sábado, 31 de octubre de 2009

MARIO CHIARASTELLA: CARACOLES CON TUCO


Casi de casualidad, pasé ayer por lo de Mario Chiarastella. Lo encontré ahí en la puerta de su casa, con su bastón, me presenté y nos pusimos a conversar.

Que era mayor, ya sabía; incluso, mientras lo escuchaba hablar,  trataba de hacer mis cálculos; hasta que en una vuelta de la conversación me dice: en White nací, soy clase 1913.

Que trabajó en TBB, también sabía, pero hasta ahora no había conversado con nadie que hubiera ingresado ¡¡¡en 1939!!!, con la prueba que les tomaban a los carpinteros de vagones, el "machete escondido". Ahí estuvo, hasta 1972, en la sección 80, vagones, como jefe de playa y capataz general.

Hablar de los talleres, era lo que yo quería. Él me contó, sí, un montón de cosas y respondió con entusiasmo y mucho detalle a todo lo que yo le pregunté.

Pero lo que él quiso contar, lo que le iluminó los ojos hasta la emoción, fue el modo en que su señora Nélida y él preparaban los caracoles con tuco: iban hasta el parque frente a la estación Noroeste donde había rúcula (porque eso les daba mejor gustito que a los del patio de casa), y de ahí traían una buena bolsa de caracoles, los ponían en una caja cubierta con una malla metálica, y los purgaban dándoles de comer (a los caracoles) harina de maiz. A los diez días, la señora preparaba un tuco riquísimo, hervía los caracoles en una olla aparte, y cuando estaban cocidos, mezclaban todo y listo para comerlos.

También preparaba hasta diez damajuanas de aceitunas en salmuera por año, cosechadas de los olivos que plantó frente a su casa.

miércoles, 28 de octubre de 2009

EL PASADO COMO CONSTRUCCIÓN


El 1 de octubre de 1932 comenzaba a funcionar la usina General San Martín, o como la mayoría de los bahienses la conoce, “el Castillo” del puerto. Para celebrarlo, Ferrowhite presenta el próximo sábado a las 18 hs. una réplica (escala 1/100) de este monumental edificio, construida por nuestro amigo y colaborador Héctor Guerreiro.

Desde hace algún tiempo, el museo exhibe, junto a llaves, martillos y tenazas, artefactos que no provienen del pasado ferroportuario, sino que han sido producidos por los propios trabajadores para vincular ese pasado al presente. Esta maqueta continúa esa serie, bajo la idea de que en un museo taller el relato de la historia se convierte también en un acto constructivo. El armado de un castillo en miniatura apunta a tratar de entender cómo funcionaba la usina, al tiempo que nos invita a pensar en su recuperación y futuros usos.

Y decimos “réplica” solo por costumbre. A pesar del cuidado puesto en tantos detalles, esta maqueta no es una reproducción exacta de la realidad. El castillo de Héctor, a diferencia del original, se encuentra sano y estaría en condiciones de ser utilizado si los que transitamos este puerto midiéramos nuestra estatura en milímetros (pero ¿No nos ven así de chiquitos quienes planifican los destinos de este lugar?). Antes que una muestra de lo que ese edificio fue alguna vez, la maqueta de la usina representa un llamado a la acción: nos recuerda, a 77 años de su inauguración, qué castillo queremos.

lunes, 26 de octubre de 2009

PULLES

Néstor Pulles se presentó como un ex ferroviario curioso que venía a conocer el museo y sacar algunas fotos. Al final, nosotros terminamos prguntándole a él  -que trabajó en Talleres Maldonado hasta 1960 y en el galpón de White, en Superintendencia hasta 1992-  un montón de cosas sobre las locomotoras diesel-electricas, sobre los locales que corrieron hasta fines de los  80, y sobre  ferroviarios que no podíamos terminar de identificar en algunas fotos.

Se fue en el 92, cuando empezaron los retiros voluntarios.

Cuando llegaron los privados, y vi que a los más capaces los dejaban ir -me dijo- me di cuenta de que eso así no estaba bien.

