Cuando las locomotoras a vapor dejaron de circular, a mediados de la década del 70, a buena parte del personal de la sección calderería - que pasó a llamarse "metálica" se asignó la tarea de la preparación de las chapas y los materiales necesarios para la reparación de los vagones graneros. Pero históricamente, esa sección tuvo a su cargo la reparación y limpieza de las todas las calderas: las calderas de las locomotoras de vapor, las calderas de los guinches a vapor y, hasta el momento del cierre del taller, las calderas fijas de la sección herrería.
Foto: Archivo Ferrowhite - Procedencia desconocida
(el objetivo de esta foto es observar en una locomotora como las que circulaban en esta zona los elementos que se describen en el gráfico y en el texto de la entrevista)
Para los autores del libro
La locomotora, manual práctico para maquinistas y fogoneros (Barcelona, 1928), Lamalle y Legein, la caldera es el alma de la locomotora. Para Ricardo Schettini*, que trabajó como calderero en Talleres Bahía Blanca, la caldera era, ni más ni menos que
EL CUERPO DE LA LOCOMOTORA
“La caldera se levantaba, cuando se desconectaba toda, el guinche la levantaba, la posaba arriba de unos tacos, para que nosotros trabajáramos en la reparación, la enlazábamos por acá abajo con los cables y cuando se desconectaba toda, había que cortar los remaches, sacarlos y ya quedaba suelta. Se reparaba la caja de humo, a veces estaba podrida, a veces había que hacerla nueva, o la chimenea que se quema, porque era una chapa gruesa así. Teníamos que sacar todos, todos los tubos, había calderas que tenían 150 tubos chicos y 21 de los grandes, los grandes van en la parte de arriba, los chicos en la parte de abajo, porque los tubos se cortan y pierden, acá en los cuatro rincones tenemos tapones de registro, vos los sacás para lavar la caldera, porque la caldera adentro se ensucia, porque la caldera toma agua en White, esa era un agua, agua dulce, pero la maquina llegaba a San Antonio y qué tomaba, agua salada, el agua salada tiene mucha potasa, entonces la potasa le provocaba incrustaciones...
A. Cartocci, Contribución al estudio de la locomotora, Bs. As, 1963
Vos sacabas los tapones, a veces salía como yogur de adentro, como yogur espeso, con un alambre le
pasábamos para lavarla hasta que salía el agua limpia, ... eso que te digo salía como yogur y se va pegando a las paredes, eso es como una persona que come grasa, lo mismo lo mismo, el médico te dice la grasa produce colesterol, en la caldera pasa lo mismo, se le va pegando, se le va pegando, así se hacen incrustaciones en las paredes, ahí es donde se puede quemar porque al tener las incrustaciones no llega el agua por más calor que le des, eso se pone peor que la porlan que no la ablandas con nada. Por eso cuando se revisa, porque se revisa por estos agujeritos, viene el inspector y te coloca ... ¿viste cuando el doctor te coloca la palita de vidrio con el espejo? Bueno, él ponía así el espejo y nosotros con una lámpara a carburo, y miraba los estays o virotillos (que son elementos de fijación): entre uno y otro hay una distancia mas o menos unos 10 cm, porque son mil y pico los que lleva. Por el agujero que enfrenta al otro, teníamos que pasarle un macho largo con rosca, con dos canaletitas, eso se pasaba de acá para allá, para mejorar la rosca y después se enroscaba, de esto te queda afuera un pedacito así, para adentro de la caldera y afuera de la caldera, entonces con unas estampas formaba la cabecita, al sobrar una cabecita así, alguien con un fierro grande grueso, con la mano tenia que aguantar y de acá entre dos personas con el martillo a viento, neumático se remachaba de acá adentro y de acá afuera.
La puerta de la caja de humo también entraba en nuestra sección, si estaba muy podrida había que sacarla toda porque esta iba toda remachada y hacer una caja de humo nueva y colocarla o si no, cortarla con el soplete y hacerle los parches respectivos, soldador eléctrico.
Cuando venia el inspector marcaba los trabajos que había que hacer: decía que había que bombardear la caldera, agarrar el martillo a viento entre dos personas y uno adentro los mil y pico de estays hacerle pr prrrrrrrrr prrrrrr que se vaya cayendo toda esa incrustación. Era terrible, yo tengo pérdida de oído, tremendo, tremendo, era una sección muy fea, polvillo, humo, ruido infernal, todos, el 99% de todos lo que nos jubilamos, del oído estábamos hecho pedazos, cuando nos dieron los cobertores, yo entre en el 55, los pidieron en el 78, 25 años, nosotros nos poníamos a veces en el oído algodón encerado, o nos poníamos algodón, pero ese ruido te golpeaba, terrible. Los caldereros y los que trabajaban juntos que eran de otra sección, porque trabajamos mezclados, toda la gente esta estropeada, completamente estropeada.
El tender también nos pertenecía a nosotros, porque se podría, había que hacer unos parches, estar adentro, esta dividido por planchas, tirantas, así, todas remachadas, había que estar adentro remachando. Adentro había rompeolas, unas chapas así con agujeros, cosa que cuando la maquina va andando, el agua no este bum bum golpeando adentro de este tanque. Nosotros había cosas que se trabajaba al aire libre, cuando era la máquina parcial; cuando era general iba a dentro porque había que levantarla, esto iba arriba de unos tacos, en montaje, ... ya te digo estaba todo dividido, la reaparación de la máquina era como los médicos, traumatólogo, clínico, cardiólogo, urólogo, todo así, esto era lo mismo, una parte uno, una parte otro.”
*Entrevistado el 8 de abril de 2005.