la embarcación para que la exhibamos en el museo "como un homenaje", dicen, al pueblo que los vio nacer. De la casa astillero han partido otros navíos aunque, admite su constructor, ninguno tan ambicioso como este. El portacontenedores en cuestión se llama "Ingeniero White" y mide casi tres metros de largo. Sólo por su tamaño y confección minuciosa, resulta un artefacto admirable. Pero eso no es todo.

La réplica es exacta, o al menos asombrosamente verosímil, excepto por un detalle, algo que el visitante percibe solo al acercarse, pero que una vez descubierto, trastoca el conjunto por completo: lo que leemos en el lateral de cada contenedor, justo allí donde deberían figurar los emblemas corporativos, no es el nombre de alguna trasnacional naviera, sino el de un almacén, el de un club, el de una peluquería o un bar del puerto de Ingeniero White. En lugar de Maërsk, Exologística o Capital: Don Blas, Huracán, Curacó.

De pronto, un negocio de barrio interviene en el comercio de ultramar. En ese detalle extravagante, la miniatura deja de copiar este mundo para proponer otro, uno en el que la distancia entre grandes empresas y vecinos, interpretamos nosotros, no existe, o existe patas para arriba, al revés. En cierta forma, el buque de Bocha disuelve por el absurdo una idea a diario utilizada para justificar la presencia y el modo de funcionamiento de los enclaves petroquímicos y cerealeros establecidos en la zona: A través de su puerto -se escucha y se lee- "Bahía Blanca se vincula al mundo", como si todos sus habitantes participaramos, de igual a igual, en la economía internacional y sus beneficios. Postulado al que el modelista barrial parece responder haciendo de cuenta que sí. Como si con su réplica adulterada dijera: “Mirá si de verdad fuera cierto”.


En lugar de Evergreen, Hamburg Sud, Tritón: Tiburón, Comercial, Onorio. Manuscritos, diminutos, casi insignificantes, esos nombres señalan, quizás, hacia todo aquello que no da la talla, hacia lo que no se ajusta a los estándares de medida y, por tanto, queda situado en los bordes del "gran cálculo", es decir, en los márgenes de la lógica uniforme que está en la base de la organización de los flujos de mercancías, energía e información del capital globalizado.

Se dice que en las construcciones más viejas de este pueblo aún es posible identificar los materiales que traía consigo el Ferrocarril Sud. Chapas supernumerarias y maderas de embalaje utilizadas para improvisar casas que terminarían durando, sin embargo, algo más de un siglo. El dato es menos pintoresco de lo que parece. Desde el punto de vista de los actuales ingenieros de la industria, el "casco histórico" de Ingeniero White, y en alguna medida, su población entera, representan una suerte de residuo de un proceso que el presente desarrollo del capitalismo (logística, nuevos materiales, automatización de procesos, organización flexible del trabajo...) estaría en condiciones de suprimir. A pesar de ello, es difícil precisar cuánto en la vida de los habitantes de este puerto sigue dependiendo, aún hoy, de esa misma facultad furtiva, de la habilidad de operar con las cosas al margen de su uso establecido.

Roberto trabajó en las dragas y las chatas barreras dependientes de la Dirección Nacional de Vías Navegables del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. La tarea de estas embarcaciones era mantener el calado del canal principal del estuario de Bahía Blanca y de los sitios de amarre del puerto de Ingeniero White, para así permitir la llegada y partida de buques que, con el paso del tiempo, se fueron haciendo más y más grandes, hasta alcanzar las dimensiones que ostentan gaseros como el Excelsior.

En el armado de su barco, Bocha empleó el cartón de decenas de envases Tetra Brick. "Esto, aunque no parezca, son puras cajas de vino y mucha plasticola". A principios del siglo XX, el vino que servían en su mesa los trabajadores bahienses llegaba a la ciudad por tren, desde la zona de Cuyo, almacenado en enormes bordalesas. Antes de alcanzar el vaso de algún parroquiano o comensal, el líquido debía mudar aún de vehículo y recipiente, de los vagones a los carros y de las bordalesas a las damajuanas o las botellas. En el final de ese intrincado itinerario estaba el padre del propio Bocha, estibador que, entre turno y turno, tenía tiempo para invitar a sus compañeros con una copa, y en su posibilidad, la propia historia de mi bisabuelo Humberto, dedicado por décadas a fraccionar vino en terrenos cercanos a la Estación Sud. Hoy, el vino de mesa se envasa regularmente en origen, en cajas de cartón impermeabilizado que, en escala reducida, reproducen de manera bastante exacta la proporción de un contenedor de puerto. El buque de Bocha es, a fin de cuentas, un barco de papel. Uno hecho a la medida de los pliegues de esta historia.

