Porque necesitamos pedirte, ya lo escuchaste mil veces, que te quedes en casa. También nosotrxs estamos en ella, con un ojo puesto en la pantalla y el otro en la calle desierta, mientras la rueda que mueve al mundo cruje y, en parte, se detiene. Todo es bastante incierto. Y por eso, a pesar o en razón de que permanecemos inmóviles, todo parece poder pensarse de nuevo. ¿Seremos capaces de contribuir a esa tarea?
De momento, cuidarnos es también reinventar la trama de colaboración, saberes y afectos que conforma el patrimonio primario de esta institución. Eso que está detrás de las viejas herramientas que este museo conserva. O de aquellas que se inventa. Como esta sala inflable, que permite ver sin tocar, estar afuera y, a la vez, confinadxs, prototipo de un mundo sin derecho a roce, soporte de preguntas que no es posible poner en cuarentena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario