sábado, 30 de mayo de 2020
UN ARCHIVO ENTRE MUELLES Y RIELES
Reconstruir la historia de los trabajadores del tren implica rearmar la estructura organizativa que permitió a las empresas ferroviarias vincular extensos territorios a lo largo de más de un siglo. En esa tarea, es el propio archivo del museo el que va encontrando un orden. En eso consiste el "cuadro de clasificación" en el que trabajan por estos días Ana Miravalles y Julieta Ferragine, algo así como el plano maestro de un laberinto de papeles. Desde otro ángulo, Ramiro Ravasi, ha comenzado a colaborar en la transcripción de algunas entrevistas que forman parte del archivo oral del museo. Y muchas fotos del puerto y de las usinas de principios de siglo ganan luz y nitidez gracias al trabajo de edición que realiza Héctor Herro. En el archivo, ese pasado que solemos asociar a la linealidad sucesiva de un relato, va encontrando la forma de una suerte de mapa que dispone en la geografía apretada de unos cuantos estantes, los rastros de la historia que nos trajo hasta acá.
miércoles, 27 de mayo de 2020
LARGA DISTANCIA
Hace unas semanas, a algunas personas amigas del museo les mandamos este mensaje por whatsapp:
Te invitamos a participar de la propuesta de reunir nuestras voces en un relato colectivo que sirva de testimonio de lo que nos pasa mientras estamos distanciadxs. ¿Qué hacemos, pensamos y sentimos en estos días de “aislamiento social”? ¿Te animás a grabarte a vos mismo? ¿Te animás a hacerle estas preguntas a quienes comparten la casa, el patio o el barrio con vos? ¡Esperamos escucharte!
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero en estos días en que sobreabundan y un poco saturan, preferimos cerrar los ojos y concentrarnos en la escucha. Dejarnos llevar por el timbre de voz, por las entonaciones y por los modos de hablar para poder “ver” a las personas que son tan particulares como sus voces.
¿Qué extrañás de la vida anterior? o, ¿cómo se habita el espacio durante la cuarentena? fueron algunas de las preguntas que nos sirvieron como excusa para sabernos cerca y bien acompañadxs.
CUARENHUERTA
Este audio recupera algunas voces de cuando, allá por el mes de abril, arrancamos con el proyecto “Buena semilla”. O mejor dicho, de cuando las medidas de la distancia social “nos obligaron” a comenzar la huerta comunitaria, que desde el año pasado queríamos hacer en el museo, en los 40 patios que hoy la conforman.
https://soundcloud.com/ferrowhite-705544030/larga-distancia-voces-de-un-museo-en-confinamiento
Se trata de los primeros comentarios que surgieron mientras recibíamos el paquetito con las semillas en la puerta de nuestras casas, picábamos la tierra de nuestros patios o conseguíamos maples de huevos o cajones de pescado para armar los almácigos. En esos días, hubo quienes compartieron sus saberes y quienes sus dudas, y todxs, eso sí, compartimos el entusiasmo.
Aunque no se parece a la charla final de cada sábado en el Prende, cuando nos reunimos alrededor de la mesa larga para poner en común las sensaciones del encuentro, este audio nos ayuda a imaginar una gran conversación.
En este enlace escuchamos a Mabel, Marita, Andrea, Negrón (Rubén), Estela, Joaquín, Nahiara, Katty, Miguel, Analía, Liliana, Vicky, Sayra, Yesi, Camila, Teo, Bianca y Fiorella.
martes, 26 de mayo de 2020
FOROS DE POLÍTICAS CULTURALES
El lunes 18 de mayo, Día Internacional de los Museos, se llevaron a cabo las mesas de reflexión “El porvenir de los museos de arte y las nuevas utopías”, en el primer encuentro virtual de los FOROS DE POLÍTICAS CULTURALES con la participación de Ezequiel Grimson, subsecretario de Políticas Culturales del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires; fue coordinada por Fernando Farina, director provincial de Artes del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, y estuvo integrada por Ana Longoni —directora de Programas Públicos del Museo Reina Sofía de Madrid—, Gabriela Rangel —directora artística del MALBA —, Nicolás Testoni —director del Ferrowhite - museo taller de Bahía Blanca—, Valeria González —secretaria de Patrimonio del Ministerio de Cultura de la Nación — y Federico Ruvituso —director del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti de La Plata.
