A menudo se alude el movimiento migratorio que colaboró a dar forma a la Argentina moderna con metáforas marinas. Hablamos de “corrientes inmigratorias”. Y de una primera, de una segunda, de una tercera “oleada inmigratoria”. Como si el océano hubiese transfigurado al contingente humano que se lanzó a atravesarlo, disolviendo las identidades en una masa homogénea, en un auténtico “mar de gente”.
Por el contrario, cuando se pregunta a tal o cual inmigrante por la inmigración, ese proceso vasto e informe suele estrechar su horizonte al círculo íntimo de amigos y parientes, en el que las peripecias de la partida, del viaje y de la llegada son narradas como acontecimientos únicos, tanto por su singularidad como, en contrapartida, por su carácter ejemplar, es decir, como si no hubiera otros que pasaron por circunstancias similares o como si la propia experiencia bastase para dar cuenta de la de todo el resto.
En “Ma, come siamo arrivati qui?” Ana Miravalles se concentra en la inmigración italiana arribada a Bahía Blanca durante la segunda posguerra, para proponer una mirada sobre este fenómeno hecha de itinerarios que van, casi nunca de manera lineal, de las vivencias particulares a las condiciones de época que enmarcan cada experiencia, y viceversa.
¿A todos los italianos que llegaron después de 1950 “los trajo Perón”? ¿Eran todos mano de obra especializada, “ingenieri”? ¿Aquellos "gringos" estaban, como se suele escuchar, “muertos de hambre”? Echar una mirada a la sociedad bahiense de aquellos años tal vez sea útil para comprender que, lejos del simple “trasvase”, el proceso inmigratorio careció de inmigrantes "típicos". En su lugar prolifera, llena de contradicciones y matices, la compleja historia que nos trajo hasta acá.
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