En lugar de Blue Star, Libra o Kien Hung: Vaira, Candel, Moralejo, Ceci, Gómez, Expósito, Churazzo... Bocha nos hace notar que en su barco no solo figuran lugares que existen hoy en White, sino también y sobre todo, aquellos que sus familiares, sus amigos y él mismo recuerdan hubo alguna vez. Pero a pesar o en razón de tantos nombres remotos, el buque de Bocha parece cumplir una función anticipatoria. Se diría que es la materialización minúscula, y por eso manejable, de un pronóstico oscuro: ‘Si esto sigue así, van a terminar mudando el pueblo a otra parte.’ Con él adquiere forma y consistencia el propio modo en que este museo entiende el trabajo con la historia: el patrimonio de un pueblo se construye, ese acto es colectivo y su concreción convoca no sólo al pasado, sino a todos los tiempos por fuera de la obvia cronología. Ubicado en la muestra de Ferrowhite, el buque vuelve visible la posibilidad de un futuro funesto que al mismo tiempo intenta conjurar, contener en su limitada existencia de objeto, como se encierra a un genio maligno en una lámpara o una botella. Allí donde el oficio del modelista profesional tiende a manifestar la voluntad de dominio de la técnica sobre el mundo, la habilidad del bricoleur convierte una destreza técnica en el fundamento de un acto de carácter mágico. El buque portacontenedores de Bocha Conte es el modelo a escala de un Arca que ojalá a nadie se le ocurra construir jamás.

jueves, 15 de mayo de 2008

LA MESA DE LOS ESTIBADORES

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Mientras ultimamos detalles para el encuentro del próximo domingo, algunas imágenes de lo que pasó hace ya más de un mes.

miércoles, 7 de mayo de 2008

VESTUARIO DE SUPERVIVENCIA

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Imágenes de la performance en La Casa del Espía, vestuario de supervivencia de Malena Corte en la presentación de Cómo era Bahía Blanca en el futuro. Fotos de Tony Armada.


Tony & Dani Molina

Lula con fondo de la trasnacional cerealera Toepfer, ventana de La Casa del Espía

Lula

Silvana & Lu, comida sintética en forma de pastillas

Perfil de Lu 

Silvana


COMO ERA BAHIA BLANCA EN EL FUTURO: PRIMERAS IMAGENES

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El sábado 26 de abril presentamos el libro de Omar Chauvié, Cómo era Bahía Blanca en el futuro, con música de Después vemos (que tocó con baterista virtual) y palabras alusivas y ajustadas (también por momentos enardecidas) de Mario Ortiz. Hubo vino caliente (navegado, con canela y jugo de naranja, receta aprendida en Chile y nunca olvidada) y vestuario de supervivencia de Malena Corte. Y muchísima gente..

El público a la espera de las palabras de Ortiz

Después Vemos

Mario Ortiz presenta a Chauvié, cita a Huyssen, se ríe de La Nueva Provincia

martes, 6 de mayo de 2008

UN ALMUERZO EN EL TALLER

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Nos ganó la apuesta el gringo Juarez: a los 75 años, levantó una bolsa de 70 kilos con los dientes. (Como muchos no nos creen, acá les mostramos una foto).


Del Cabaret de los Machos al Salón de los Deportes, del chiripá a los trajes hechos a medida, del sistema de trabajo inglés al actual, ningún tema quedó afuera de la mesa, y cuando nadie lo esperaba, Antonio Campos volvió a cantar, como en aquellos días de lluvia, cuando su voz llegaba desde la cabina del guinche y el elevador entero paraba para escuchar.

Todo esto para contarles que, con tanto entusiasmo, no podía demorarse un nuevo encuentro. La cita es para el próximo domingo 18. ¿Será cordero esta vez?

martes, 22 de abril de 2008

CÓMO ERA BAHÍA BLANCA EN EL FUTURO


El próximo sábado 26, a las 19 hs., presentamos "Cómo era Bahía Blanca en el futuro", libro en el que Omar Chauvié recopila visiones del porvenir de nuestra ciudad aparecidas en la prensa bahiense de fines del siglo XIX.