miércoles, 20 de mayo de 2020
INFODEMIA
Lejos de la sierra y el martillo con los que fabrica de todo en el museo, nuestro compañero Guillermo Beluzo empuña el plumín para transformar en historia gráfica el virus de la infodemia.
lunes, 18 de mayo de 2020
"MUSEOS POR LA IGUALDAD"
Hoy es el Día Internacional de los Museos, cuyo tema de este año propone, en favor de la "diversidad" y de la "inclusión": "museos por la igualdad". Aunque la igualdad, claro, no es cuestión de un sólo día, sino un principio y a la vez un horizonte para la acción que atraviesa siglos de historia política, una idea poderosa que acá, pisando las calles del Saladero y el Bulevar, resulta, antes que nada, una tarea pendiente.
Un museo para la igualdad tal vez sea un espacio dedicado a denunciar los mecanismos que convierten a las múltiples formas de la desigualdad en un hecho sistémico, comenzando por los propios criterios jerárquicos que llevan a los museos a sancionar qué cosas se consideran valiosas, dignas de ser exhibidas y conservadas, y cuáles no.
O puede que, de manera menos radical pero igual de ambiciosa, un museo comprometido con la igualdad sea aquel capaz de expresar lo que tenemos en común, en tiempos de individualismo viral, para así fortalecer los lazos solidarios que cimentan la supuesta condición de posibilidad de una distribución más equitativa de los distintos tipos de riqueza.
Pero todo esto suena demasiado general, demasiado abstracto, demasiado alejado de nuestras modestas chances para hacer de esta una vida menos injusta. Acá la noticia de este Día Internacional de los Museos es que sobre el suelo salitroso de unos cuantos patios, a metros de silos repletos de soja transgénica, brotaron, desfachatadas, las lechugas. Y que para que eso suceda Lorena, Melisa, Mateo, Fiore, Thiara, Mabel, Cami, Teo, Emily, Luana, Jaz, Erika y Karen prepararon plantines en maples de huevo; Miguel, Nahiara, Gisella, Beto, Ale, Sole, Mailén, Emi, Marita, Priscilla, Dylan y Martina armaron almácigos con cajones de pescado; Yesi, Susana, Analía, Bea, Pao, Bianca, Male, Anita, Juli y Katty abrieron surcos en la tierra; y todxs nos pusimos a probar con un saber y un hacer que nadie conocía de antemano. Capaz que es eso: las semillas de la siempre improbable igualdad prenden ahí donde somos capaces de compartir esta potencia.
viernes, 15 de mayo de 2020
lunes, 11 de mayo de 2020
PERDER EL TIEMPO
Demostrando que, además de genial diseñador, es un tipo preocupado por el destino de la humanidad entera, en esta entrada nuestro compañero Carlos Mux escribe sobre el futuro del tiempo y la promesa incumplida de un porvenir de abundancia y eternas vacaciones.
De manera repetitiva y agotadora, muchas veces les comenté que desde mi niñez me quedó el firme recuerdo de un libro que leí en una noche de insomnio. Se llama “Amos de títeres”.
La novela está ambientada en el futuro, y en algún momento, dos enamorados se casan y toman vacaciones para disfrutar de su luna de miel.
Pero en el futuro tiempo para vacaciones no hay, y para hacerlo tienen que tomar pastillas que aceleran el metabolismo de manera que todo se pueda hacer a una velocidad vertiginosa. Duermen 10 minutos y se despiertan frescos como si hubieran descansado 8 horas. Se mueven muy rápido, todo lo hacen a la velocidad de la luz. Entonces, en un fin de semana sus acciones y sus pensamientos son parecidos a los que hubieran tenido durante el transcurso de una semana en circunstancias normales.
Por supuesto que hay que tomar algunas precauciones y la experiencia tiene ciertas limitaciones. Hay que hacerlo, si es de a dos, de manera simultánea para estar al mismo nivel de velocidad y no es posible salir al exterior porque encuentran que el mundo gira a un ritmo muy distinto, en cámara lenta. No pueden manejar un auto y no pueden comprar algo en el supermercado (tengan en cuenta que una espera de 5 minutos en la cola del súper equivale para ellos a 4 horas), es decir que tienen que llevar una vida alienada hasta que pasa el efecto del medicamento.
