Andrea Bohn, Marisol Rodríguez, Luana Cordoba y Federico Grittini
Llegan desde White, desde el Saladero y Villa Serra, con la idea de sacar en cada canción “cosas de adentro”. Comparten la idea de que el canto “sana”:
“La música es una especie de liberación y una muy linda terapia,
uno puede cantar bien o cantar mal,
pero lo importante es que es algo sumamente liberador”.
Sin embargo, el taller no es la única coordenada de espacio y tiempo que los reúne. Digamos que el taller les permitió conocerse y entrar en confianza y, con ello, la posibilidad de encontrarse en otros ámbitos. Sus integrantes se juntan a comer, se invitan a cumpleaños, abren sus casas para los ensayos grupales; juntos descubrieron que el taller es una fuente de vínculos que no dejan de afirmarse. Andrea habla de las cosas que los unen:
Así, lo que comenzó como un ejercicio se volvió para los tres un modo andar por la vida. Cantan en todos lados, en sus casas, en la calle o en el trabajo. Federico, por ejemplo, aprovecha huecos de sosiego en su lugar de trabajo para ponerse a practicar:
“Yo suelo cantar mientras mis compañeros no están.
Canto solo en mi Oficina de Turismo. Cuando tengo momentos de ocio y
no tengo que atender gente, ¿qué hago? Me tengo que poner a cantar”.
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