"Cómo era Bahía Blanca..." extiende el trabajo iniciado con la tarjeta postal “Las ciudades fabulosas”. Si aquella publicación proponía mirar la ciudad presente como la ruina de un tiempo futuro, este cuaderno invita al ejercicio, en cierta forma complementario, de rastrear en el presente los restos de la ciudad soñada en el pasado.

"Cómo era Bahía Blanca..." trata sobre las esperanzas y los temores de quienes vivieron aquí hace más de un siglo. Hoy, quienes vivimos en este mismo lugar podríamos preguntarnos ¿Bajo qué figuras imaginamos nuestro porvenir? ¿Con qué se nos permite soñar y con qué no en este presente? O en todo caso, ¿Quiénes imaginan el futuro por nosotros y según qué intereses?



Lo que sí podemos prever es que esta presentación no se va a parecer a ninguna otra. Una invasión de ovnis especializados en abducir ferroviarios ocupará amenazante los cielorrasos de La Casa del Espía y una exclusiva intervención (porque, ojo, no es desfile) de vestuario anticipatorio deslumbrará a los asistentes: prendas de supervivencia que Malena Corte confeccionó para pasear por las calles de un Ingeniero White no tan improbable.

domingo, 13 de abril de 2008

EN ING. WHITE HAY CIENTOS DE MUSEOS (El barco portacontenedores de Bocha Conte)

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Bocha trabaja desde hace varios meses en la construcción a escala de un enorme barco portacontenedores.

El taller de Bocha, en su casa de Avenente y Brighuega, en Ing. White

El barco, así como los contenedores son de cartón y otros materiales semejantes. La réplica de las máquinarias de la nave es minuciosa y el detalle con que se han reproducido sus partes causa asombro:


Sin embargo, si miramos los contendores vamos a encontrar algo inesperado: en el frente de cada uno de ellos debería figurar el nombre de una transnacional naviera (como Hamburg Sud, Maersk, Capital, etc):


Pero al acercarnos encontramos los nombres y emblemas de clubes, negocios y bares; bomberos, empresas cerealeras y pesqueras; peluquerías, cooperativas y minimercados; los que funcionan actualmente, así como también los que han cerrado hace ya muchos años. White se ha transformado en una ciudad flotante. (y las reflexiones, analogías, y metáforas sobre el pasado y el futuro, sobre el "poder" sobre el cual está construida la vida cotidiana en este lugar, o sobre el particular formato de este monumento podrían volverse muy extensas).
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miércoles, 9 de abril de 2008

LA "COLONIA" DEL SUPERINTENDENTE (50 AÑOS DESPUÉS)

Hace unos días recorrimos la calle Guillermo Torres con Mario De Simón, último jefe de los Talleres BBNO. Su padre, Dante De Simón fue Superintendente de Locomotoras en los años cincuenta y por eso vivió junto con su familia, primero en una colonia junto al puente La Niña (que estaba donde ahora se encuentra el edificio que ocupa Ferrowhite) y luego en una de las colonias que el ferrocarril inglés reservaba al personal jerárquico sobre la calle Guillermo Torres.

De Simón (¿padre o hijo?) en la puerta de su casa

Mario De Simón en la puerta de su casa el 11 de marzo de 2008. A su lado, Nicolás Testoni
(Observen cómo creció el eucaliptus que está detrás de la casa)
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MECANICA WHITE en la vieja usina inglesa

Hace unos días fuimos a recorrer el edificio de la vieja usina del Ferrocarril Sud en Ingeniero White, donde luego funcionaron la División Eléctrica y el taller Mecánica White (o Mecánica Muelle) que dependió de Talleres Bahía Blanca Noroeste.

Raúl Foresi trabajó en los años cincuenta como tornero en ese lugar, y durante diez años, hasta el cierre definitivo en 1993, fue el jefe de este taller. En esos últimos años, según nos contó, en este taller se hacían los extinguidores (o matafuegos) para toda la línea del ferrocarril General Roca y las cajas fuertes para transportar de forma más segura la recaudación de las estaciones hasta Plaza Constitución. También se adecuaron chatas para permitír el transporte de autos por ferrocarril, y se construyó a pedido de Talleres Bahía Blanca Noroeste, una estructura especial para pintar vagones cerealeros.


martes, 1 de abril de 2008

LA MESA DE LOS ESTIBADORES

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Roberto Correa y Pedro Marto cruzan el puente La Niña

La cosa es así: puede que un domingo dos compañeros del ferrocarril o el puerto vuelvan encontrarse, después de mucho, en una de las salas del museo, y puede que de la charla surja la inquietud ¿Por qué no nos juntamos más seguido? En 2008, Ferrowhite pone en marcha el ciclo “Almuerzos en el taller”, una serie de encuentros destinados a compartir, alrededor de una mesa armada con tablones y caballetes, historias de trabajo. La serie arranca este sábado 5 con una comilona organizada por los estibadores Roberto Correa y Pedro Marto.
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domingo, 21 de octubre de 2007

INGENIERO WHITE, UN PAISAJE DE POSGUERRA.