Yo siempre imaginaba que ese era el ritmo de vida de una mariposa que vive 24 horas. A nosotros una vida de 24 horas puede parecernos una existencia efímera, pero probablemente lleve un ritmo vertiginoso similar al que viven los humanos en el transcurso de una vida de 75 años (ritmo vertiginoso llevarán ustedes, mi vida no tiene nada que ver con eso) y su experiencia podría ser equivalente. Lo mismo podría ocurrir con una tortuga que puede vivir 250 años. ¿A cuánto equivale su vida? ¿Es posible medir el transcurso de la vida en un vínculo directo con el tiempo?
Uno de mis primos me contaba que en la cárcel “el tiempo no pasa”, que es insoportable su inmutabilidad. Ahora que no está preso, o mejor dicho, ahora que está preso en su casa ¿el tiempo transcurre de manera diferente? ¿Y a qué velocidad? (el dúo Zambomba dice: “yo al igual que vos tengo vacaciones pero yo un poco más porque duermo menos”).
El paso del tiempo no es regular porque se encuadra bajo ejes culturales muy delimitados . Varias veces escuché decir que en el campo el tiempo transcurre de manera diferente, de modo más lento, y hace poco me contaron que en Sierra de la Ventana el invierno es más largo.
Pienso en el tiempo como concepto abstracto. Tal vez podríamos arriesgar a decir que la percepción del tiempo depende de los parámetros culturales y que en una enorme medida tiene que ver con las circunstancias personales. También está asociado a la productividad como sinónimo de eficacia (“perder el tiempo”).
En esta cuarentena, me pareció interesante pensar cuáles son esas circunstancias personales y en qué medida se percibe el tiempo de otro modo (si es que ocurre).
Me imaginaba que, si esto es cierto, es interesante preguntarnos a quién (primero que nada) y de qué modo, esta nueva situación genera modificaciones en la conducta dentro de una rutina horaria. ¿Se modifica la percepción del tiempo?
(¿Mencioné que en la novela la humanidad es atacada por un parásito?)
*
En febrero viajamos a Toay con mi familia y fuimos a una reunión de compañeros de la escuela secundaria. Asado, vino, tequila furioso y la frutilla del postre: una discusión entre un mexicano fabricante e instalador de elementos de cocina premiun y un ingeniero argentino. El mexicano, cansado de ir y venir de México decía que el futuro estaba en los viajes a la velocidad del sonido. El argentino defendía la teletransportación por sobre cualquier posibilidad superadora. El tiempo que me queda por vivir prometo lamentar no haberlos filmado.
Esta discusión absurda, infantil y trasnochada de dos hombres grandes, me llevó a recordar algunos pasajes de mi infancia, cuando Estados Unidos y Rusia (ya en su fase final) mandaban satélites y naves tripuladas al espacio y donde todos los chicos de mi edad fantaseaban acerca del futuro. Todos pensaban que para el año 2000 el mundo iba a ser fabuloso. Robots por todos lados y una vida de vagancia, abundancia, placer continuo -es decir, una vida dedicada a andar en bicicleta, a jugar a la mancha escondida, a las bolitas y a comer helado de chocolate, es decir: un mundo tan maravilloso que sería inútil describirlo).
Yo nunca decía nada para no parecer un aguafiestas, pero como siempre y fiel a mi doctrina negativa, me encontraba dentro del equipo de los escépticos conformado por un integrante.
De modo que independiente a mi mirada negativa acerca del futuro de la humanidad y de cualquier vida sobre el planeta, pensaba en la pandemia de hoy y esa mirada increíblemente optimista acerca de un nuevo orden mundial que priorice algo más que los mercados.
El museo dice que es un generador de herramientas para ampliar la comprensión del presente y nuestra perspectiva del futuro, y cuenta con varias herramientas, entre ellas, los tres obreros y las tres obreras en construcción que se posicionan en tres momentos temporalmente bien definidos.