Nos prometió fotos de locomotoras: esperemos que elija en particular las que con más frecuencia andaban dando vueltas por estas vías  .

sábado, 24 de octubre de 2009

SECCION 73: TORNERIA

La tornería era la sección neurálgica, dijo Claudio Fabbi (tornero en TBB entre 1986 y 1992), por acá pasaba todo lo que se hacía en el taller.

Y entramos directamente en lo que queda del galpón de la sección 73, tornería:


Nos mostró dónde estaba la fresa, la lesadora, cada uno de los tornos, el torno polaco, los tornos revólver, un torno muy antiguo que ya no se usaba más de la época de los ingleses, y la "cueva", en uno de los ángulos del galpón, donde se juntaban en los ratos de descanso a tomar mate y a charlar, como si hubiéramos estado recorriendo su casa:



Nos explicó, como si todavía esas fueran sus tareas habituales, cómo se enllantaban las ruedas de vagones, cómo se agujereaba el disco, cómo se torneaba el perfil de cada rueda, cómo hacían los stays, qué materiales y qué herramientas eran necesarias, qué sandwich había que darle al herramentista para que te diera lo que necesitabas, qué bromas le hacían al que prendía primero la salamandra. Nos describía cada máquina no solamente con palabras sino mostrando su envergadura y volumen con sus propios brazos, su funcionamiento o desplazamiento, con el movimiento mismo de su cuerpo.
Después recorrimos el taller: pasamos por el comedor, por el galpón de montaje y la herrería. Nos contó, además, un montón de anécdotas.

Muchas cosas pensábamos Nicolás y yo mientras caminábamos con él por entre los escombros:

¿Quién destruye así sus cosas, ni siquiera cuando ya no le sirven?
De todos modos: ¿quién dijo que este taller no servía?

La violencia ejercida en cada uno de esos muros, de esos tejados, de esas maquinarias, no hace más que hacer evidente la violencia que se ejerció sobre todos los que trabajaban ahí, que tenían su oficio, su saber, su experiencia, sus esperanzas, y también sus amigos, sus compañeros; y también la violencia con que se destruyó lo que nos pertenecía a todos, no solamente las construcciones, las maquinarias o los materiales sino el trabajo mismo que ahí se hacía, vital para el funcionamiento del ferrocarril (servicios de pasajeros, cargas de todo tipo hacia el puerto de Ing. White, hacia otras zonas de nuestro país) y de la economía regional.

Cuando uno recorre, o habla sobre el taller con personas de más edad, ferroviarios de toda la vida, el dolor por la destrucción nace de la pena de ver en ruinas esos espacios en los que transcurrieron treinta, cuarenta años de sus vidas.

Los que, como Claudio tenían 29 años cuando se cerró el taller, pasaron unos pocos años ahí; ahora trabajan en otras cosas (casi nunca ligadas al oficio), pero tal vez, hoy todavía, a los 46, estarían ahí, trabajando.

miércoles, 21 de octubre de 2009

TREN PARA TODOS


Esta mañana estuvo el maquinista Roberto Ricco, que trabaja en Ferrosur, y nos dejó esta invitación.

domingo, 11 de octubre de 2009

TERMINUS AD QUEM: EL TORNO POLACO

Instalación del torno polaco en la seccion tornería, TBBNO, 1989
(Foto: Archivo DS) La referencia de la foto acá:



Año 1989 
Después de varios años de demora en la aduana del puerto de Buenos Aires, llega a Talleres Bahía Blanca el torno polaco. Ya el edificio de la sección tornería ha sido convenientemente acondicionado: durante tres meses, a pala y carretilla se cavó un pozo de 2,50 m de profundidad, se quitaron varias máquinas en desuso,se abrió en uno de los laterales un nuevo portón para que puedan ingresar esas 22 toneladas de maquinaria.
La operación para instalar el torno no resulta sencilla (150 durmientes de quebracho como bancada, 4 gatos Joyce, un sistema de rodillos para desplazar el torno hasta el lugar exacto), pero cuando calza y queda definitivente fijado en su sitio, se instalan los programas en la computadora de control, se enciende, se prueba y empieza a funcionar uno de los aparatos más sofisticados de los talleres: 22 pares montados de ruedas pueden ser torneados en un turno, se pueden seleccionar y programar tantos perfiles diferentes como tipos de rueda - B1, vagón de carga, de pasajero, de locomotora diesel-.

