La Nueva Provincia, 21 de febrero de 1965
La construcción de los talleres se había iniciado en enero de 1959, en el marco del gobierno de Arturo Frondizi, pero la obra sufrió numerosas demoras y recién pudo ser terminada seis años más tarde. Los trabajos en Spurr comenzarían con la reparación mensual de 2 locomotoras estimándose que, cubierta la dotación total del personal, en febrero de 1966, ese número se elevaría a 4 máquinas mensuales. Las locomotoras a reparar eran las Baldwin y Cockerill afectadas al F.C. Roca. Alrededor de 100 unidades, muchas de ellas operando en nuestra región. La primera máquina que entró a Spurr fue la Baldwin – Lima – Hamilton Nro. 7034, que salió reparada a nuevo el 30 de diciembre de 1965, después de 70 días de trabajo.
Al momento de su inauguración, el taller cubría una superficie total de 7.000 m2, y estaba prevista su ampliación a 17.000 m2., proyecto nunca concretado. El equipamiento del taller contaba con grúas de pórtico de 35 toneladas, guinches de 15 toneladas y plumas menores de 1,5 toneladas; 2 tornos, 3 rectificadoras, 1 limadora, 1 fresadora y alesadora y 2 compresores de aire (de 170 Kw y una capacidad de 1.450 m3 por hora), herramientas todas de procedencia húngara y checoslovaca. Además poseía una moderna balanceadora dinámica de 3.000 kgs., un equipo impregnador al vacío y un horno eléctrico, artefactos estos de origen norteamericano. La energía eléctrica llegaba a través de una subusina transformadora provista de 2 trafos de 750 Kva cada uno. En el taller funcionaban también 3 calderas de ex locomotoras, con una presión de trabajo de 12 kgs/cm2 y una producción de vapor por hora de 4.300 kgs. El vapor a presión se usaba para la limpieza de las máquinas diesel, tarea que se efectuaba en el exterior del taller.
Estas instalaciones y equipos hacían de Spurr un taller “de avanzada” no sólo para el país, sino para el conjunto de Sudamérica. De allí que muy pronto se convirtiera en centro de la atención de las autoridades tanto de Ferrocarriles Argentinos (FA) como de la División Mecánica de la línea Roca, que lo visitaban con frecuencia: el General De Marchi, presidente de FA durante el onganiato, estuvo el 9 de enero de 1968 y el 29 de junio de ese mismo año; una comisión de expertos franceses, en el momento en que se comienza a pensar en la “reestructuración ferroviaria” en la ciudad, llega al taller en octubre de 1969.[1]
Sin embargo, Spurr no funcionaba como un establecimiento aislado. Aunque la reparación de las locomotoras diesel eléctricas se basaba en la sustitución de partes completas que venían de fábrica, como Spurr no tenía ninguna sección fábrica, cuando era necesaria alguna reparación o ajuste especial, se encargaba a Talleres Bahía Blanca Noroeste el torneado de cajas de motores diesel, el arreglo de bolilleros, o algunos trabajos de rectificación.
En 1985, este taller estaba organizado en las siguientes secciones: Montaje, Mecánica, Eléctrica, Servicio auxiliar, Almacén local e Inspección. Cuando, a fines de agosto de 1991, se supo que la concesionaria Ferroexpreso Pampeano tomaría a su cargo Talleres Spurr, se hizo un precipitado traslado de herramientas y materiales a Talleres Bahía Blanca Noroeste, tal como consta en el formulario Orden de transporte de materiales, agosto-octubre 1991, existente en los archivos de nuestro museo:
"...tres cajas con documentos, micrómetros, martillos neumáticos, escuadras, niveles de precisión, llaves, 6 mesas de comedor, doce bancos de comedor, 1 tablero balanceadora, equipo de calefacción, un tablero eléctrico, bancos de trabajo, un tester; un gato hidráulico; pinzas, cajones de herramientas; tubos; una agujereadora neumática, una soldadora, sopletes, criques, calisuares, escritorios, caballetes, embudos para aceite; mechas; garrafas, barretas, llaves vaporeras, piedras de amoladora, llave cadena; eslingas; tapas neumáticas; horno eléctrico: extractores; banco de prueba, caballetes..."
El personal que seguía perteneciendo a Ferrocarriles Argentinos tuvo vedada la entrada al taller a partir del día mismo de la toma de posesión del concesionario privado, y se vio obligado a aceptar como lugar de trabajo, desde ese momento, a los Talleres Bahía Blanca.
"Vamos a tomar servicio a las seis de la mañana y no pudimos entrar. Había vigilancia privada, ya el sereno no estaba, y una fila interminable de camiones... vos sabés lo que era sacar nuestro equipito de mate, que lo controlaban, lo miraban a ver si no nos llevábamos algo de más... y hubo uno que se largó a llorar, un tal Carlos M. se largó a llorar, decía: 'la p... que lo p... sí yo vi este taller desde que eran pilotes, y ahora no me van a dejar entrar para retirar mis cosas'." [2]
Actualmente, Talleres Spurr sigue funcionando en manos de Ferroexpreso Pampeano.
Las fotos de Talleres Spurr incluidas en este post fueron tomadas por Hector Guerreiro durante una visita realizada en junio de 2012. La investigación de archivo corresponde al propio Hector y a Ana Miravalles.
[1]
LNP, 27-7-1969; LNP, 16-10-1969.
[2] Adrian Cabeza, entrevista 4-05, archivo Ferrowhite.
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