El pasado jueves 18 de octubre, se inauguró en la Universidad de Quilmes, la muestra “Ingeniero White, un paisaje de posguerra”, con fotografías tomadas por Nazareno Russo durante su visita al predio de la ex usina General San Martín. A continuación, algunas de esas imágenes y parte del texto que acompaña la muestra.


1.

Atilio Miglianelli es buzo. Trabajó toda su vida sumergido en las cañerías submarinas de la usina General San Martín, una réplica de castillo medieval ubicada, entre silos y muelles, al borde de las aguas del puerto de Ingeniero White. Construída entre 1928 y 1932, la usina proveyó de energía a Bahía Blanca y a su región por más de cincuenta años. Luego, entre 1989 y los primeros años noventa, la usina fue cerrada, sus calderas y turbinas fueron vendidas como chatarra, y sus trabajadores jubilados o despedidos. Atilio se para frente al castillo en ruinas y dice “acá cayó una bomba”. Acá es el edificio de la usina, pero también Ingeniero White.


2.

A fines del siglo XIX la compañía inglesa de ferrocarriles Great Southern Railway estableció una playa ferroviaria y un muelle para la exportación de granos y otros productos del campo. Conocido en un principio como Nueva Liverpool, o Puerto de la Esperanza, Ingeniero White creció como un espacio cosmopolita: en torno a sus muelles, usinas y elevadores de grano, italianos, españoles, alemanes, griegos y croatas levantaron barrios, instalaron pensiones y bares, clubes y parroquias.
En las últimas dos décadas, a partir de la privatización de los ferrocarriles, y de la instalación en sus costas de empresas cerealeras y petroquímicas de origen trasnacional, el puerto ha sufrido un proceso de acelerado cambio. Esta transformación macroeconómica produjo a su vez una transformación en las condiciones de trabajo y vida de sus habitantes: alza del desempleo, precarización laboral, cierre de comercios, talleres y pequeñas industrias. El paisaje que Atilio imagina de posguerra es el paisaje del capitalismo global en su adaptación local. No fue una bomba la que cayó en este puerto, o en todo caso fue, como dice Paul Virilio, una bomba económica.


3.

Las fotografías de Nazareno Russo no nos muestran la usina, sino el misterio que supone su existencia presente. Sin máquinas, ni trabajadores, la usina continúa en pie como un enigma. Un castillo en plena pampa. Algo sucedió allí que ya no podemos recordar. Las fotos de Nazareno documentan esa imposibilidad. No intentan glorificar el pasado a través de la imagen grandiosa de sus ruinas, sino registrar en el paisaje el proceso de amnesia por el cual aquello que funcionaba hasta ayer, es percibido como la ruina de un tiempo que parece no haber tenido lugar. "Acá cayó una bomba -dirá Atilio- y nadie se dió cuenta". A su modo, Nazareno lo entiende. Eso es lo que transforma su proyecto de arquelogía industrial en un extraño ejemplo de fotografía bélica: la conciencia de que la historia de la destrucción es también una crónica del debilitamiento de nuestro vinculo vital con el pasado.

martes, 4 de septiembre de 2007

EL TREN LLEGÓ HASTA FERROWHITE

El tren, esta vez, llegó hasta las puertas mismas del museo. Gracias a las gestiones de La Fraternidad fue posible recordar así el día del ferroviario. 


 

 

¿Los maquinistas? Ibarra y Neira, Cousiño y Palombo, obviamente, de La Fraternidad

miércoles, 29 de agosto de 2007

EL DÍA DEL FERROVIARIO

Hace exactamente 150 años, el 29 de agosto de 1857, una locomotora utilizada en la guerra de Crimea y bautizada con el nombre “La Porteña”, cumplió el primer viaje ferroviario de Argentina, uniendo la Estación Parque (donde hoy está el Teatro Colón) con la Estación Floresta, 10 kilómetros al oeste de Buenos Aires. En recuerdo de aquel viaje, y de otros cientos de miles de trayectos anónimos realizados desde entonces, La Fraternidad y Ferrowhite invitan a un viaje en tren que volverá a unir Bahía Blanca con Ingeniero White, repitiendo el recorrido que durante décadas hizo el llamado tren obrero, que transportaba a quienes iban a buscar trabajo al puerto, el sábado 1º de septiembre, a las 14 hs. Partirá de la Estación Sud y llegará hasta Ferrowhite, el museo ferroviario ubicado en Ingeniero White El precio simbólico de este viaje es de $ 1. Lo recolectado será donado al comedor comunitario del barrio Spurr. Boletos anticipados pueden retirarse en la oficina de turismo de la Municipalidad de Bahía Blanca.

