martes, 25 de mayo de 2010
viernes, 21 de mayo de 2010
jueves, 20 de mayo de 2010
miércoles, 19 de mayo de 2010
BI CENTENARIO
200 TOLDOS
200 LEGUAS DE TIERRA
200 CABALLOS
200 INDIGENAS MUERTOS
200 CASAS DE ADOBE
200 ESTANCIAS
200 ARRENDATARIOS INMIGRANTES
200 ESTACIONES
200 TOQUES DE TELEGRAFO
200 GUINCHES EN EL PUERTO
200 BARCOS
200 ADOQUINES
200 VAGONES PARA 200 TIPOS DE CARGAS DIFERENTES
200 PASAJEROS QUE HACEN EL TRAYECTO BAHIA-ING. WHITE PARA IR A
TRABAJAR TODOS LOS DÍAS DE LUNES A SABADOS
200 BOLSAS DE TRIGO
200 TARROS DE LECHE
200 ESCOBAS
200 ROBLONES
200 HORAS DE TRABAJO
200 DURMIENTES
200 MAQUINISTAS
200 BARRILES DE VINO
200 MANZANAS
200 FERROVIARIOS “INDEMNIZADOS”
200 RAMALES CERRADOS
200 GRANOS DE SOJA
200 MILLONES DE DOLARES AL MES
200 PESOS EL PASAJE EN COLECTIVO A BUENOS AIRES
200 PROPUESTAS PARA EL FUTURO
Números redondos, inexactos, arbitrarios incluso, para pensar desde aquí y desde ahora estos doscientos años de historia en Bahía Blanca e Ingeniero White.
Etiquetas:
Visitas,
Visitas - Escuelas - Instituciones
martes, 18 de mayo de 2010
PINCHADA
Afuera, en un altillo, que hasta hace poco se veía desde calle Malvinas, había un horno cubilote, un cilindro inmenso, de un metro de ancho por tres alto, mas o menos, que adentro esta forradocon tres o cuatro filas de ladrillos refractarios de 15 x5 cm de espesor.
El hierro hay que subirlo con una montacarga; se subía arriba, se subía todo, el carbón - carbón de coque-, la piedra caliza y el hierro. El horno tenía una boca, era un cilindro; abajo tenía una puerta doble que tenía cuatro hileras de ladrillos, y abajo en el piso había una salida, una bandeja toda hecha con piedra refractaria, y un agujero: de lejos el hornero, con una lanza larga, con un tapón de tierra refractaria lo taponaba.
Entonces ibamos, de arriba y empezábamos: se echaba una capa de carbón, una capa de piedra caliza y una capa de hierro, una capa de carbón, una de hierro y una de piedra caliza, el horno abajo tenía una salida, se llama expurgue, ... salía la piedra caliza fundida, que es como si fuera una miel, arrastraba toda la basura del hierro que vos habías metído. Cuando el horno empezaba a chorrear por ahí, donde lo tapó, el hornero pegaba el grito y decía: ¡A pinchar!. Entonces, del lado de adentro de la fundición, del galpón, donde estaba la salida grandota con el otro tapón, iban y lo rompían, y salía un chorro así de hierro fundido, 1000 kilos, caía adentro del crisol..
Una vez a la semana, se fundían 15.000 kilos de hierro, 15 toneladas, así que eran 15 pinchadas, cada pinchada que se hacía en el horno, el hierro fundido que salía del horno eran 1000 kilos; de ahí se iba a pasando a las cucharitas mas chicas, hasta las cajas de moldeo,
y había que embocar en la colada, donde le errabas un poquito, las chispas llegaban hasta el techo, como si hicieras fuegos artificiales.
(Héctor Tarsia, modelista fundidor en TBB entre 1954 y 1974)
El hierro hay que subirlo con una montacarga; se subía arriba, se subía todo, el carbón - carbón de coque-, la piedra caliza y el hierro. El horno tenía una boca, era un cilindro; abajo tenía una puerta doble que tenía cuatro hileras de ladrillos, y abajo en el piso había una salida, una bandeja toda hecha con piedra refractaria, y un agujero: de lejos el hornero, con una lanza larga, con un tapón de tierra refractaria lo taponaba.
Entonces ibamos, de arriba y empezábamos: se echaba una capa de carbón, una capa de piedra caliza y una capa de hierro, una capa de carbón, una de hierro y una de piedra caliza, el horno abajo tenía una salida, se llama expurgue, ... salía la piedra caliza fundida, que es como si fuera una miel, arrastraba toda la basura del hierro que vos habías metído. Cuando el horno empezaba a chorrear por ahí, donde lo tapó, el hornero pegaba el grito y decía: ¡A pinchar!. Entonces, del lado de adentro de la fundición, del galpón, donde estaba la salida grandota con el otro tapón, iban y lo rompían, y salía un chorro así de hierro fundido, 1000 kilos, caía adentro del crisol..
