Entre tanto, en la estación espacial Ferrowhite la atmósfera dificulta cualquier compromiso serio con las actividades humanas ordinarias. Pero hay gente en este confín que no está dispuesta a aflojar así nomás. Esta es la época del año en la que lo urgente deja algo de lugar a lo importante. Así que hoy tenemos para mostrarles, con orgullo, nuestro nuevo cajón de herramientas. Una cajonera de pino paraná (2 metros y medio de largo x 1 de ancho) que llegó hasta acá de regalo después de rebotar en cien casas de remate, y que espátula, lija, taladro, pincel y sudor mediante, quedó igualita a un cuadro de Mondrian. No porque este museo adhiera a los preceptos estéticos del neoplasticismo, sino porque esos eran los colores que restaban en el fondo de las latas de esmalte.
Ah, también rescatamos patos asados que el viento hirviente lanzó por encima del alambre (los incrédulos avénganse a chequear la galería de imágenes), pero ese ya vendría a ser otro capítulo de nuestras aventuras en el White lunar. Por el momento solo resta decir: cambio y fuera.
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