miércoles, 8 de agosto de 2007

LA (LARGA) HUELGA ¿DE 1958 O 1961?

Alcanza con pronunciar el nombre de Frondizi a cualquier ferroviario de más de 65 años para que, invariablemente diga algo como esto: “estábamos todos de huelga, el país paralizado, y él paseando allá en la India en elefante”.


Frondizi en la India, 7 de diciembre de 1961

Y si ese ferroviario trabajaba en el galpón de locomotoras de Ingeniero White, Talleres Maldonado o Bahía Blanca Noroeste, o en la estación Bahía Blanca Sud, enseguida agrega: “ahí fue cuando fuimos más de 4.000 ferroviarios por la avenida Alem, todos presos nos llevaron”. Casi en una misma frase, la “huelga grande” de 1961 (consecuencia de la aplicación del Plan Larkin y que duró 42 días), aparece en los relatos de muchos ferroviarios como parte de la huelga de 1958, breve, pero traumática por la experiencia en la cárcel y en la Base Naval y por la “movilización” (es decir la militarización) de obreros, talleres y estaciones entre diciembre del 58 y junio del 59.
 
Cuando uno pregunta por la “huelga grande”, ellos responden contando cómo marcharon por Alem y cómo los llevaron primero a la cárcel y después al Regimiento o a la Base Naval de Puerto Belgrano (cosa que ocurrió en 1958); o si uno les pregunta por qué en el ’58 fueron a “entregarse” a los cuarteles, explican que la huelga ya, después de cuarenta días, se volvía insostenible (¡y esa es la huelga de 1961).




Uno podría preguntarse por qué se da esa confusión: hay quien dice: y, es cosa de la edad, qué querés, si tienen todos más de sesenta y cinco años, los que te pueden contar sobre eso. Y sin embargo, esto no sucede solamente entre personas muy mayores o a las que uno podría justificar a causa de algún problema de salud, sino también en personas perfectamente lúcidas que relatan con claridad y coherencia, y reflexionan con sentido crítico sobre su experiencia, sobre la situación pasada y presente de los ferrocarriles y del país. ¿Qué pasa entonces, con la memoria de esa gente? ¿Por qué recuerdan como uno solo dos momentos tan traumáticos, pero tan diferentes en sus detalles? Para tratar de comprender esto desde el punto de vista de quienes participaron en ellos, y buscar alguna respuesta a estas preguntas hemos armado algo así como una “historia a varias voces”, con fragmentos de testimonios de muchos ferroviarios de Talleres Bahía Blanca Noroeste, Maldonado, Galpón de Máquinas de White, estaciones Sud, Noroeste y Galván. Próximamente, en el libro que va a editar Juan Carlos Cena, Las huelgas ferroviarias en la Argentina, aparecerá el capítulo “La (larga) huelga de 1958 en Bahía Blanca e Ingeniero White”.

Este, sin embargo, no es más que el inicio (del capítulo, y de la búsqueda y la reflexión sobre estos temas). El texto completo, acá.

viernes, 27 de julio de 2007

ARCHIVO WHITE 07

Archivo White es un proyecto experimental de hibridación (de cruce, de interrelación) de arte y documento. Se inició en 2006 con Nadie se despide en White, muestra del taller de teatro documental que coordinó la directora teatral Vivi Tellas y que contó con la participación de Jorge Habib, Natalia Martirena, Rodrigo Leiva, Miguel Mendiondo, Raúl Lázaro y Alexis Mondelo, quienes trabajaron con vecinos de Ingeniero White y Bulevar para llevar sus vidas a escena. Así, el 16 de Diciembre de 2006 vimos a Atilio Miglianelli y Luis Firpo, Juan Califano y Rita Aversano, Pedro Marto, Sarita Capelletti, Osvaldo Ceci, Mario Mendiondo, Pietro Morelli y Pedro Caballero, y a los bomberos voluntarios de Ingeniero White, como intérpretes de sus propias biografías en un evento multitudinario.