Una vez a la semana, se fundían 15.000 kilos de hierro, 15 toneladas, así que eran 15 pinchadas, cada pinchada que se hacía en el horno, el hierro fundido que salía del horno eran 1000 kilos; de ahí se iba a pasando a las cucharitas mas chicas, hasta las cajas de moldeo,
y había que embocar en la colada, donde le errabas un poquito, las chispas llegaban hasta el techo, como si hicieras fuegos artificiales.
(Héctor Tarsia, modelista fundidor en TBB entre 1954 y 1974)
lunes, 10 de mayo de 2010
SAUCEDO: HIERRO, MATERIA Y ESPIRITU
Tomás Fernando Saucedo, herrero en Talleres Bahía Blanca Noroeste entre 1979 y 1996.
Tomás dibuja el horno inmenso de la herrería con sus dos puertas colgantes, el espacio central donde se ponían los materiales y la mesada de ladrillo refractario, indica la cantidad de minutos diarios que había que cumplir, a razón de 10 minutos por pieza, en este caso, cáncamos:
Dibuja luego un enganche, como los que reparaban habitualment en talleres, con su grillete, dos brazos, los ojos, las tiretas
Estas eran probablemente las piezas más pequeñas que se hacían y se reparaban en el taller.
Pero eran el eslabón clave, para que todo funcione:
Tomás dibuja el horno inmenso de la herrería con sus dos puertas colgantes, el espacio central donde se ponían los materiales y la mesada de ladrillo refractario, indica la cantidad de minutos diarios que había que cumplir, a razón de 10 minutos por pieza, en este caso, cáncamos:
Dibuja luego un enganche, como los que reparaban habitualment en talleres, con su grillete, dos brazos, los ojos, las tiretas
Estas eran probablemente las piezas más pequeñas que se hacían y se reparaban en el taller.
Pero eran el eslabón clave, para que todo funcione:
Tomás Saucedo repite una y otra vez la palabra "material":
se levanta el material ...
el sitio donde los materiales descansan,...
primero se hace este material y después va a la agujereadora ...
una vez que se enfriaba el material estaba listo para ser despachado a las areas que correspondía...
Material es la materia prima -el hierro-; es también el objeto en el momento en que es fabricado o reparado; materiales son las piezas ya acabadas. Pero la materia es mucho mas que un sólido que puede ser puesto al rojo y templado:
(Se escucha mejor con auriculares )
Lo importante es el tiempo de estar el material ahí, porque no es lo mismo calentar hierro que calentar acero, no era lo mismo calentar bronce que calentar otro material, el cobre necesitaba solamente un soplo de calor, había que sacarlo, se deterretía todo, lo que mas resistía era el hierro dulce, pero también corría el riesgo, el hierro dulce, de desintegrarse, y cuando el hierro dulce se desintegra, anita, se lo ve desde afuera como una baba, al rojo al vivo, eso solamente hay que vivirlo, te transfiero yo a vos lo que era eso, pero si hubieras vivido, si hubieras gozado de esa visión hubieras dicho: ¡pero esto es una cosa increíble!
martes, 4 de mayo de 2010
MECANICA WHITE: EL TALLER QUE FUNCIONO EN LA USINA INGLESA
Sigue estando ahí, escondida entre los árboles, bajo el puente La Niña, opacada por la enorme planta de silos de Terninal Bahía Blanca, cerrada, desmantelada, La Usina Inglesa.
Y no hace tanto que dejó de funcionar allí Mecánica White: ese taller fue cerrado definitivamente en 1993, cuando Talleres Bahía Blanca Noroeste (del que dependía ) pasó a manos privadas.
El 30 de abril fuimos de nuevo a recorrer la Usina, acompañados por Raúl Foresi, quien fue, durante diez años jefe de este taller ferroviario, perteneciente a la División Mecánica de Ferrocarriles Argentinos, a pesar de estar emplazado en el corazón de la zona de la Administración General de Puertos.
¿Cómo es que un taller ferroviario como este termina funcionando dentro de la usina?
Eso fue lo que nos explicó Foresi. Esta usina, inaugurada en 1908, produjo energía eléctrica hasta que entró en funcionamiento la usina Gral San Martín (el Castillo) en 1934 y mientras perteneció a la empresa Ferrocarril del Sud en ese taller - en ese entonces llamado Mecánica Muelle - se hacía toda la reparación de las dragas, remolcadores y chatas barreras, guinches, cabrestantes y motores de los elevadores del puerto. Después de la nacionalización de los ferrocarriles, y la posterior creación de la Administración General de Puertos en 1954, la división eléctrica de la usina siguió ocupandose de los guinches, pero la división mecánica pasó a depender de la empresa Ferrocarriles Argentinos. Criques para levantar vagones y locomotoras, chatas automobileras, cajas de seguridad para la recaudación de las estaciones ferroviarias, extinguidores para toda línea Gral Roca, motores eran los trabajos que se hacían en este taller.