Sobrevolaba sobre mi cabeza calva (además de cierto dejo a Cabernet Sauvignon del sábado por la noche) lo que hablamos acerca de "Cómo era Bahía Blanca en el futuro", me preguntaba si no podríamos pensar en un trabajador y una trabajadora que teatralice acerca del trabajador del futuro teniendo en cuenta las limitaciones y posibilidades de este potencial nuevo orden mundial que genera la pandemia en relación a la economía y el trabajo.
Por ahí no son las obreras y obreros, tal vez es otro elemento, pero por más que trataba de encontrar algo, poco encontraba de ficción en la sala del museo.
O tal vez nuestra vida recomienza como la recordamos, con todas nuestras preocupaciones mundanas.
Les mando besos voladores.
La novela está ambientada en el futuro, y en algún momento, dos enamorados se casan y toman vacaciones para disfrutar de su luna de miel.
Pero en el futuro tiempo para vacaciones no hay, y para hacerlo tienen que tomar pastillas que aceleran el metabolismo de manera que todo se pueda hacer a una velocidad vertiginosa. Duermen 10 minutos y se despiertan frescos como si hubieran descansado 8 horas. Se mueven muy rápido, todo lo hacen a la velocidad de la luz. Entonces, en un fin de semana sus acciones y sus pensamientos son parecidos a los que hubieran tenido durante el transcurso de una semana en circunstancias normales.
Por supuesto que hay que tomar algunas precauciones y la experiencia tiene ciertas limitaciones. Hay que hacerlo, si es de a dos, de manera simultánea para estar al mismo nivel de velocidad y no es posible salir al exterior porque encuentran que el mundo gira a un ritmo muy distinto, en cámara lenta. No pueden manejar un auto y no pueden comprar algo en el supermercado (tengan en cuenta que una espera de 5 minutos en la cola del súper equivale para ellos a 4 horas), es decir que tienen que llevar una vida alienada hasta que pasa el efecto del medicamento.
Yo siempre imaginaba que ese era el ritmo de vida de una mariposa que vive 24 horas. A nosotros una vida de 24 horas puede parecernos una existencia efímera, pero probablemente lleve un ritmo vertiginoso similar al que viven los humanos en el transcurso de una vida de 75 años (ritmo vertiginoso llevarán ustedes, mi vida no tiene nada que ver con eso) y su experiencia podría ser equivalente. Lo mismo podría ocurrir con una tortuga que puede vivir 250 años. ¿A cuánto equivale su vida? ¿Es posible medir el transcurso de la vida en un vínculo directo con el tiempo?
Uno de mis primos me contaba que en la cárcel “el tiempo no pasa”, que es insoportable su inmutabilidad. Ahora que no está preso, o mejor dicho, ahora que está preso en su casa ¿el tiempo transcurre de manera diferente? ¿Y a qué velocidad? (el dúo Zambomba dice: “yo al igual que vos tengo vacaciones pero yo un poco más porque duermo menos”).
El paso del tiempo no es regular porque se encuadra bajo ejes culturales muy delimitados . Varias veces escuché decir que en el campo el tiempo transcurre de manera diferente, de modo más lento, y hace poco me contaron que en Sierra de la Ventana el invierno es más largo.
Pienso en el tiempo como concepto abstracto. Tal vez podríamos arriesgar a decir que la percepción del tiempo depende de los parámetros culturales y que en una enorme medida tiene que ver con las circunstancias personales. También está asociado a la productividad como sinónimo de eficacia (“perder el tiempo”).
En esta cuarentena, me pareció interesante pensar cuáles son esas circunstancias personales y en qué medida se percibe el tiempo de otro modo (si es que ocurre).
Me imaginaba que, si esto es cierto, es interesante preguntarnos a quién (primero que nada) y de qué modo, esta nueva situación genera modificaciones en la conducta dentro de una rutina horaria. ¿Se modifica la percepción del tiempo?
(¿Mencioné que en la novela la humanidad es atacada por un parásito?)
*
En febrero viajamos a Toay con mi familia y fuimos a una reunión de compañeros de la escuela secundaria. Asado, vino, tequila furioso y la frutilla del postre: una discusión entre un mexicano fabricante e instalador de elementos de cocina premiun y un ingeniero argentino. El mexicano, cansado de ir y venir de México decía que el futuro estaba en los viajes a la velocidad del sonido. El argentino defendía la teletransportación por sobre cualquier posibilidad superadora. El tiempo que me queda por vivir prometo lamentar no haberlos filmado.
Esta discusión absurda, infantil y trasnochada de dos hombres grandes, me llevó a recordar algunos pasajes de mi infancia, cuando Estados Unidos y Rusia (ya en su fase final) mandaban satélites y naves tripuladas al espacio y donde todos los chicos de mi edad fantaseaban acerca del futuro. Todos pensaban que para el año 2000 el mundo iba a ser fabuloso. Robots por todos lados y una vida de vagancia, abundancia, placer continuo -es decir, una vida dedicada a andar en bicicleta, a jugar a la mancha escondida, a las bolitas y a comer helado de chocolate, es decir: un mundo tan maravilloso que sería inútil describirlo).
Yo nunca decía nada para no parecer un aguafiestas, pero como siempre y fiel a mi doctrina negativa, me encontraba dentro del equipo de los escépticos conformado por un integrante.
De modo que independiente a mi mirada negativa acerca del futuro de la humanidad y de cualquier vida sobre el planeta, pensaba en la pandemia de hoy y esa mirada increíblemente optimista acerca de un nuevo orden mundial que priorice algo más que los mercados.
El museo dice que es un generador de herramientas para ampliar la comprensión del presente y nuestra perspectiva del futuro, y cuenta con varias herramientas, entre ellas, los tres obreros y las tres obreras en construcción que se posicionan en tres momentos temporalmente bien definidos.
Sobrevolaba sobre mi cabeza calva (además de cierto dejo a Cabernet Sauvignon del sábado por la noche) lo que hablamos acerca de "Cómo era Bahía Blanca en el futuro", me preguntaba si no podríamos pensar en un trabajador y una trabajadora que teatralice acerca del trabajador del futuro teniendo en cuenta las limitaciones y posibilidades de este potencial nuevo orden mundial que genera la pandemia en relación a la economía y el trabajo.
Por ahí no son las obreras y obreros, tal vez es otro elemento, pero por más que trataba de encontrar algo, poco encontraba de ficción en la sala del museo.
O tal vez nuestra vida recomienza como la recordamos, con todas nuestras preocupaciones mundanas.
Les mando besos voladores.
domingo, 10 de mayo de 2020
PACELLA
jueves, 7 de mayo de 2020
CUAREN-TIME
¿Se acuerdan que hace unos días desde el taller de corte y confección los invitamos a fabricar pantuflas y a "revolear la chancleta"? Bueno, acá Verónica Altomare nos muestra qué tal les salieron a ella.
Dice Vero:
Es la primera vez que hago un molde. Lo seguí tal cual, pero le di unos retoques al armarlo. Usé materiales q tenía en casa (que encontré después de tanto buscar 😅). Retazos de jeans, acrílicos y lana rosa. El polar era de un chaleco viejo de mi hermano. Pinté los parches "onda pandemia" 😂 sobre tela de jean y después los cocí. Le di el toque con la lana. Recordé que mi abuela me había enseñado un poco de esa costura de chica y lo aproveché. Ah, y les hice antideslizante abajo para terminar. Espero les guste 😘.
lunes, 4 de mayo de 2020
EL FUTURO YA LLEGÓ
En 2008, publicamos "Cómo era Bahía Blanca en el futuro", un libro que recopila visiones sobre el porvenir de nuestra ciudad aparecidas en la prensa de fines del siglo XIX. Para promocionarlo, armamos este video que ahora puede verse como una extraña premonición.
"Cómo era Bahía Blanca..." trata sobre las esperanzas y los temores de quienes vivieron aquí hace más de un siglo. Las preguntas que nos hacíamos hace doce años se han vuelto, en cierta manera, urgentes: ¿Bajo qué figuras imaginamos hoy nuestro porvenir? ¿Qué nos está permitido soñar y qué no en relación con el futuro? ¿Quiénes intervienen en su definición y según qué intereses?
El libro lo encontrás acá: https://issuu.com/ferrowhite/docs/co_mo_era_bahi_a_blanca_en_el_futuro
sábado, 2 de mayo de 2020
UNA FLOR EN ESTA ISLA
Enterate acá: https://islainvisible.wordpress.com/2020/04/13/una-flor-en-esta-isla/
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