En julio retomamos el proyecto, profundizando en la propuesta de trabajo interdisciplinario. Pedro Marto, quien fuera estibador, mozo, candidato a concejal, alguero, campeón de tango, extra en una película de Armando Bo, ayudante en un circo, presidente de la sociedad de fomento de Saladero, entre otras muchas actividades, ensaya bajo la dirección de Natalia Martirena, con la colaboración de Alexis Mondelo y Diego Enrique, y el aporte del equipo de Ferrowhite. Paralelamente, comienza a tomar forma el Museo Pedro Marto, primero de una serie de Museos Personales que se incorporan al proyecto Archivo White. Más información de Archivo White en http://www.undocumentalenvivo.blogspot.com/

Pedro Marto con su pañuelo bataraz, como en las épocas en que trabajaba como estibador en el puerto

LAS PAREDES BLANCAS NO DICEN NADA

¡Alerta entre los vecinos! Hay un hombre vestido con un traje especial de pies a cabeza, una especie de escafandra cubriendo su rostro y armado con un fusil al hombro, dando vueltas por las calles de White aunque –superada la primera impresión- su rostro severo, sereno no asusta; más bien parece interrogarnos.


¿Pero de dónde ha salido este hombre? ¿Qué mensaje nos viene a traer? Pareciera desprenderse de aquellas paredes húmedas y entumecidas que, con su sola presencia, han recuperado cierta vitalidad y llama la atención a los paseantes que se asoman y se agolpan para ver a aquel hombre que avanza con paso decidido arrastrando consigo –evidentemente, desde otro lugar y tiempo- una nieve extrañamente verde y preguntas que desafían la memoria de los vecinos de White.

Si las paredes blancas no dicen nada, estas otras intervienen el tiempo y las preguntas de El Eternauta provocan más preguntas todavía antes que certezas entre los asombrados vecinos. Su figura se repite en esquinas estratégicas, en paredes internas de algún baldío o paredones a la vista de todos: a nadie escapa la presencia de El Eternauta y las preguntas causan más desacierto que aquella nieve fluorescente. ¿Quiénes son esos nombres? ¿Por qué no se sabe dónde están? ¿Qué relación tienen con White o con el mismo Eternauta?

¿Y qué relación hay entre El Eternauta Y White? El Eternauta se cubre de la nieve mortal o habrá otra cosa de la cual preocuparse? Por momentos se confunde entre los trabajadores de las fábricas del Polo... si no fuera por el fusil. Claro, unos van a trabajar y El Eternauta... ¿a quién combate? ¿quién es el enemigo?

Esteban Sabanés

EL VIAJERO DEL TIEMPO

Stencil de Guido Poloni 

En la avenida Dasso, en Plunkett o Cárrega, saliendo de paredes o ventanas, es posible ver la figura del Eternauta.

Viajero del tiempo, el personaje creado hace 50 años por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López aparece por Ingeniero White.

Llega para escuchar las historias que se cuentan en secreto pero nunca en público, y deja esta pregunta en las paredes:

¿DÓNDE ESTÁN MARÍA ANGÉLICA FERRARI, HÉCTOR SAMPINI, ALDO PIRONI, RUBÉN SANTUCHO, MÓNICA SANTUCHO Y CATALINA GINDER?


(vecinos de Ingeniero White detenidos y desaparecidos durante la última dictadura militar)

JUNIO DE 2007 – FERROWHITE - LA CASA DEL ESPÍA

lunes, 4 de junio de 2007

PERALTA

Uno de los trabajos más impresionantes hechos en el museo fue la colocación de la torre de señales en el parque del castillo. Desde aquel día a fines de 2004 en que todo Ferrowhite (en su rama masculina) fue a sacarla del lugar donde estaba ya sin uso en Bordeu, la torre concentró durante muchos días la atención y los esfuerzos de todos. Finalmente, el año pasado, en medio de un notable despliegue, la torre pudo ser emplazada, izada y acondicionada.

Ahí está en la cima, Cristian Peralta, triunfante.


 La locomotora por ahora tendrá que esperar. Igual, ahí está Cristian, como siempre, firme entre sus amigos.


Hoy lunes, Cristian, cerebro y artífice de FW, debe haber llegado a Valencia, España.

domingo, 3 de junio de 2007

CAJA DE HERRAMIENTAS


Pedro Caballero trajo hace unos días el cajón de herramientas que por más de cuarenta años usó en el galpón de White y en el que guardaba más o menos quince llaves, la portatil, la francesa, la pinza, el destornillador, un juego de llaves Allen, una maza, un cortafierro, y algunas otras cosas más que se metían ahi.