Raúl nos mostró la sección de los balanceros, la división electrica -donde estaban los tableros y los generadores que distribuian la corriente continua a los guinches de los muelles y nos detuvimos extensamente, recorriendo cada rincón de la división mecánica: tornos, fresadoras, agujereadoras, movidos por un complejo sistema unificado de transmisión; la oficina del capataz y el comedor.
El gesto y las palabras de Foresi van reponiendo nombres, ruidos, voces y movimiento; al hablar del ritmo cotidiano de trabajo parece, al menos por unos minutos, devolverle algo de su vitalidad y su calidez; y caminando a su lado -mientras va de su torno al pequeño almacén local, o de la oficina del jefe al comedor-, la distancia se experimenta no como vacío a ser salvado sino como un espacio pleno en el que es imposible que la sangre no circule y el frío te adormezca.
Esa es la diferencia entre el recorrido que hicimos hace dos años y este. Aquel fue un recorrido arqueológico, a través de una ruina, este fue un recorrido que tuvo en cierto modo una potencia revitalizante. No alcanza con pensar un hermoso edificio de cien años como un bello conjunto arquitectónico y patrimonial: el bello edificio vale y tiene que ser preservado por las historias que guarda y lo que todavía se puede hacer con él.
Sobre la visita anterior, acá
sábado, 1 de mayo de 2010
PASAJEROS
Desde hace algunos años el museo aloja, junto a llaves, martillos y tenazas, objetos que no provienen del pasado ferroportuario, sino que han sido construidos por los propios ferroviarios para vincular ese pasado al presente. Este domingo 2 de mayo, en Ferrowhite extendemos los festejos por el Día del Trabajador presentando las figuras que el mecánico ajustador Carlos Di Cicco talló en madera balsa: pasajeros que transitan las estaciones ferroviarias de un mundo extraño que es, al mismo tiempo, el nuestro.
A continuación el texto que Luis Sagasti escribió para la muestra:
Los muñequitos de los chocolatines Jack descansaban –y aún hoy lo hacen- en unos ataúdes de chocolate, claro, que se comían en un santiamén casi sin saborear. El rango de emociones que provocaban lo encabezaba la sorpresa de que nos tocara uno que no teníamos. Y como no era cosa de todos los días comprarse un chocolatín, el desencanto hacía de la boca una trompa si el muñeco liberado ya figuraba en nuestra colección.
Los muñecos de Di Cicco, frontales y de colores puros bien de pomo como venían los Jacks, parecen ser parte de una colección infinita a la que no le falta ninguna pieza. Pero al mismo tiempo, cualquiera de ellos da la sensación de poder iniciar una serie que a su vez encabezaría a otra. De estos asuntos los chinos que Borges citaba o inventaba sabían mucho.
Solos o de a pares, los muñequitos, pensados para habitar la maqueta de una estación del ferrocarril, dan cuenta de un afán conciliador que da la impresión de no querer olvidarse de nadie. Todos los tipos sociales parecen tener cabida en el trabajo de Di Cicco. Como en los trenes del general Perón.
Esa conciliación no solo es conceptual sino también plástica: puede advertirse en la factura de cada muñeco. Por un lado dan la sensación de ser esbozos, bocetos, algo inacabado, pero al mismo tiempo se percibe con claridad una dedicación silenciosa y tierna a la vez como si luego de cada jornada, la cabeza del trabajador necesitara restituirse a un cuerpo que por momentos debería sentirse como ajeno.
Y hay un par de muñequitos que parecen ser los más difíciles de conseguir. Y contra lo que se cree, no es la pareja haciendo el amor. Seguro. Y la impresión punzante de que la estación de trenes era una verdadera arcadia, donde todo era posible, como en Trulalá.
La colección de Jacks guardaban una epifanía que de chico uno no alcanzaba a darse cuenta: la posibilidad de observar por primera vez a Hijitus de perfil. Como ver al guarda tocar la campana de la estación, ni más ni menos.
Luis Sagasti
Carlos Di Cicco (1937-2005) fue oficial mecánico en el Galpón de Locomotoras de Ingeniero White y gasista a domicilio. Apasionado por los trenes, en su casa era posible encontrar revistas y carpetas con recortes de noticias ferroviarias y una maqueta poblada por muchas de las figuras que podrán verse desde mañana en La Casa del Espía.
La foto de este post es de Carlos Mux
Suscribirse a:
Entradas (Atom)