miércoles, 22 de noviembre de 2017

Y YO ME PREGUNTO: ¿QUÉ ES LO COMUNITARIO?

El mes pasado dos compañeras del equipo del museo viajamos a Córdoba a un curso de museología social organizado por la Asociación de Trabajadores de Museos (ATM) y el Encuentro de educadores, unos días antes de la XVIII Conferencia Internacional por una Nueva Museología.

A Córdoba, no caímos con las manos vacías. Dado que el curso de formación se financiaba a través de la autogestión, a nuestra compañera del Museo del Puerto, Julieta Raush, se le ocurrió hacer algún producto en el Prende para vender en Córdoba y de esta manera, colaborar con los gastos de organización. Durante varias semanas, los dos museos compartimos un proceso de trabajo que se tradujo, entre otras cosas, en decidir qué objeto fabricar; qué frases, colores, precios iba a tener; qué tareas se delegaban en otras personas; quiénes se encargaban de hacer las compras… Fueron muchas las personas que se vieron implicadas en el armado de los repasadores, por ejemplo, aprovechando que Lorena, la tesorera de la Asociación de amigos del Castillo, viajaba a Buenos Aires, le pedimos que comprara los repasadores allá así nos ahorrábamos unos pesos. Estas frases fueron las que, finalmente, quedaron: ‘sin mí tampoco hay historia’ y, ‘manchado, percudido, en uso: con un trapo también podemos hacer historia’. 







A Córdoba, también llevamos bolsas. ¡Llegamos a terminarlas justito! En este caso, el proceso de trabajo implicó al grupo de las Amigas del Prende, una red de amigas que se desprendió del taller de lxs pibxs, y que desde comienzos de año viene convocándose en el taller para conocernos a través de un hacer. Este año, por ejemplo, ya fabricamos pecheras para el Día de la mujer trabajadora y delantales para el Primero de mayo. En todos los casos, buscamos que las imágenes de los productos que logramos reflejen algún aspecto de las charlas que previamente compartimos.

La pregunta que nos juntó para este el último encuentro fue: ¿qué encuentro en Ferrowhite que no encuentro en otro lugar? Durante una semana estuvimos palpitando la reunión acercando nuestras respuestas a una cajita de cartón que quedó a disposición en el taller, o enviándolas al grupo de whatsapp:

emoción en el alma,
aprender y esperanza,
contención y amor,
la buena energía,
un lugar soñando,
mientras pueda siempre estaré,

fueron algunas de las frases que leímos una vez reunidas y que fuimos pegando, a modo de bocadillos de pensamiento, sobre un obrero de madera convertido en trabajadora.



TOMAR LA PALABRA

En el encuentro, sin embargo, fuimos un poco más a fondo y sumamos nuevas preguntas. Nos llena de alegría que el grupo de mujeres encuentre en el museo un lugar para desplegar sus potencialidades, pero también evaluábamos importante que puedan expresar otras miradas sobre el museo, más cuestionadoras, de cosas que tal vez les gustaría que fueran distintas, y que incluso, tienen propuesta de cómo pueden mejorarse, transformarse. Buscamos ese nivel de discusión a través de las lecturas de fragmentos de algunos referentes del ‘mundo de los museos’, que consideran a Ferrowhite un ejemplo de museo comunitario. Publican, por ejemplo, declaraciones como estas:

Ferrowhite está adueñado por los habitantes del lugar.
Participan vecinos.
Se construye en permanente diálogo con la comunidad.
Los visitantes permanecen sin una actitud contemplativa.
Los visitantes están predispuestos a la experiencia de rememorar.

Todas estas afirmaciones las fuimos pegando sobre la maqueta de Arthur Coleman, como una forma de poner a la máxima autoridad en diálogo y a su vez, en confrontación, con la trabajadora que habíamos vestido. El ejercicio que nos dimos fue reflexionar sobre si esas frases nos resonaban distantes o no, por el contrario, estábamos de acuerdo y si era así, formular los argumentos. A nosotras, ¿estas declaraciones, que suelen quedarse en un círculo académico, nos resuenan extrañas, estamos de acuerdo, en qué aspectos sí, en cuáles no tanto?  Otras preguntas que nos sirvieron para inspirarnos y a la vez, complejizar la charla, fueron: ¿piensan que Ferrowhite está atento a lo que les pasa, sienten, piensan sus vecinxs o no, sólo está preocupado por los objetos? ¿Está Ferrowhite comprometido con las problemáticas o demandas de la comunidad? Como la historia se ha contado siempre a través de los hombres, la invitación también buscaba revalorizar nuestras opiniones, partiendo de la idea de que en la sociedad en la que vivimos, la palabra de las mujeres muchas veces está debilitada o desautorizada frente a la de los varones. En esos espacios que estamos solas, las Amigas del Prende, nos sentimos con plena libertad para hablar sin miedo a meter la pata, y hacer una bolsa, en este caso, operó como el mejor pretexto para tomar la palabra.