Herramientas hay en el museo, tanto las viejas herramientas ferroviarias que están en la muestra, o en el almacén; las que usamos nosotros para "desmontar" nuestras "máquinas de contar la historia" (videos, fotos, tarjetones, fragmentos de entrevistas, mapas, etc) o las que se usan para hacer maquetas, vitrinas, trabajos de montaje o mantenimiento.

No podíamos no tener también nosotros nuestro cajón de herramientas, una nueva herramienta para poner en marcha más y más historias, y preguntas.

miércoles, 16 de mayo de 2007

LA EXCUSA (texto de Lucía)

El sabado 5, se presentó en el museo "Bolseras. Relatos de mujeres que trabajaron en las fábricas de bolsas de Ingeniero White". Sobre el encuentro, Lucía Cantamuto apunta lo siguiente:

El sábado, la excusa fue el libro; confluyeron en ese encuentro en el museo diferentes situaciones: se presentó a las bolseras, se presentaron ellas entre ellas y para todos, nos presentamos los pasantes. Se presentó el libro que fue el resultado de la unión entre FerroWhite, la UNS y la gente de por acá (no es fácil definirlo ¿White? ¿Boulevar? ¿Villa Rosas?). La salita del museo quedó chica para tantas conversaciones que las palabras salieron a recorrer todo el museo y llegaron a La Casa del Espía. Preguntas, respuestas, anécdotas, recuerdos, presente. Un encuentro y un rencuentro.

Ya pasó una semana desde la presentación. Hubiera sido lindo preguntarle a cada uno que sintió. A ellas qué sintieron contándoles a familiares, amigos y desconocidos cómo fue su adolescencia y su juventud en la Fábrica. A quienes se encontraban en la sala qué les pasó por la cabeza cuando escucharon “Ah, pero entonces yo trabajé con vos. ¿Cómo es tu nombre?”. Si la emoción que sintió Beatriz al ver el galpón desmantelado no estuvo presente en cada uno. Si todo lo que vivieron durante las charlas que se dieron no los dejaron incómodos; con una sensación de malestar con el pasado olvidado, pero emocionados con la posibilidad que siempre existe en el presente. Una sensación que se puede haber tamizado con el dulce sabor del higo sobre el pan que compartimos la final.

El frío, la sangre en los dedos, el apuro por terminar, las charlas entre el ruido de las máquinas, los buenos sueldos, el matrimonio: no son las palabras claves de un cuaderno de apuntes y nada más. Son puntos desde donde es posible repensar el modelo agro-exportador, el taylorismo, la sociedad de mediados de siglo. Es una invitación a que se planteen los mismos desequilibrios que nosotros tuvimos a la hora de armar el libro ¿cómo entender desde hoy lo que pasó? ¿qué hacer con lo que pasó para entender el ahora?

viernes, 4 de mayo de 2007

BOLSERAS

El próximo sábado 5 de mayo, a las 17 hs., en el SUM de Ferrowhite, presentamos “Bolseras”, un cuaderno con testimonios de mujeres que trabajaron en las fábricas de bolsas para cereal que existieron en el puerto. Este cuaderno o "libreta de relatos" es resultado de la labor que vienen cumpliendo en el museo Analía Bernardi, Lucía Cantamuto y Esteban Sabanés, alumnos de las licenciaturas en Historia y en Letras de la Universidad Nacional del Sur. Lo que sigue, a manera de adelanto, es la transcripción de un fragmento del prólogo:

En 1927, la compañía cerealera Bunge y Born estimaba sus exportaciones de trigo a través del puerto de Ingeniero White en 642.979 toneladas[1]. Tal cantidad no resulta muy impresionante si se la compara con cifras actuales. Pero lo es si se piensa que ese trigo era hombreado por un peón o un estibador en bolsas de arpillera que, en máxima tensión, soportaban a lo sumo 60 o 70 kilos. 642.979 toneladas son muchas bolsas, muchos brazos para levantarlas y muchas manos para coser esas bolsas.

