Ayer en La Casa del Espía arrancamos con "¿Lo decimos cantando?", el ciclo que celebra a la pianista Sarita Cappelletti poniendo en escena su música y la de sus alumnos del taller de canto de "La Siempre Verde". La verdad que para ser de un espía, esta no es lo que se dice una casa discreta. Sobre sus paredes exteriores se enrosca un tatuaje a la Bruce Lee, un enorme dragón que parece salido de las bodegas de alguno de los bull carriers chinos que cargan soja por acá cerca. De las fauces de la bestia emergen previsibles llamas, y ese fuego anticipa una promesa, un propósito, casi un programa de acción: La Casa del Espía está ahí, al borde de la ría, para calentar el pecho de los que no le temen al mar en invierno. El fuego del dragón arde en las hornallas del café de Ferrowhite -sobre ellas burbujea el chocolate espeso-, pero también en las gargantas de los que allí se juntan para cantar. Porque en La Casa todo lo decimos con música y la directora de ese diálogo eventualmente infinito se llama Sara, Sarita, la profe de piano de todo un pueblo. El domingo las voces de Ana Crescimanno, Perla Anahí Rodríguez, Mónica Waiman y Marcelo Castorani, y la guitarra de Andrés Fernando Ramírez, se sacaron un muy bien 10 felicitado. A no perderse la próxima lección.
lunes, 5 de agosto de 2013
SARITA Y LOS DE FUEGO
Ayer en La Casa del Espía arrancamos con "¿Lo decimos cantando?", el ciclo que celebra a la pianista Sarita Cappelletti poniendo en escena su música y la de sus alumnos del taller de canto de "La Siempre Verde". La verdad que para ser de un espía, esta no es lo que se dice una casa discreta. Sobre sus paredes exteriores se enrosca un tatuaje a la Bruce Lee, un enorme dragón que parece salido de las bodegas de alguno de los bull carriers chinos que cargan soja por acá cerca. De las fauces de la bestia emergen previsibles llamas, y ese fuego anticipa una promesa, un propósito, casi un programa de acción: La Casa del Espía está ahí, al borde de la ría, para calentar el pecho de los que no le temen al mar en invierno. El fuego del dragón arde en las hornallas del café de Ferrowhite -sobre ellas burbujea el chocolate espeso-, pero también en las gargantas de los que allí se juntan para cantar. Porque en La Casa todo lo decimos con música y la directora de ese diálogo eventualmente infinito se llama Sara, Sarita, la profe de piano de todo un pueblo. El domingo las voces de Ana Crescimanno, Perla Anahí Rodríguez, Mónica Waiman y Marcelo Castorani, y la guitarra de Andrés Fernando Ramírez, se sacaron un muy bien 10 felicitado. A no perderse la próxima lección.
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