Año 1990
La cantidad de ejes para tornear que llega al taller es cada vez menor. Empiezan los retiros voluntarios y las jubilaciones anticipadas. El torno pasa varios meses inactivo, cubierto con su protector especial hasta que se junta un número de ejes tal que justifique encenderlo y hacerlo funcionar.

Año 1992
Talleres Bahia Blanca Noroeste pasa a manos de Ferrosur. Se supone que el torno polaco es desmontado y llevado a Olavarría. Los otros tornos de la sección 73 so n cortados a soplete y vendidos como chatarra. En pocos meses el taller queda literalmente desmantelado.

Año 2008
Llega al museo esta foto pero a la persona que la trae le resulta dificil precisar la fecha en que fue tomada (¿mediados de los 80, tal vez?). El editor del libro El tiempo y los relojes (Vacasagrada, Bahía Blanca, 2008) incluye esta imagen como apertura del capítulo "El tiempo en los talleres ferroviarios", referido al control del tiempo de trabajo en la estructura fabril en pleno funcionamiento.

9 de octubre de 2009
Claudio Fabbi, 45 años, tornero de la seccion 73 entre el 30 de abril de 1986 y el 30 de abril de 1992, se reconoce en la foto (el tercero desde la derecha), le pone fecha exacta y cuenta con minucioso detalle cómo funcionaba y cómo se manejaba este torno, desde su instalación hasta que fue desmontado.



Hoy el significado de esa foto cambia: no es solo una imagen cotidiana de trabajo, sino la imagen (paradójicamente) emblemática del momento preciso en que el final empezaba a precipitarse.
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He aquí la base del torno, fotografiada el 22 de octubre, casi desde el mismo ángulo. Obsérvese la fosa, el pozo central donde se acumulaba la viruta, la vía lateral hacia la derecha por la que salían los pares montados ya torneados, el lugar desde donde filma Nicolás Testoni (que es casi el mismo en el que aparece el ingeniero Di Matteo), y el sitio en el que posa Claudio Fabbi, veinte años después.

sábado, 10 de octubre de 2009

METODOS


Foto tomada en el paredón sur de los Talleres Bahía Blanca Noroeste frente a la calle Blandenguez. La imagen representa el deseo de los vecinos de que la calle sea abierta, atravesando el paredón, lo que queda del galpón de montaje.


El proyecto, ahora, es escribir sobre los Talleres Bahía Blanca Noroeste.

Uno empieza preguntándose ¿cómo se destruyó todo esto en tan pocos años? ¿por qué? ¿Dónde están las maquinarias, herramientas, repuestos, ladrillos, tejas? ¿Dónde están quienes trabajaron acá? ¿por qué no hubo resistencias, intentos de reapertura o reactivación, formación de cooperativas?

Estamos retomando ahora una larga serie de entrevistas hechas desde hace cuatro años, y entrevistando a muchas otras personas que en distintos momentos trabajaron en TBB y entonces uno se cuestiona:

¿Cómo hacer para no quedar atrapado/a en la versión de un pasado recortado por la distancia, idealizado por la propia nostalgia de la juventud de quienes hablan, mistificado por el contraste con un historia reciente que a duras penas pueden decir? ¿Cuánta resistencia interna hay que oponer a los relatos minuciosamente apocalípticos para seguir pensando que sí vale la pena tratar de entender y decir qué fue lo que pasó?

¿Cómo contrarrestar las explicaciones exaltadas, moralizantes y asbolutas (tipo "los argentinos somos así, no podemos tener nada", "los políticos son todos unos hijos de puta"), los desplazamientos tranquilizadores (por ejemplo, espantarse por los edificios mismos en ruinas ), o los juegos de victimización/demonización de quienes tuvieron que ver en esto?

¿Cómo contrarrestar lo más fuerte, lo más pregnante, lo más cómodo para todos, con respecto a este tema, cómo contrarrestar la tendencia al borramiento y al olvido?