Desde principios del siglo XX hasta bien entrados los años sesenta, numerosas fábricas de bolsas funcionaron en los barrios cercanos al puerto. ‘Bunge y Born’ tenía sus instalaciones en Villa Rosas y el Bulevar, ‘La Plata Cereal’, ‘Dreyfus’ y ‘Hardcastle’ cerca del Saladero, llegando a El Guanaco estaba la fábrica ‘Gorbato’. Algo distinguía a estas fábricas. En el ambiente predominantemente masculino de los trabajos portuarios, las fábricas de bolsas empleaban mujeres, mujeres que pasaban sus horas cortando y cosiendo arpillera debajo de enormes galpones de chapa.

La idea de armar este cuaderno surgió durante una muestra dedicada al trabajo en estas fábricas, realizada en el museo entre septiembre y noviembre de 2005.
Más precisamente, empezó con esta foto.



Miramos la fotografía. Vemos una fila de mujeres trabajando entre máquinas, hilos y bolsas,  ante las pilas de trabajo hecho o por hacer. De espaldas a la cámara, capturadas todas en el mismo gesto, las mujeres parecen trabajar en silencio...

¿Quiénes son estas mujeres? ¿Cómo era su vida y su trabajo?
Este cuaderno comenzó con la intención de encontrarlas, vencer ese silencio y preguntarles.

[1] “Ingeniero White. Álbum conmemorando el primer centenario de la fundación de Bahía Blanca. 11 de abril 1828 – 1928.”, Panzini Hnos. Impresores, Bahía Blanca, 1928.

miércoles, 2 de mayo de 2007

EL TALLER Y EL CRONOMETRO

(el título del ensayo de Benjamin Coriat sobre taylorismo, fordismo y producción en masa, para un episodio escatológico ocurrido en talleres BBNO, hace mucho tiempo)

Esta anécdota la contó Mario De Simón, que a su vez se la contaron a él, cuando entró de aprendiz allá por los años '50. Parece que una vez, cuando todavía el taller BBNO pertenecía a la compañía británica Ferrocarril del Sud (antes de 1948), un capataz inglés se propuso hacer el cómputo del tiempo exacto que llevaba la realización de cada trabajo. Por eso se instaló, cronómetro en mano, junto a un obrero que estaba trabajando. Este, después de un largo rato, interrumpe su tarea y le dice: Ahora anote, que voy a cagar. Y según le contaron a De Simón, el inglés le contesta: Bueno, como no, paramos acá. Y guardó un rato su reloj en el bolsillo, hasta que el hombre volvió.

EL TALLER EN EL TALLER

En la foto: a la izquierda, Roberto Peñacorada, jefe de Producción, a la derecha, Mario De Simón, jefe de los Talleres Bahía Blanca Noroeste entre 1981 y 1993.

Ellos vinieron hace unos días al museo y estuvimos hablando extensamente sobre diferentes aspectos del funcionamiento de los talleres ferroviarios hasta que se produjo la privatización y, en el caso de Talleres BBNO, el vaciamiento y el desguace: los multiples oficios del taller, los cabecillas y capataces, peones y aprendices, oficiales y administrativos, los comedores, la playa donde se arreglaban los vagones, los galpones, los tornos polacos, las huelgas de 1958 y 1961, los vagones "todo puertas", los vagones tolva, los vagones para el cemento, las ofertas de españoles y japoneses que querían hacer "maravillas" con ese taller......


Una cosa para observar en la foto: en primer plano, el reloj de De Simón; colgado en la pared, un reloj que estuvo en alguna oficina ferroviaria; y al fondo, cerca del techo, el famoso "pito del Noroeste". El pito sonaba cada mañana a las seis para indicar el horario de entrada de los obreros, y el que llegaba tarde tenía que dar su "explique"; las locomotoras, los vagones tenían un calendario de reparación bien preciso: un día para cada tarea, un tiempo estimado para cada arreglo, y por eso cada uno sabía cuánto tiempo tenía que emplear para hacer lo suyo. Podríamos decir que el taller mismo era como una gran máquina, como un engranaje.

Y sin embargo tanto Peñacorada como De Simón cuentan que siempre quedaban huecos para una charla, para un "perrito" (sobre todo en secciones como herrería, fundición, carpintería), para organizar un asado, y que muchas veces (especialmene en los últimos tiempos) había que ingeniárselas, entre todos, para terminar los trabajos aunque faltaran materiales o personas. Por eso muchas veces, -esto lo decía De Simón- tenían que hacer igual que en ese dibujito animado en que, en una orquesta de gatos paulatinamente diezmada por un ratón que serrucha el piso a los distintos ejecutantes, los pocos gatos que quedan corren desesperados de un puesto al otro, para que todo siga funcionando.