El sábado serigrafiamos miles de cangrejos. Con ellos fabricamos las fichas de un memotest que cada participante del taller "¡Qué impresión!" recortó, compaginó y se llevó a su casa adentro de una cajita de cartón, como recuerdo de ese inmenso juego de la memoria que es el museo. Un comienzo de vacaciones difícil de olvidar.
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