Las obras de nuestro compañero Pablo Oviedo no responden a un estilo. Resultan, más bien, una manera de interrogarlos todos, ahí donde la frontera entre los emblemas de la alta cultura y los íconos de la cultura de masas se desvanece. Algo de eso pasa en estos dibujos, en los que neoclasicismo y neoliberalismo se dan la mano para componer una imagen de nuestro tiempo como ruina futura.
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