Nuestras charlas circularon por varios temas:

tenemos que invitar a la gente a que se acerque al museo,
que la comunidad lo conozca,
tomar la leche los sábados porque sabemos que hay familias que no pueden,
estar atentas a lo que le pasa al vecino, pero no de chusma,
revalorizar a los vecinos,
reconocer a las personas que atienden todos los fines de semana en la boletería y
que lo hacen de colaboración,
mujeres presentes,
mujeres en acción,
es un gusto estar juntas.


Analía tomó nota de los manifiestos e incluyó entre sus registros la pregunta de una Yesi, raramente, dubitativa: disculpen, yo mucho no entiendo de esto, pero quería preguntarles ¿qué es lo comunitario?


Estábamos por viajar a representar a un museo que está en el top ten de los museos comunitarios y, sin embargo, pocas veces, se había dado a la tarea de preguntarles a los sujetos de la comunidad de la que forma parte cuáles son sus imágenes sobre ‘lo comunitario’. Nos interesaba abrir la discusión a quienes conocen desde adentro lo que pasa (o no pasa) acá. La Museología social que nos dieron a conocer Mario Chagas y Marcelle Pereira en Córdoba defiende que “no se puede partir de un lugar donde se cree que la comunidad no sabe y el museo lo sabe todo. La comunidad tiene saberes y posibilidades creativas”. En esa misma charla, por ejemplo, a Mirella se le ocurrió convocar a su amiga Mirta Chivetela -ex docente en la EET N° 1 de White-, para que nos compartiera su historia sobre la explosión del elevador N°5, que en 1985 dejó un saldo de veintidós muertos, entre ellos a su marido, Eugenio Jorge Emiliani. La propuesta de Mirella surgió por el desarrollo que tomó la charla y dejó el camino abierto para que todas planteemos temas para conversar, tengamos iniciativas, etc. Por Mirella logramos conocer esta historia de vida en el encuentro siguiente, su punto de vista sobre lo qué pasó y su lucha por mantener viva la memoria de aquella tragedia, muy importante para un museo que reconstruye historias de trabajo ferroportuarias.

Volvamos con las bolsas. Yesi nos había asegurado la frase. Sabri, el dibujo, cuando propuso que la pregunta la hiciera una obrera. Carlitos, nos muestra un diseño de una obrera que en la mano cargaba con un surtidor de combustible. Analía la ve y manifiesta que esa trabajadora no identifica al grupo de mujeres, y sugiere reemplazar a la playera por una costurera, ya que varias conocen el oficio y, enseñaron al resto, en las jornadas de costura de los delantales, algunas pasos que pueden hacerse con la máquina.



DEMOCRATIZAR EL MUSEO

Colaboradoras del museo opinando sobre las imágenes que debían tener los productos del taller. Abrir la discusión implica mover algunas fichas de lugar; en un principio, también cierta incomodidad, como cualquier cambio que significa democratizar la toma de decisiones. Sin embargo, podemos pensar que esos cambios son producto de un proceso de apropiación que la comunidad del Prende viene teniendo con este lugar, que excede al equipo de lxs trabajadorxs del museo y a su vez, es coherente con la intención de trabajar con la comunidad y no, para la comunidad.

Una de las mejores cosas que nos pasó este año fue, precisamente, la consolidación de la “Comunidad del Prende”. Desde que el taller ocupó la vieja sala de transformadores de la usina, hace poco más de dos años, se hizo una ola imparable: la formación de un grupo numeroso de participantes -que crece cada sábado-, a la par que crece el compromiso de sus familias y con ello, el nivel de organización del proyecto, con Silvia y Malena a la cabeza. En tiempos en los que la marea está revuelta para la cultura local, elegimos crecer desde las raíces que echamos por el trabajo comunitario, sin dejar de reclamar por la ejecución del presupuesto municipal para la obra que el techo del taller necesita y por mejores condiciones para nosotras como trabajadoras. El museo es el paraguas que nos contiene para que todxs y cada unx de nosotrxs pueda desarrollar experiencias concretas. Nenucha dijo aquella mañana en el parque “mientras pueda siempre estaré”. Depende de nosotrxs que nos dejen seguir estando.

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